Entra en su fase final la discusión del programa de posgrado en Economía de la UNAM, que representa la adecuación de los programas existentes al nuevo Reglamento General de Estudios de Posgrado. Una de las innovaciones fundamentales que introdujo este reglamento fue la definición de programas de posgrado a los cuales confluye personal académico de facultades, institutos y centros, lo que permitirá fortalecerlos mediante la integración de personal de la misma disciplina que labora en diferentes dependencias universitarias. Con esto se superará el fraccionamiento de programas de posgrado en las mismas áreas que se había configurado, unos en las facultades y otros en los institutos y centros.
El factor crucial que determina el nivel de un programa universitario es la calidad y preparación de su personal docente. Puede definirse un plan de estudios excelente y muy actualizado, pero si el profesorado no tiene la calidad requerida, el programa quedará en el papel.
Revisando la lista del personal docente propuesto para integrar el profesorado del nuevo programa de posgrado en Economía de la UNAM, lo que llama la atención es la enorme cantidad de especialistas en disciplinas distintas a la economía que pasarían a integrar su planta docente. Junto con graduados en economía, encontramos sociólogos, historiadores, administradores de empresas, especialistas en estudios latinoamericanos y juristas. Con una planta docente de este perfil, el programa resultará, inevitablemente, ser un posgrado en ciencias sociales, o en economía y ciencias afines, tal como el proyecto define el primer requisito para ser tutor: tener estos grados en economía o en disciplinas afines y, en este último caso, haber publicado trabajos relacionados con temas económicos. Las ciencias sociales están conectadas entre sí, ya que la vida social constituye un todo en el cual se entremezcla lo económico, lo social, lo político y lo cultural, por lo que todos los trabajos y, por lo tanto sus autores, están relacionados con la economía. Sin embargo, cada uno de estos aspectos es abordado por una disciplina en particular, lo que hace que la economía sea un campo de estudios específico, diferente del de la sociología, la política y la antropología. Un sociólogo trabaja en temas relacionados con la economía, pero esto no lo convierte en economista, de la misma manera que éstos no se transforman en politólogos por el hecho que la economía esté vinculada con la política.
Uno de los argumentos de los defensores de este perfil amplio de la planta docente es que permite la investigación multidisciplinaria. Sin embargo, ésta se da a través de la colaboración entre especialistas en diferentes disciplinas, tanto en las ciencias naturales como sociales, cada uno de los cuales aporta al conocimiento desde la perspectiva de su propio campo. Ya no existen especialistas en economía que, a la vez, son conocedores profundos de la sociología y la política. Con el perfil del profesorado del posgrado en Economía, parece que la UNAM trataría de llegar al enfoque multidiscilplinario en la investigación a través de la formación de maestros que sabrían un poco de economía, otro poco de sociología, con algo más de ciencia política.
La aprobación de este programa significaría una regresión profunda en la formación de posgraduados en Economía en la UNAM, que nos llevaría a una formación aún más confusa que la de los años setenta. Un posgrado con estas características no constituirá una alternativa seria para un joven que desee profundizar en el estudio de la economía. Lo probable es que sus estudiantes provengan de dos fuentes: por los que consideran el posgrado como una vía para recibir una beca que les permita subsistir algunos años, dadas las dificultades de encontrar trabajo, y por los profesores e investigadores de la misma UNAM, urgidos en obtener en forma rápida un posgrado, lo que les dará acceso a un salario más elevado. Cuando estas dos canteras se agoten, este posgrado en ciencias afines se irá extinguiendo. El desafío que enfrenta la Universidad es definir un posgrado riguroso en Economía, claramente diferente de los impartidos por instituciones que inspiran la política económica actual, cuyo fracaso está a la vista del país.
Espero que las instancias universitarias pertinentes reflexionen sobre las consecuencias funestas que tendrían los programas en ``economía'' propuestos.