Perdónenme el chiste fácil pero la explicación de que el bombardeo a la embajada de Beijing en Belgrado fue un simple error es un verdadero cuento chino y no convence ni a los que se toman en serio el papel "humanitario" de la guerra de la OTAN. En efecto, cualquier guía turística de la capital yugoslava muestra el emplazamiento de las embajadas y los aviones espías estadunidenses, que desde 1974 prepararon el ataque e identificaron los blancos (según reveló ampliamente la prensa de Estados Unidos) no dejaron nada al error o a la imprecisión. El ataque, pues, fue una deliberada provocación para amedrentar a China y a Rusia, para forzar la mano a los aliados europeos en la OTAN y para sondear las reacciones de Beijing, por ahora en Yugoslavia, mañana frente a Taiwan o en cualquier otro lugar.
La clave de esta operación, anunciada, "cantada", desde hace meses, la había dado el mes pasado el contralmirante Eugene Carroll, ex comandante de la OTAN para el Mediterráneo Oriental, en una sonada entrevista. Según él, el ataque contra Yugoslavia tenía los siguientes objetivos: 1) imponer una línea a Europa; 2) justificar la compra por Clinton del apoyo político del Pentágono y de una parte de la extrema derecha concediéndole al primero 330 mil millones de dólares más de aquí al 2005; 3) ayudar a la industria de armamentos en la producción y venta a otros países de nuevas armas de eficacia probada en cuerpo vil (el de los serbios); 4) hacer una guerra "pequeña" contra un país que tiene la extensión de Chihuahua y la población, aproximadamente, de la ciudad de Nueva York, para preparar a la opinión pública de Estados Unidos a la guerra contra China.
Las bombas contra la embajada de ésta, en efecto, suceden en poco al fracaso de las negociaciones entre el gobierno de Beijing y Clinton respecto del ingreso de China en la Organización Mundial de Comercio (o sea, a su total apertura a la política del capital financiero mundial y a su aceptación de que Estados Unidos dirige el baile y dicta la música con la cual danzar). China, como se recuerda, rechazó la liberación de sus mercados y mantuvo el precio de venta de su acero, altamente competitivo con el carísimo producto de la siderurgia estadunidense (que también protesta contra el acero mexicano). Además, de China depende en gran medida la estabilidad económica del sudeste asiático (y de Japón, en particular) y, por lo tanto, la de Estados Unidos y del mundo porque si Beijing decidiese devaluar su moneda en proporciones similares a las devaluaciones de los ex tigrecitos hoy medio despellejados, las mercancías chinas inundarían los mercados orientales y occidentales, las exportaciones estadunidenses (y no sólo éstas) se reducirían, aumentaría pavorosamente el déficit en la balanza comercial de Estados Unidos y por supuesto, el paro en muchas de las industrias de los países así afectados. Las bombas, provenientes de tres direcciones diferentes y, por consiguiente, deliberadamente lanzadas contra un objetivo cuidadosamente escogido, tuvieron la intención mafiosa: dar una advertencia "disuasiva" que demostrase claramente las intenciones criminales. Las "deploraciones" de la OTAN y de la ONU, muy limitadas por cierto, se daban por descontado, pues Washington conoce perfectamente el servilismo de algunos gobiernos europeos y de Javier Solana, y la impotencia cómplice de otros (y de la organización mundial, que primero fue ninguneada al organizar el ataque contra Yugoslavia, después colocada permanentemente ante el hecho consumado, y ahora es negada en su papel de mediador y de foro para buscar una solución).
La OTAN está empantanada en Yugoslavia, donde ha logrado éxitos militares, pero ha sido derrotada en todos sus objetivos políticos. Ante las elecciones parlamentarias europeas del 5 de junio, los gobiernos del viejo continente temen seguir por la vía que hasta ahora les ha sido impuesta y al actual presidente italiano, Scalfaro, ha pedido incluso que su país salga de la OTAN. Estados Unidos, en cambio, necesita la guerra en los Balcanes para apoderarse de los recursos de Ucrania y de Rusia y quitarles a los europeos la posible utilización de aquéllos. Y necesita aplastar a Europa y a Rusia para someter a China y a Japón. Las bombas sobre la embajada de Beijing le han servido para eso. Y el cinismo de su deliberadamente grosera "explicación" de la matanza en la embajada sirve para subrayar el carácter intencional del ataque y para recalcar que puede ser el primero en una escalada...
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