MAR DE HISTORIAS

El dolor de una mamacita

n Cristina Pacheco n

 

-Espérame, Perla: voy a ver si en el refrigerador tienes un bisté.

-Ay, Nancy, no te molestes: ni hambre tengo.

-No lo quiero para que te lo comas, sino para ponértelo en el ojo: dicen que la carne fresca es buena para bajar las inflamaciones.

-Y de paso, Ƒno quitará las llantitas?

-Qué bárbara, Perla, no sé cómo tienes ganas de hacer bromas. Yo en tu lugar estaría trinando de furia contra el Ray: es un desgraciado.

-ƑPor qué le dices tan feo?

-Porque sólo un desgraciado puede portarse así con una mujer. ƑQué no te has visto en el espejo?

-Oye, Ƒte parece que me dejó muy mostrosa?

-Algo... Imagínate: si en la calle te puso esa golpiza, te agarra sola y te mata. ƑNo tuviste miedo de que te siguiera?

-Qué iba a seguirme; no te dije que cuando vio que me sangraba la nariz me bajó del coche, agarró y se fue.

-Qué bárbaro: qué poco hombre.

-Tampoco, tampoco...

-Lo único que falta es que lo disculpes y que si viene, lo recibas. Júrame que no lo harás.

-No tengo que jurarte nada porque sé que esta vez el Ray no volverá.

-ƑA poco estuvo tan fea la cosa?

-Horrible, manita.

-Perla: Ƒte doy un consejo? Aprovecha para no volver con el Ray. Date por ofendida, después de todo tienes motivos. Te juro que te veo y me duele la cara. ƑQuieres que te ponga otro hielito?

-No: mejor regálame un cigarro.

-Con la boca partida, Ƒvas a fumar?

-Pareces mi mamá. Préndeme un cigarro.

-Que conste que te lo doy porque tú me lo pides, pero si te hace daño será por tu culpa.

-Una más...

-ƑQué?

-Otra culpa: se supone que todo lo que me sucede es por mi culpa.

-No dije eso.

-Tú no, pero mi prima Judith sí. Anoche vino a verme y me salió con que era culpa mía que Ray me hubiera golpeado.

-Ella Ƒqué sabe de tus cosas como para andar opinando?

-Nada más lo que sucedió con el Ray.

-Por terrible que haya sido, el tipo no tenía derecho a golpearte... Ƒo sí? Por favor díme qué pasó.

-Metí la pata gachísimo. El miércoles fuimos a comer. A la hora en que estaba pagando la cuenta, Ray me pidió que lo acompañara a Perinorte. "ƑA qué vamos?", le dije. "Quiero que me ayudes a escogerle su regalo a mi jefa". Entonces, por hacerme la chistosa, le pregunté: "Y a mí, Ƒqué vas a regalarme?" Y que me dice: "Ah, chingao, Ƒy yo de qué o por qué tengo que reglarte el 10 de mayo?" Con todo y que sentí bien feo, le contesté en buen plan: "Pues como siempre me dices mamacita..." No agarró la onda, Ƒtú crees?, y bien serio que me salió con eso de que "madre sólo hay una".

-ƑY no te acordaste del chiste?

-Pues claro, y allí estuvo el problema: me reí. El Ray se encabronó: "Mi jefa no es tu burla y además no me gusta que la andes mentando". Me sorprendió y le pregunté qué quería decir con eso. "Que no eres digna de hablar de mi mamá".

-Seguro te enfureciste.

-Sí, pero traté de calmarme y toda dulce, le dije: "No me ofendas, mi amor, porque no me lo merezco y sábete que me siento tan pura y limpia como tu propia madre". Y entonces que me barre con la mirada, así, como poniéndolo en duda, y luego que me amenaza: "No se te ocurra volver a decir eso porque te rompo el hocico". Eso sí ya me caló bien feo.

-Pues cómo no. Si ahorita que me lo estás contando siento coraje, ya me imagino lo que habrás sentido cuando oíste al Ray.

