n Tras 15 años de trabajo, presenta su poemario Sueños de profundo olvido


La poesía, una búsqueda infructuosa: Alcántar

César Güemes n Incluso al olvido hay que nombrarlo para que no desaparezca del todo. La tesis es de Arturo Alcántar y dio pie para que luego de quince años de labor poética ofrezca en forma de libro el resultado, Sueños de profundo olvido, uno de los dos títulos iniciales con que da comienzo la colección Monte Gargano, coordinada por Raquel Huerta-Nava.

ųCiertamente el ejercicio del periodismo está muy vinculado con el de la prosa de ficción, pero quizá no tanto con la poesía. Tu caso es peculiar.

ųMe pareció durante un tiempo haber vivido una especie de esquizofrenia escritural, porque el diarismo, en su intento por la objetividad, la certidumbre y la contundencia, es del todo distinto a la poesía, que es lo incierto o, en el mejor de los casos, una búsqueda infructuosa. Hablo un poco en pasado, porque supongo que el periodismo para mí ha quedado atrás, aunque no pueda asegurarlo, y por ahora sólo me dedique a la poesía.

ųƑLa vena poética se puede descubrir ya en la primera madurez?

ųEmpecé a publicar algunos poemas en el 92, ya bastante tarde, pero comencé a escribir mucho antes. Mis primeros textos eran "monstruitos" verbales que no me atrevía a mostrar; siempre estuvieron en un cajón. Mucho después, ya en el periodismo, me atreví a publicar ciertos trabajos, como algunos de los que se incluyen en este libro.

ųEl volumen se divide en tres etapas, todas denominadas como sueños. ƑCuál es el contacto entre la búsqueda que señalas y el mundo onírico?

ųMe gustó mucho cierta imagen que viene a la mente a veces al despertar, dices: soñé algo, pero no me acuerdo qué. Eso mismo, con un poco de elaboración, me hace pensar que lo soñado fue el olvido. El concepto me agrada para envolver a todos estos poemas que hablan de sueños y olvidos. Hay una división ahí entre cronológica y temática. La primera parte es la puerta de entrada a algunos poemas iniciales que tocaron estos temas, y la segunda es hacer memoria curiosamente del olvido. En el texto final asumo a la voz que habla como al olvido mismo. Supongo que la única manera de nombrar a esa suerte de nada es a partir del recuerdo, paradójicamente. El olvido es la muerte que llevamos encima, hay que nombrarlo para que no nos espante y no desaparezca.

ųEn cuanto a la forma, hay versos de una sola palabra. Llegaste muy pronto a la concreción extrema.

ųFue por medio del ejercicio poético. El libro abarca un lapso de quince años de trabajos. Claro que sólo incluí los textos temáticamente afines. El caso, también, es que uno nunca sabe con objetividad cómo llega a ciertas parcelas de la poesía, ya sea la concreción de que hablas, al ritmo o la musicalidad. Es algo misterioso. Además, reflexiono poco al respecto.

ųSi en el volumen hay textos de quince años de labor, implica que muchos quedaron fuera.

ųEn cuanto a los temas, sí, quise ser estricto. En cuanto a la calidad hay otros que si bien abordaban el tema, los deseché porque acabaron por gustarme menos.

ųY llega pues el momento en que les das cabida en un libro, que ya no es una decisión editorial, sino interna.

ųBusqué evitar la dispersión en periódicos, revistas, y desde luego en cajones y disquetes. Hubo un tiempo en que decidí que los poemas no estuvieran ya a la intemperie, sino al cobijo por lo menos de la reunión. Aparte de que sabemos que no es lo mismo que se difunda un poema en un diario a que aparezca en un volumen, incluso el público no siempre es el mismo en ambos medios. Entonces sí hubo una cierta necesidad interna para dar a conocer este libro, que se conjuntó con la oportunidad editorial.

ųEncuentro además que el tinte de los poemas es poco optimista, para decirlo de algún modo.

ųHay un filtro moral entre la memoria y el olvido. A éste siempre se le asocia con el mal y a la memoria con el bien. Parece que fuera algo que responde a la sanidad: el recuerdo es sano y la pérdida de un registro indica enfermedad. Claro que yo cuestiono qué tan saludable es a veces estar repleto de recuerdos. Me parece que fue Nietzsche quien dijo que uno tiene que olvidar el animal que fue para asumirse como plenamente humano. Ahí habría una manera benéfica de ver al olvido. En el libro no lo analizo de manera alegre, sé que hay angustia y dolor. En todo caso trato de convivir con estas sensaciones y hacerlas más llevaderas e incluso hasta poéticas.

ųLa cocina poética puede volverse diván, o viceversa, Arturo.

ųMe da la impresión a veces que no soy yo quien escribe esto, o ya de plano en la absoluta locura que no lo escribe nadie. No me queda entonces más que tragar un poco de saliva y ver el espectáculo de cómo se empiezan a formar las palabras mismas. Esto pisa el terreno de la metafísica, pero es cierto y muy tangible. La cocina poética es maravillosa, aunque a veces me resulta inútil asomarme a ella. En todo caso hacer poesía y meterme a ese proceso es algo que ya se me ha vuelto necesario.

(Los primeros dos títulos de la colección Monte Gargano, Sueños de profundo olvido, de Arturo Alcántar, y Trilogía de Arena, de Elizabeth Algrávez, se presentan este martes a las 19:00 en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.)