La Jornada martes 11 de mayo de 1999

CHIAPAS: LA FRACTURA DEL PRI

SOL La renuncia al Partido Revolucionario Institucional (PRI) de un importante grupo de dirigentes y cuadros chiapanecos, encabezado por el senador Pablo Salazar Mendiguchía, evidencia el achicamiento ųsi no es que la desapariciónų de espacios de participación política en el oficialismo en Chiapas, la cerrazón partidaria propiciada por el gobierno de Roberto Albores y la imposibilidad de conciliar, en esa entidad, la conciencia crítica y honesta con una militancia priísta.

En efecto, la salida de Salazar Mendiguchía y sus compañeros ha sido precedida por innumerables agresiones e intentos de linchamiento político en su contra, por parte de los líderes del PRI en el estado.

Al mismo tiempo, el hecho muestra la descomposición y la menguante viabilidad del aparato gubernamental estatal y de su partido, los cuales se encaminan a convertirse en representación exclusiva de los grupos e intereses oligárquicos locales.

Con la salida de Salazar Mendiguchía y sus compañeros, el PRI chiapaneco pierde toda capacidad propositiva y toda perspectiva de participar, de manera constructiva, en la formulación de propuestas que propicien la pacificación y la normalización democrática de la entidad, y queda reducido a un aparato de golpeteo, apoyo y control político al servicio de un gobernador que suple a su antecesor interino y que carece, por ello, de cualquier vestigio de legitimidad por mandato ciudadano. En suma, a partir de la fractura, resulta ya improcedente esperar soluciones procedentes del priísmo estatal, el cual queda inscrito, más bien, en la lista de problemas.

No es casual el contraste entre las virulentas y predecibles reacciones de los caciques políticos locales vinculados al régimen de Albores y la mesura ųe incluso, el pesarų que se percibe en la directiva nacional del tricolor por la renuncia colectiva. El PRI no puede ignorar que tal suceso lo priva, en Chiapas, de legitimidad y mediaciones políticas y lo deja sin más representación en el estado que el gobernador Albores, los auténticos coletos y los chinchulines.

En cambio, desde la perspectiva de las oposiciones y de la organización ciudadana independiente, la salida del senador y sus colegas enriquece significativamente el escenario y amplía las posibilidades de construir candidaturas de unidad que abran, por la vía de los triunfos electorales pacíficos, cauces a la participación política de la sociedad, y neutralicen al ejecutivo estatal como uno de los principales obstáculos a la paz con justicia y dignidad que exige y merece la gran mayoría de los mexicanos.