n Un minuto de aplausos en el homenaje al escritor


Anuncia el CNCA la redición de las obras olvidadas de Garibay

Angélica Abelleyra n Un minuto de aplausos cerró el homenaje que el viernes realizaron a Ricardo Garibay ųfallecido el 4 de mayoų escritores y amigos. En el teatro Wilberto Cantón de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), la urna de cerámica con las cenizas del autor hidalguense, más dos retratos ampliados de aquel maestro de la palabra con rostro recio, casi huraño, serían los testigos imperturbables del reconocimiento público que culminó, una hora y media más tarde, con el traslado de los restos hacia la Rotonda de los Escritores de México, que la Sogem ha establecido en el cementerio Mausoleos del Angel.

Luego del cariñoso recordatorio que colegas, alumnos y fieles lectores hicieron del autor de Beber un cáliz y Triste domingo, el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), Rafael Tovar, anunció el proyecto de redición de las obras más importantes de Ricardo Garibay.

A cargo de la Dirección de Publicaciones del CNCA, de manera conjunta con "alguna otra editorial o con el apoyo de la Sogem" ųadelantó el funcionarioų, el volumen contendrá la selección de textos que hace mucho no están accesibles al público lector por existir en ediciones añejas y fuera del circuito librero. Tal es el caso de Lo que ve el que vive, volumen surgido en la época en que el periodista laboró en el Excélsior de la época de Julio Scherer, o algunos otros impresos que no han vuelto a ver la luz.

Tovar comentó que dicho proyecto se lo planteó Gastón García Cantú hace meses, con la anuencia del propio Garibay, por lo que han entrado en contacto con la familia de éste para iniciar los trámites referidos a derechos de autor y selección de materiales que conformarán la antología.

De igual manera, indicó la posibilidad de que se reúnan en un disco compacto algunas intervenciones radiofónicas del apasionado por el box, las mujeres y, sobre todo, la literatura.

Respecto de la celebración de un homenaje nacional, Tovar indicó que mantiene pláticas con la viuda de Garibay, Minerva Velázquez, a fin de establecer un programa en el que amigos y especialistas den amplia cuenta de la vida y obra del prolífico y siempre polémico escritor.

El presidente de la Sogem, Víctor Hugo Rascón Banda, inició y cerró la velada que marcó el homenaje. Al comienzo, el dramaturgo recordó al "desbordado, provocador y soberbio" ser humano que sin embargo fue siempre humilde ante la página en blanco. Y frente al público que asistió a la "casa de los escritores", invitó a sus colegas a continuar en la tarea de "profesionalizar el oficio" con la palabra, como lo hizo Garibay durante toda su existencia.

 

La de Leñero, entrañable intervención

 

Entre las siete intervenciones, tal vez la más entrañable (y ovacionada) fue la de Vicente Leñero. Recordó al hombre "gruñón" que se enojaba o se hacía el enojado, porque "no entendía cómo tantos escritores de los pequeños o de los grandes gozaban de la fama de miles de lectores con sus libracos. Vivía enfurecido contra la simulación literaria, contra el desparpajo insolente, contra la mediocridad que inundaba, según él, la literatura de aquí y de otras partes. Estaba metido en su costal, encerrado en una santa amargura derivada de su pasión por las letras", dijo emocionado Leñero, y destacó el oficio del maestro "en eso de sentir el ritmo" y hacer uso del oído y la reproducción a veces exaltada de una forma de hablar a diario.

Del ser humano, el periodista compartió al "amigo malcriado", desentendido de los demás, al "hombre enojado, falsamente difícil, pero en realidad tan tierno que de pronto hablaba por el teléfono para consultar humilde, šqué humilde era privadamente Garibay!", para consultar alguna cuestión de dramaturgia. También habló del autor "amargado, porque nunca recibió de retache el premio que tanto merecía por su pasión por las palabras. Qué absurdo, no le dieron el Premio Nacional que cada año entrega el presidente, cuando imaginábamos recibiéndolo en Los Pinos y devolviendo acaso un párrafo sublime de lo que es de a de veras la fiebre de escribir", dijo Leñero, con esa prosa de Garibay "herida, desbocada, sonora".

Y cerró así: Ricardo, "te quedas en tus libros y estás mejor allí, eres allí más accesible que en tu persona gorda, sufriendo esa vejez irremediable que te hizo llegar, maldito cáncer, a la última página. Te moriste, Ricardo. Te moriste, pero mira cabrón, entre mis cosas siguen formando fila tus novelas, tus memorias. He regalado muchos de tus libros y seguiré dejando que se vayan en manos de quienes deben saber quién era y quien sigue siendo Ricardo Garibay. Un abrazo. Nos vemos. Hasta pronto".

Mucho antes habían participado Leonor Azcárate, alumna de aquel regidor de muchas generaciones, y Víctor Ugalde, guionista de cine, quien centró su participación en la tarea de Garibay como creador de historias para la pantalla grande. "Se le recordará por la vastedad de su obra literaria, pero pocos lo citarán como guionista excepcional de cine mexicano", asentó Ugalde al recordar que, como la mayoría de sus compañeros de oficio, Garibay tuvo que someter sus ideas y talento "a los mezquinos intereses de los que detentaban el cine en ese momento", creando cintas por encargo que hoy se conocen como churros. Sin embargo, entre los 40 filmes y muchos proyectos de Garibay, destacó Animas Trujano y La cucaracha, así como sus opiniones sobre el cine en el libro Diálogos mexicanos.

Otros turnos fueron de Rafael Ramírez Heredia, Gastón García Cantú, Rafael Tovar y Víctor Hugo Rascón Banda, quien invitó al minuto de aplausos con que se despediría a Garibay.