Vimos un cachito de ese sueño, justamente en una comunidad chiapaneca llamada La Realidad. Vimos que es posible la convivencia realmente respetuosa entre todo tipo de mexicanos, indios y no indios. Y vimos que esa convivencia arroja los mejores frutos de que México es en realidad capaz.
Por supuesto, hay muchos otros sueños. Pero el que comenzó a cristalizar en el segundo encuentro de la sociedad civil con el EZLN, celebrado en La Realidad del 7 al 10 de mayo, realmente parece ser el sueño más real. Porque muchos sospechamos que ni el sueño da la democracia, ni el sueño del desarrollo con justicia, ni el sueño de una paz firme, ni el sueño de un México tan digno como soberano, jamás podrán hacerse realidad si antes no se cumple el sueño de un México completo, sin exclusiones, y reencontrado con sus raíces indígenas.
Valga llamarlo el sueño zapatista, que entre más lo torpedean, más contagia.
Tan es así, que a La Realidad llegaron cerca de dos mil personas de casi todo el país. Parecen pocos desde varias perspectivas, pero son muchísimos si consideramos las dificultades geográficas y económicas para llegar ahí; o el desgaste ocasionado por la consulta del 21 de marzo, que incluyó el descuido de las labores cotidianas; o, sobre todo, si consideramos la situación de guerra silenciosa pero múltiple (propagandística, psicológica, política, paramilitar). Para no hablar de los numerosos retenes que traspasaron los asistentes al encuentro, ni de la campaña cada vez más virulenta contra extranjeros solidarios, que de todos modos llegaron de muchos lados y en buena cantidad (Estados Unidos, Francia, España, Brasil, Argentina y un largo etcétera).
Como sea, y como casi siempre, la calidad resultó más importante que la cantidad. A la Selva Lacandona concurrieron personas muy variadas en edad, género, cultura, ideología, origen social y geográfico. Para no ir lejos, en la misma mesa trabajaron un Félix Serdán, ejemplar veterano de la lucha jaramillista, y un Héctor, que al hablar en nombre de los niños de la calle, arrancó los mayores aplausos. Y es que dijo cosas impactantes, fruto de su encuentro con los delegados zapatistas que promovieron la consulta del 21 de marzo. Dijo no entender por qué su maestra les habla de ``democracia e igualdad'', mientras que él ve ``gente que tiene mucho y gente que no tiene nada''. Dijo que muchos niños de la calle son indígenas, y como tales, ``queremos y exigimos respeto''. Contrario a la aritmética, la vida le ha enseñado que ``2 más 2 más muchos'' es igual a ``un chingo'' porque la sed de libertad ``no se mide en números''.
También dijo Héctor que los más chavitos le preguntan: ``¿Yo puedo ser zapatista? ¿Qué tengo que estudiar para ser como ellos? ¿Por qué el viejo Antonio no viene a contarnos cuentos para que alcancemos la libertad?''. Y uno inevitablemente se pregunta: ¿De cuántos niños como Héctor está hecho el porvenir de México? ¿Por qué no los hemos descubierto? ¿Cómo atender el exhorto final de Héctor, que asistió a La Realidad: ``Hermanas y hermanos, o pensamos y nos unimos, o yo, como muchos, seguiremos siendo rebeldes pero con causa''? Al terminar de escuchar a Héctor, me asaltó una última duda: ¿Quién tiró la línea en el encuentro de La Realidad? ¿Marcos o Héctor? ¿Todos somos y Marcos?
Lo cierto es que la línea recogió harto bien las expectativas, no sólo de Héctor, sino de los demás asistentes a La Realidad.
Tal vez por ello fueron tan aplaudidas las siete tareas sugeridas por el subcomandante Marcos:
1) informar del segundo encuentro; 2) difundir los resultados de la consulta del 21 de marzo, ya enriquecidos con el análisis de los asistentes a La Realidad; 3) transformar brigadas y coordinadoras de la consulta en espacios de contacto permanente entre la sociedad y el EZLN; 4) expandir la base social de la consulta, apoyando ya no sólo la lucha indígena, sino la de trabajadores, estudiantes, colonos y demás; 5) construir una red de información; 6) participar en los actos políticos, culturales y cívicos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y 7) preparar el tercer encuentro, tal vez para julio próximo.
Además, la discusión de esas siete tareas incluyó la posibilidad de ampliarlas o reducirlas ahí mismo, y después, con la participación de los brigadistas que no asistieron al encuentro.
Queda abierta, pues, la pregunta central: ¿qué más hacer para que el sueño zapatista se haga realidad y, entonces sí, puedan cristalizarse los otros sueños? ¿Qué más hacer para que México viva en realidad, como en La Realidad, todos sus sueños históricos?