PAGINA 9 Ť Lourdes Galaz
La debacle mexiquense
* Partidos y candidatos empiezan a mostrar sus cartas y mucho más * Montiel recibe apoyo del primer priísta y Martínez del primer perredista * El panista Durán Reveles no afloja el paso
... las encuestas muestran que cerrarán la batalla Arturo Montiel y José Luis Durán... Higinio Martínez, del PRD-PT, prevén los estudios, alcanzaría el tercer lugar...
Vistosas mantas blancas con letras en azul y naranja ųGobernador-Amigoų atraviesan la calle principal de Santiago Tianguistenco y se miran hasta en la plaza central del poblado. En casi todos los postes de luz y teléfono cuelgan plásticos con las fotos de candidatos a gobernador y los colores blanco, azul y naranja, también el amarillo y el negro. Desde el atrio de la capilla a la Virgen de Zapopan, en la comunidad San José Mezapa, uno de los pobladores llama por micrófono a la gente para el reparto de materiales de construcción; ya en cortito, el hombre hace proselitismo con los vecinos de Tianguistenco ųla tierra de Carlos Hank Gonzálezų, donde apenas aparecieron algunas bardas pintadas de verde, blanco y colorado.
Son las campañas por el gobierno mexiquense. Habrá comicios el 4 de julio, exactamente un año antes de las elecciones presidenciales del 2000. Políticos y politólogos afirman que el estado de México es el laboratorio donde se ensayan estrategias y medios. La última semana, los tres candidatos a gobernador y sus partidos comenzaron a enseñar las cartas y mucho más. Los equipos de campaña aceleran el paso. Por estos días el PRI recibe el apoyo del primer priísta, Ernesto Zedillo, quien por segunda ocasión, este jueves va de gira por el Edomex. También el PRD recibe la visita del primer perredista, Cuauhtémoc Cárdenas, el fin de semana.
Las encuestas muestran que cerrarán la batalla Arturo Montiel, del PRI, y José Luis Durán, del PAN-PVEM. El candidato del PRD-PT, prevén los estudios de opinión, alcanzaría el tercer lugar. Hace dos años, en la elección federal de 1997, el PRD logró 33.29 por ciento de los votos, frente a un disminuido PRI que apenas pudo alcanzar 34.26, la votación más baja del priísmo en la historia electoral mexiquense. Entonces el PAN obtuvo sólo 19.46 por ciento de la votación, once puntos menos que en los comicios municipales de un año antes (1996), cuando ganó 22 ayuntamientos (de un total de 122) para gobernar a 30.5 por ciento de la población estatal, que en total llega a 13 millones de personas.
Hoy en día el PRI tiene en su poder 73 ayuntamientos y gobierna a 49.8 por ciento de los mexiquenses. El PRD es gobierno en 26 municipios, donde vive 19.5 por ciento de los habitantes del estado. Y el Partido Verde Ecologista de México lleva la administración de una alcaldía, la de Cocotitlán, en la zona oriente.
Las fuerzas políticas en el Congreso estatal tienen un peso similar. El partido tricolor perdió la mayoría: los priístas ocupan 30 de las 75 curules. Acción Nacional tiene 22; el PRD 17 diputados; tres el PVEM, dos el PT y uno conserva las siglas del PFCRN.
La geografía político-electoral de este estado que aporta 15 por ciento de los sufragios del país y hace menos de una década fue semillero de votos tricolores, comenzó a modificarse luego de las elecciones locales en las que se eligió gobernador a Emilio Chuayffet, en 1993. Entonces las principales fuerzas del estado se repartieron los votos con mayoría para el PRI, con 58.5 por ciento; 17.07 para el PAN y 12.4 puntos porcentuales para el PRD. A partir de esos comicios el panorama cambió. En las elecciones federales de hace cinco años, las de 1994, cuando se eligió presidente a Ernesto Zedillo, la votación priísta bajó a 46.4 por ciento, el PAN subió a 25.6 y el PRD alcanzó 18.1 puntos.
Llegaron los comicios municipales de 1996 ųcon Emilio Chuayffet ya en la Secretaría de Gobernaciónų y el PRI siguió cayendo. Ese año obtuvo sólo 37.17 por ciento de los votos válidos. El PAN logró la mayor votación alcanzada en su historia al sumar 30.41 por ciento de los sufragios y el PRD contabilizó a su favor 21.64.
Al año siguiente, como se refiere antes, en las elecciones federales de 1997 el PRI siguió en debacle y obtuvo 34.26 por ciento de los votos, mientras que el PRD se acreditó 33.29 y la presencia del PAN cayó once puntos en relación con los comicios del 96, al sumar sólo 19.46 por ciento de sufragios a su favor.
Con estos porcentajes llegan las tres fuerzas políticas al proceso electoral de 1999. Con todo tipo de conflictos internos y algunas fisuras, los tres partidos postularon como sus candidatos a personajes bien representativos en la política local. Como es su costumbre, en convención de delegados el PAN designó como candidato a José Luis Durán, alcalde de Naucalpan. Hombre del equipo de Diego Fernández de Cevallos, Durán es un joven político audaz y habilidoso con cercanía al senador mexiquense Luis Felipe Bravo y a Vicente Fox, el aspirante a Presidente.
Sus adversarios, Arturo Montiel, del PRI, e Higinio Martínez, del PRD, fueron postulados en consultas abiertas. Los procesos se complicaron tanto que todavía hoy persisten las fisuras y los candidatos no han logrado el apoyo de las diferentes tribus partidistas. Tanto Montiel como Martínez han tenido serios problemas en la organización de sus equipos y en las estrategias de campaña.
En estudios de opinión no publicados y facturados en Los Pinos, el perredista se derrumba electoralmente (tendría 17 por ciento de los votos); el priísta Montiel estaría apenas cinco puntos arriba (33 por ciento a favor en las muestras) del panista Durán, que habría subido a partir de marzo su popularidad hasta 28 por ciento, con una bien estructurada y costosa estrategia de medios y el apoyo de la directiva nacional, de los cuadros del partido más representativos. Fernández de Cevallos es, virtualmente, el coordinador de la estrategia de Durán.
Si bien es cierto que el PAN y Vicente Fox (el gobernador ha encabezado dos mítines de Durán) con sus amigos han coordinado sus esfuerzos en la campaña mexiquense con miras al proceso eleccionario del 2000, los candidatos del PRI y del PRD resienten los cambios de las dirigencias nacionales (otra vez el fraude del PRD y la mascarada del PRI) y, adicionalmente, la lucha por la sucesión presidencial que acapara el interés de sus organizaciones. Y es que ni Montiel ni Martínez han tenido el total apoyo, económico y político, de sus partidos.
Tanto es así y tan mal van las campañas que el pasado fin de semana surgió la especie de que el perredista podría declinar su candidatura a favor de una alianza con Durán. Tan inverosímil parece este rumor como el del atentado contra el candidato priísta y el de que podría rendirse para entregar la estafeta (šqué locura!) a Oscar Espinosa Villarreal. A propósito, los priístas niegan la versión del PRD sobre una entrega del Palacio de Toluca en pago al voto azul por el IPAB. En fin, lo cierto es que ni siquiera el otrora activísimo grupo Atlacomulco, con Hank González y demás, ha mostrado su presencia en la campaña por el gobierno del estado de México.
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