Las autoridades de la UNAM están mostrando no sólo ineptitud sino también mala fe para enfrentar la huelga estudiantil: un conflicto que lleva más de tres semanas y que ellas mismas le generaron al país al pretender establecer cuotas ilegales de inscripción y de colegiatura en contra de los intereses del pueblo mexicano.
1. El rector Barnés actúa ante el conflicto más grave que ha tenido la institución en los últimos 10 años como si la UNAM no estuviese cerrada y los estudiantes en huelga no existieran, pensando que el gobierno va a resolverle la situación, y no tiene iniciativa política alguna. La burocracia universitaria en tanto, al margen de las provocaciones que hace con sus exámenes o clases extramuros que están siendo un fracaso, sigue tan campante en los restaurantes de lujo del sur de la ciudad, y no cesa de repetir que la universidad está cerrada por fuerzas ajenas y que no quiere ya ni ver a los estudiantes en huelga.
2. La realidad sin embargo es otra, y la entusiasta manifestación de los estudiantes en huelga del 12 de mayo no sólo fue una formidable muestra del vigor y de la madurez del movimiento estudiantil sino de la indignación de amplios sectores de la sociedad que plantean nuevas formas de resistencia ante las agresiones del régimen.
3. La comunidad universitaria sabe bien que las actividades podrían reanudarse en la Universidad en unos cuantos días de haber voluntad de la rectoría para ello y abrogar el Consejo Universitario la medida ilegal, y que si la UNAM está semiparalizada es responsabilidad exclusiva de la burocracia universitaria que, por oscuros motivos políticos, le está causando un grave daño a la institución y al país.
4. El movimiento estudiantil ha puesto de relieve como pocas veces la ingerencia del gobierno en la vida universitaria y la urgente necesidad de que la Universidad sea realmente autónoma, como lo establece la ley, pues la simbiosis entre la burocracia oficial y la universitaria ha llevado a la institución a una degradación sin precedentes. ¿Qué universitario que se respete y entienda el principio de autonomía puede aceptar por ejemplo que el salinista Francisco Rojas, que fue señalado por sus actos de corrupción en Pemex en el sexenio pasado, sea uno de los tres miembros del Patronato Universitario, y hable del conflicto como tuvo el cinismo de hacerlo a Proceso?
5. La decisión de la Rectoría de crear una llamada Comisión de Encuentro (11 de mayo) constituye una nueva falta de respeto a la UNAM y al país, pues resulta evidente que no se quiere resolver el conflicto. Barnés había respondido a los estudiantes en huelga el 27 de abril que él y sin intermediarios dialogaría con ellos, y ahora se echa para atrás, desconoce que el diálogo debe ser con el CGH y plantea que ``su comisión'' dialogaría con todos los universitarios, como si desconociera lo que piensan. El rector no tiene desde luego facultades para crear comisiones, y este grupo de académicos carentes de relieve y de representatividad, se cerraron el camino al diálogo el mismo día de su designación al descalificar a los huelguistas.
6. La llamada ``estrategia de la Rectoría'' y de Gobernación, que no es más que una guerra sucia contra los estudiantes, está fracasando en todos los frentes, y lo único que ha logrado hasta ahora es consolidar al movimiento. El intento de aislar a los estudiantes de la sociedad con una campaña de desinformación no ha conducido más que a ahondar el desprestigio de Televisa y de Televisión Azteca. La tentativa de hacer creer que el movimiento de huelga es minoritario y lo organizan fuerzas externas o el PRD la desmienten los hechos todos los días. Y la pretensión de dividir a los estudiantes no ha logrado más que cohesionar al movimiento y mostrar la división de las autoridades.
7. El proyecto de organizar clases extramuros o exámenes finales para dejar a los huelguistas fuera de la UNAM fue un fracaso absoluto, como lo está siendo la intentona de organizar a un grupo de jóvenes en contra de la huelga (los ``contras''), que lo único que han logrado es sacarle miles de pesos al patrimonio universitario. El intento de alargar el conflicto para culpar a los estudiantes por una posible pérdida del semestre no está consiguiendo, por último, más que hacerles perder toda autoridad moral a las autoridades, ya tambaleantes en sus puestos. La burocracia universitaria tiene aún, es cierto, el recurso a la violencia represiva, que no ha abandonado del todo, pues se han producido casos de amenazas e incluso de secuestros de estudiantes, pero no puede desconocer que en esta eventualidad tendría que enfrentarse no sólo a los universitarios sino a todo el país.
8. El ``estilo Barnés'' para enfrentar a la huelga no es otra cosa que el ``estilo Labastida'' para gobernar, y lo que acontece en la UNAM es una advertencia a los mexicanos de los graves riesgos que se cernirían sobre el país en el caso de que Ernesto Zedillo lograra su pretensión de imponer a Francisco Labastida en la silla presidencial.
9. La Rectoría de la UNAM no tiene consenso alguno al interior de la comunidad para proseguir con las políticas de privatización, ni para alargar un conflicto que ella misma creó violando el marco legal del país, y por ello se multiplican las voces para que se detenga en la pendiente de irracionalidad en la que se ha lanzado y entienda que debe actuar con sensatez y anteponer a sus intereses políticos algo que está desconociendo: el espíritu universitario.
10. El régimen mexicano vive, es cierto, en una época de bajezas morales, pero autoridades universitarias que no escuchan a los estudiantes o que se lanzan contra éstos, no merecen estar en sus puestos.