Pedro Damián, productor de Amor gitano


La telenovela puede aspirar a ser un producto artístico

Arturo García Hernández n "Un género tan vilipendiado como la telenovela sí puede aspirar a ser un producto artístico; el entretenimiento que ofrece la pantalla chica no tiene por qué estar reñido con la calidad". Es la convicción del productor Pedro Damián, cuyo trabajo más reciente, Amor gitano (nueva versión de Renzo el gitano, historia originalmente escrita por la cubana Olga Ruy Lópezque) empezó a ser transmitida esta semana por Televisa.

"Siento que lo que importa en este momento es que el público vea alternativas, que no se quede con lo que le hemos estado dando permanentemente. Yo sí trato de entretener, pero con calidad. Me gustaría lograrlo, o mejor dicho que lo lográramos, porque la televisión no la hace una persona, sino que es un gran trabajo de equipo", subraya Damián y señala que esa es parte de su apuesta en Amor gitano: "No quisiera parecer presuntuoso, pero me gustaría que la gente se enganchara de una historia fundamentalmente bien escrita, con diálogos bine pensados, inteligentes, y una ambientación y unos sets y unas locaciones visualmentre atractivos. Otro aspecto importante es el trabajo actoral. Tenemos actores de primer orden, como Manuel Ojeda, Alejandro Camacho, María Rivas, María Rubio, Alberto Estrella, Raquel Olmedo, Nailea Norvind. Los protagonistas, María Soane y Mauricio Islas, no sólo son muchachos guapos, sino muy buenos actores".

--ƑEs tu telenovela ideal?

--No lo sé, porque creo que todavía me faltan telenovelas por hacer, pero si hablo de este momento puedo decir que sí lo es.

--Aunque no haya tenido originalmente ese propósito, Ƒes esta tu respuesta a las propuestas innovadoras de Argos en Tv Azteca?

--No estoy respondiéndole a nadie, estoy respondiendo a mi propio interés, a mi propia necesidad de expresión. Suena terrible y es una gran responsabilidad, pero yo llego a veces a 300 millones de seres con una telenovela. Es una responsabilidad desde el punto de vista ético y estético. La tengo que asumir. Ellos (Argos) han manejado sus productos en dos vertienes, menos soñadoras, menos románticas: una política y otra sobre la realidad cotidiana. Pero no se trata nada más de de eso, porque no vas a componer el mundo a través de la televisión. Se ha estigmatizado mucho a la televisión porque se dice que es una forma de conducir las voluntades. Me parece que es darle demasiado valor a un aparato que está prendido mientras muchas mujeres planchan o les dan de comer a los hijos. Porque ahí viene una labor al interior de la familia, decirles qué hay de verdad y que no en lo que están viendo.

"La telenovela está dirigida fundamentalmente a la mujer, a sus instintos, a su emoción, a su intuición. Mujeres atribuladas con problemas reales, concretos, por resolver cada día. Frente a ella mi propuesta es un gran cuento, no una realidad que las va a transformar. En medio de sus tribulaciones, les das un cuento, un cuento de amor que le provoca pequeñas catarsis internas, que las entretiene y les lleva pequeñas dosis de felicidad; sueñan. Soñar es válido, es importante, que no se nos olvide. Ese es el sentido de mi trabajo y me reconforta pensarlo así y poderlo hacer con una telenovela, un producto tan estigmatizado, al que todos ven pero todos critican. Mi prioridad en todo caso es hacer un producto de calidad. Sí pienso que el espectador de televisión tiene que ser más selectivo y sí me gustaría que demandara otras cosas para que los productores trabajemos en eso. Porque estamos inundando de productos a los que no puedo calificar negativamente, pero creo que podrían ser mejores".

En Amor gitano, Pedro Damián trata de acercarse a una cultura y un grupo étnico "muy particular que ha sido estigmatizado. Para mí el universo gitano es rico en tradición, en principios éticos, filosóficos, es un universo lleno de magia y sincretismo que ha logrado adaptarse a las distintas sociedades en que se ha desarrollado. Para hacer esta telenovela, aunque la historia se desarrolla alrededor de 1500, trabajé con parte de la comunidad gitana en México y me contacté por Internet con gitanos de otros lugares, lo que nos permitió enriquecer la historia que estábamos haciendo. Es una historia ritual y mítica, manejamos muchos mitos y símbolos con toda intención. Por ejemplo, la presencia constante de los cuatro elementos: aire, agua, tierra y fuego. De un modo u otro están presentes permanentemente".

Olga Ruy López --considera Pedro Damián-- "es una escritora con una gran imaginación, con grandes recursos literarios, maneja las cosas con inteligencia. Creo que era una gran lectora de clásicos porque hay pasajes donde encuentras ahí metido, por ejemplo, al Conde de Motecristo. Maneja muy bien el lenguaje abstracto y poseía una enorme visión del espectáculo, podía vislumbrar las grandes peleas que tenemos en la telenovela. El reto fundamental fue hacer creíbles los ambientes que aparecen dentro de la historia, pero también estamos jugando a inventar una realidad, porque nadie tiene la documentación para saber al cien por ciento cómo era el vestuario y los escenarios. Es una telenovela de época, no es histórica, pero sí tratamos de hacer creíbles las ambientaciones".