Alejandro Nadal
Derrota en Bruselas

Expertos en hacer concesiones para obtener acuerdos defectuosos, los funcionarios de la Secretaría de Comercio (Secofi) preparan la siguiente ronda de negociaciones en Bruselas para el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea (TLC-UE). Su estrategia es sencilla y transparente. Consiste en hacer todas las concesiones en Bruselas.

Por eso, ``nuestro'' embajador ante la Unión Europea está en México, procurando convencer a los productores mexicanos sobre las bondades de doblarse ante las demandas europeas. Su misión la entiende de manera distorsionada. En lugar de defender los intereses mexicanos, promueve la flexibilidad frente a los europeos. Y es que en la tradición de Secofi en negociaciones anteriores, ese funcionario se ha especializado en arrancar concesiones... ¡a la parte mexicana!

Los europeos buscan acceder a las ventajas que ya ofrece a sus signatarios el Tratado de Libre Comercio para América del Norte. Por eso, el embajador mexicano en Bruselas, atento a las necesidades de la UE, propone ``destrabar'' las negociaciones acelerando el calendario de desgravación arancelaria por el lado mexicano.

Pero, ¿para qué quiere Secofi a toda costa el TLC-UE?

El saldo de la balanza comercial de México con los países de ese bloque arroja un fuerte déficit. Desde 1994 rebasó los 6 mil millones de dólares (mmdd). Sólo se redujo a 3.3 mmdd en 1995, como resultado de la macrodevaluación y la recesión inducida por el gobierno de Zedillo.

A partir de 1996, cuando la economía mexicana retorna al semiestancamiento, el déficit con la UE recuperó su trayectoria de expansión. Y cuando el gobierno retomó su política cambiaria para controlar la inflación, ese déficit creció aceleradamente. Entre 1996 y 1998, el déficit con la UE pasó de 4 a 7.7 mil millones de dólares y se consolidó como uno de los pilares del desequilibrio de la balanza comercial.

¿Creerá la Secofi que el TLC-UE permitirá revertir este desequilibrio? Si la respuesta es afirmativa, se confirmaría que sus funcionarios no tienen idea de lo que es la economía mexicana. La triste realidad es que las exportaciones mexicanas carecen de bases sólidas de competitividad para revertir ese desequilibrio. Primero, el entorno macroeconómico no les ofrece condiciones de financiamiento y estabilidad. Segundo, tampoco tienen el apoyo necesario para asimilar las capacidades tecnológicas necesarias para hacerse realmente competitivas (Aunque, claro, de seguro para la Secofi eso no importa, porque ``nuestra'' ventaja competitiva es la mano de obra barata)

Otro objetivo del TLC-UE es atraer inversión extranjera directa (IED). Eso mismo buscó el Tratado de Libre Comercio para América del Norte y por eso se incluyeron los capítulos IV y XI sobre reglas de origen e inversiones, respectivamente. El primero establece niveles elevados de valor agregado de procedencia regional para que una mercancía pueda ser incluida en el régimen de ese acuerdo. El segundo es un adelanto del tristemente célebre. Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI), con todos los derechos para las transnacionales y todas las restricciones para los gobiernos.

¿Qué tanto aumentó la IED bajo estas nuevas condiciones del Tratado de Libre Comercio para América del Norte? La IED real apenas alcanza 36 mil millones de dólares entre 1994-1998. Esta es una cifra comparable a la del sureste de Asia para ese periodo, sólo que esos países no tuvieron que atarse de manos como México con su tratado comercial. La IED proveniente de la UE apenas es el 13 por ciento de ese total y difícilmente va a aumentar de manera significativa con el acuerdo que se está negociando, aunque incluya un capítulo sobre inversiones que les conceda todos los privilegios.

En síntesis, el TLC-UE va a profundizar el desequilibrio comercial con Europa, intensificando la vulnerabilidad de la economía mexicana.

¿Qué quedaría del sexenio del gobierno Zedillo si fracasan las negociaciones con la Unión Europea? El balance ya es francamente negativo: una crisis económica que nunca fue superada, la quiebra del sistema bancario y el rescate de sus dueños bajo la ilegalidad más completa; finalmente, conflictos sociales marcados por la militarización inconstitucional y el despliegue paramilitar en Chiapas que condujo a la masacre de Acteal. En el ocaso del sexenio, el saldo está marcado por la incapacidad en lo económico y en lo político.

Por eso, el gobierno siente que no puede darse el lujo de un fracaso en las negociaciones con la Unión Europea. En la limitada perspectiva oficial, es lo único ``positivo'' que va a dejar el sexenio. Hay que conseguir el TLC-UE a toda costa. Aún cediendo todo en Bruselas.