Desde la medianoche del viernes pasado se inició una huelga de hambre en mi alma mater, la Universidad de California en Berkeley, institución considerada entre las mejores del mundo.
Seis estudiantes han decidido dejar de consumir alimentos hasta que las autoridades universitarias se comprometan a dar el respaldo institucional que siempre se ha negado al Departamento de Estudios Etnicos. Los huelguistas han recibido el apoyo de muchos de sus colegas de Berkeley y otras universidades.
La represión oficial ya se ha manifestado. El martes por la madrugada cerca de cien jóvenes fueron arrestados y encarcelados.
La protesta estudiantil se enfoca hacia la defensa del Departamento de Estudios Etnicos, único en todo el campus que se dedica a cubrir cuestiones raciales y, en particular, a estudiar de manera sistemática y rigor académico las historias y experiencias de las comunidades afroamericanas, asiáticas, indígenas, y chicano/latinas.
Producto de las reformas educativas que resultaron de los movimientos estudiantiles de la década de los sesenta, este departamento ha logrado reconocimiento nacional y mundial por la calidad de sus programas de licenciatura y posgrado, la excepcional concentración de investigadores de primer nivel, y las aportaciones pioneras para redefinir el papel de las minorías raciales tanto en la sociedad como en la academia estadunidense.
En 1993, tuve la fortuna de ser el primer inmigrante mexicano en recibir el doctorado en Estudios Etnicos en Berkeley, California.
A pesar de sus logros, estos estudios nunca han recibido el respaldo económico adecuado de las autoridades. El departamento siempre ha sido tratado como un miembro de segunda clase de la comunidad universitaria, reflejando fielmente la desigualdad que ha privado en la sociedad estadunidense.
En años recientes se intensificaron los ataques reaccionarios en contra de las reformas social y educativas de los sesenta. Entre otros cambios, se eliminaron los programas de acción afirmativa, los cuales permitían una mejor representación de la diversidad social de California en las universidades públicas. Los estudios étnicos, siempre críticos del status quo, también se convirtieron en blanco de las fuerzas reaccionarias. En Berkeley, la oposición institucional ha llevado al deterioro de un departamento que previamente fue considerado una verdadera joya de la universidad.
La causa de la protesta estudiantil es un ejemplo claro del fracaso de las instituciones públicas de California para responder a las necesidades de una sociedad multirracial, de incomparable riqueza económica y cultural, pero todavía bajo el control de personas que se niegan a aceptar que la era de la ``república blanca'' ha quedado irremediablemente en el pasado.
La lucha por los programas de estudios étnicos en Berkeley y otros planteles representa un esfuerzo para responsabilizar a las instituciones ante los diversos intereses de una sociedad cada vez más heterogénea. La supuesta excelencia académica que tanto preocupa a las autoridades universitarias, es percibida como absurda si se excluye del currículum la totalidad de las experiencias de minorías raciales, cada día más numerosas.
La lucha que los grupos minoritarios realizan en California por el derecho a una educación universitaria de alta calidad, intenta reasignar el control a un estado donde se encuentran los principales asentamientos de mexicanos en Estados Unidos. El acceso a la educación que ofrecen universidades como la de Berkeley es vital si deseamos que la comunidad mexicoamericana también alcance el desarrollo social, económico, cultural, y político que merece.
Ante tal escenario, no se puede decir otra cosa más que... ¡Viva la huelga!
* Miembro de la Coalición de Mexicanos en el Exterior Nuestro Voto en el 2000