n Colección de 200 volúmenes con dos CD cada uno


Great Pianist of the 20th century, máximo esfuerzo en la era del disco

n Rachmaninov, Arrau y Rubinstein, entre los intérpretes

Pablo Espinosa n El piano. ƑPodría escribirse una historia de la música con el piano como eje del relato? La respuesta es, desde luego, afirmativa, así los periodos previos a la invención de este artefacto que cambió la naturaleza humana, queden como ecos de la cueva de Platón: reflejos en sonidos.

La sola enunciación de la palabra piano es fascinante. En italiano significa llano, liso, unido, claro, sencillo, afable, tranquilo, quedito, lentamente, calladito. En las partituras, como en el amor, es una señal parecida a los ojos entornados o, mejor, al suspiro.

La palabra pianoforte es combinación vital. Suave y fuerte.

Hay pianos verticales, de cola, de media cola, diagonales, de manubrio, mecánicos, blancos como el de John Lennon, entrañables como el de Wim Mertens o el piano que hizo película (The Piano, música de Michael Nyman) la maestrísima Jane Campion. Hay también pianos salpicados de suspiros como el de Chopin, clareados por la luna como el de Beethoven, sumergidos como catedral en el agua como el de Debussy, piano que también tiene cabellera de lino como algunas muchachas y deja sus huellas como pasos en la nieve. Hay pianos.

Y hay pianistas. Parejas de belleza extrema, como las hermanas Labecque o bien seres tocados por la divinidad, como Keith Jarrett, uno de los pocos músicos en el planeta al que le ha sido dado el poder de comunicar el amor de manera exacta. Hay un universo en un piano.

 

Reunir a los virtuosos del teclado

 

La noticia es el lanzamiento del máximo esfuerzo que registra la historia de la fonografía: una colección de 200 volúmenes, con dos discos compactos cada uno, que reúne a los 74 mejores o más representativos pianistas de ųdirían los clásicosų todos los tiempos, en realidad son los mejores pianistas de este siglo, el de la era fonográfica pues no hay muchos registros grabados de los tecladistas decimonónicos.

Es decir, he aquí una historia de la música por medio del piano. Una enciclopedia del pianismo en música clásica, pues héte aquí que el jazz es capitulísimo aparte, y qué decir del blues y del rock y del etcétera.

Este esfuerzo discográfico, del que los melómanos de corazón se ven beneficiados, obedece a una idea rectora en sí misma espléndida: reunir a los grandes del teclado y, en consecuencia, atesorar un repertorio que se arma en función de los gustos y especialidades de cada uno de ellos. Esfuerzo porque por primera vez en la historia de la era fonográfica unen sus fuerzas las compañías discográficas más importantes, encabezadas por Polygram, ahora llamada Universal, pues la tendencia planetaria de los mega trust (todo hoy es mega, Ƒqué será del alfa y del omega, es decir del sentido humano y no pecuniario de la vida?) sigue el mismo curso del océano: el pez grande se come al chico.

No es ya noticia, pero hay que refrendarlo: el sector de ''música clásica" de la industria del disco está en crisis. Esa es una razón, no declarada por supuesto, de proyectos tan ambiciosos como el de la colección Great Pianist of the 20th century que aglutina cernidos fabulosos, empezando por la fabulosa cantidad de 400 discos compactos, los más exquisitos que fanático del piano alguno pueda soñar. Esta colección empezó a circular en agosto y cada mes aparecen 20 nuevos volúmenes hasta que, en octubre próximo, se completen los 200 volúmenes y si hay alguien cuyo bolsillo lo resista, complete tan apabullante acervo, de fábula.

 

Paraíso inalcanzable

 

Las muchas bondades de la colección se desbordan por donde quiera que uno aborde el tema: los cuadernillos vendrían a conformar una suerte de superfascículos y por supuesto que el contenido es lo más impactante. De los adquiridos por el reportero se plantean los siguientes ejemplos: Sergei Rachmaninof interpretando sus propias obras, pero hay también joyas de dimensiones más allá de las documentales, verbi gratia la máxima versión del Concierto 21 de Wolfie Mozart: la de Geza Anda, o bien el genio insuperable del mejor pianista de todos los tiempos: Glenn Gould. Y así la lista es como para desorbitar los ojos de los conocedores: Archerich, Arrau, Ashkenazy, Van Cliburn, Cziffra, Giles, Gulda, Horowitz, Janis, Kempff, Kissin, Paderewski, Perahia, Pollini, Rubinstein, Schnabel, Serkin, Uchida... El paraíso inalcanzable.

La fortuna es que no se necesita estar en la lista de Forbes ni en las negras para entrar al limbo de esta colección paradisíaca, pues no es menester tener los 400 discos (aunque Truffaut filmó los 400 golpes) pues cada volumen se edita por separado y cualquiera de ellos son joyas en sí mismos.

El piano, ay, el piano.