La guerra desatada por la OTAN contra Yugoslavia con los supuestos e inalcanzados objetivos de proteger a la población albano-kosovar de la represión de los ultranacionalistas serbios y restablecer la autonomía de Kosovo parece haber llegado a un peligroso callejón sin salida.
Por un lado, los ataques
de la alianza atlántica, pese a su ferocidad y a las graves
pérdidas humanas y materiales que han producido, no han logrado
vencer la resistencia del presidente yugoslavo Slobodan Milosevic. Por
el contrario, sólo han ocasionado la devastación de
importantes zonas de Serbia, Montenegro y Kosovo, causado numerosas
víctimas entre la población civil, catalizado las
operaciones de
Los ataques contra centros no militares y los errores de las fuerzas armadas de la OTAN (que han golpeado por igual a refugiados, pasajeros de autobuses, niños, ancianos, mujeres y hasta habitantes de la capital de una nación vecina, Bulgaria) han exasperado a la opinión pública mundial y motivado fuertes protestas de parte de personas, gobiernos y organismos de numerosos países. Apenas antier, misiles de la OTAN cayeron por equivocación sobre la embajada de China en Belgrado y causaron la muerte de cuatro ciudadanos chinos, hecho que provocó la indignación de Pekín y podría hacer tambalear el frágil acuerdo logrado entre las potencias occidentales y Rusia para ofrecer una salida pacífica a Milosevic.
Así como el mando aliado ha calculado y aceptado la posibilidad de padecer miles de bajas en el caso de una intervención de sus tropas terrestres en Kosovo, tal parece que la OTAN (y particularmente Estados Unidos) considera fría y bárbaramente como simples costos colaterales o como "equivocaciones de buena fe" la muerte de centenares de civiles que nada tienen que ver con el gobierno de Milosevic, el desamparo y la desesperación de cientos de miles de refugiados kosovares y el agravamiento de las tensiones y los desencuentros con potencias clave en la búsqueda de la paz, como Rusia y China.
Ante estos intolerables bombardeos, tal parece que finalmente la ONU asumirá una actitud activa frente al presente conflicto en Yugoslavia. Ahora podría elevar una condena contra la ofensiva de la OTAN, acción que daría cuerpo institucional a los reiterados señalamientos en torno a la ilegalidad y la ineficacia de los bombardeos aliados.
Finalmente, a la luz de los hechos, queda claro que la verdadera y más grande equivocación de la OTAN ha sido, precisamente, emprender y mantener el bombardeo humanitario contra Yugoslavia. ƑQué valor humanitario puede tener un ataque que ha causado centenares o quizá miles de muertos entre la población civil kosovar y yugoslava, hecho blanco en objetivos tan poco militares como escuelas, hospitales y museos, atizado los odios étnicos, agravado la represión que se proponía prevenir y desestabilizado peligrosamente los precarios equilibrios geopolíticos a escala internacional?