-Uta: haz de cuenta que me jalaron los pelos como cuando era chamaca, y allí sí ya no pude controlarme. Agarré y me levanté de la mesa. Entonces aquél me gritó: "ƑA dónde vas?" Como no me detuve ni le contesté, me siguió a la calle. Era lo que yo quería porque al menos no íbamos a seguir dándoles chou a las personas que estaban en el restorán. Cuando Ray me alcanzó me jaló del brazo bien feo y le dije: "No me trates como si fuera tu puta porque yo no te he dado motivo para eso". Luego luego apareció el peine.

-De seguro te preguntó por el Ruso?

-Sí, como siempre que anda borracho. Y se lo dije: "Tomaste, mejor hablamos luego, cuando estés en tus cinco". Agarré a caminar y él detrás de mí, exigiéndome que le dijera si seguía viendo al Ruso. No respondí para no meterme en más líos, pero aquél siguió entercado: "Me estás engañando otra vez". Ni modo de seguir haciéndome la occisa, así que le di la cara: "Oyeme, Ray, Ƒde qué hablas?" "Del lunes -me respondió-. Me pasé la noche llamándote por teléfono y no contestaste".

-ƑY eso qué tiene que ver con que crea que sigues viendo al Ruso?

-Fue exactamente lo que le pregunté y ya no supo qué responderme. Entonces quise tomar un taxi pero me salió con que si no iba a acompañarlo a comprarle el regalo a su mamá. Le respondí: "ƑDe eso sí soy digna? Te lo pregunto porque como según tú no soy lo suficientemente buena para mencionar a tu santa madre..."

-ƑCómo reaccionó aquél?

-Hizo como que se reía y yo pensé "ahí muere" y acepté acompañarlo a Perinorte.

-Después de cómo te había tratado, Ƒpor qué lo hiciste?

-Para que no siguiera gritándome en la calle y también porque pensé: "Si agarro por mi lado pensará que voy a encontrarme con el Ruso y entonces sí, capaz que se me ponga más grueso".

-Me das la razón: le tienes miedo al Ray.

-Algo, y por eso me quedé bien pegada a la portezuela. El se dio cuenta porque me dijo: "Hazte para acá, mamacita". No quise y que comienza a jalonearme. Le grité que era un patán, un pelado y que si seguía molestándome iba a tirarme del coche.

-ƑA poco te creyó?

-Claro que sí: el Ray me conoce y sabe que cuando digo algo, no miento... Por eso se tranquilizó y se la pasó agarrándome la mano, como queriendo contentarme, pero yo seguí callada hasta que me dijo: "ƑEn qué piensas, mamacita?" Le contesté la verdad: "En que no me gusta que me andes diciendo que no soy digna de mencionar a tu madre". En seguida dio el enfrenón y me abrazó: "Perdóname, no quise ofenderte".

-ƑY qué tal si hubiera querido?

-Otra vez le atinaste: eso fue exactamente lo que le dije y de nuevo se disculpó. No quise que Ray pensara: "a ésta la insulto y no pasa nada porque con tres palabritas la contento", así que seguí más muda que el muerto.

-Eso a los hombres como que les cae muy gordo y luego no saben ni qué hacer.

-El Ray se picó y quiso arreglar las cosas diciéndome: "Ahorita que lleguemos a Peri aprovechas y escoges tu regalo". Le respondí que no se molestara, que muchas gracias, que yo no soy su mamá. Y sácale, que se ofende: "Si hay algo que no soporto es que me desprecies. No seas malita, pídeme lo que quieras".

-Le hubieras agarrado la palabra, nada más para ver qué hacía.

-No lo pelé y él se puso a rogarme: "ƑQuieres un vestido?" "No". "ƑUnos zapatos de tacón, una bolsa?" Yo seguí montada en mi macho hasta que él, muy contento, me dijo "Ah, ya sé lo que te voy a comprar: el reloj que te gustó el otro día". No sé en qué estaba yo pensando porque se me salió contestarle: "Ya lo tengo. El Ruso me lo compró por el Día de la Madre". Y ahí fue donde me tiró el primer madrazo.

-Tonta, le hubieras dicho que te había malinterpretado, que todo era un error.

-Imposible. El Ray me conoce y sabe que cuando hablo siempre digo la verdad.