n La novedad este año: un salón dedicado a los de texto gratuitos


Inició la 28 Feria Metropolitana del Libro

Angel Vargas n Al igual que en el terreno de la imaginación, en una feria del libro no hay nada imposible. Quizá se deba a que ésta es producto de aquélla. Quizá. Lo cierto es que un encuentro editorial representa algo más que un festival dedicado a la escritura y a la lectura, o un mero espacio donde parte de la industria editorial desarrolla algunas de sus actividades comerciales. Sin duda, se trata de un singular mercado en el que se ofrecen verdades, mentiras, magias, consejos, héroes, villanos, amores, odios, realidades, ficciones, vidas y muertes en cuerpo de papel y alma de tinta, y actualmente con el avance tecnológico, también en forma de bytes e imágenes virtuales.

Desde ayer y hasta el 23 de mayo, Exhibimex (avenida Cuauhtémoc y Antonio M. Anza, colonia Roma) se convirtió en ese espacio de todo-lo-posible, al proteger con sus paredes la 28 Feria Metropolitana del Libro, un gran escaparate para 138 expositores, entre casas editoras y productoras de libros de texto, material didáctico y software educativo nacionales e internacionales, que en esta versión se enriquece con un salón dedicado exclusivamente al libro de texto.

Según dijo en el discurso inaugural el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), Carlos Frigolet, la finalidad principal de este encuentro es "hacer de nuestro país un México dotado de mejores individuos, más capacitados intelectual, moral y técnicamente, a fin de integrarnos a un mundo cada vez más globalizado".

Y realmente gran parte de lo que los participantes ofrecen está encaminado a ese propósito. Desde literatura y material escolar para todos los niveles educativos hasta los clásicos universales y los más reconocidos autores contemporáneos. A esto hay que añadir la literatura científica y técnica.

Probablemente, al definir Frigolet a la feria como un "espacio popular, abierto a todo aquel que tenga la inquietud de visitarlo", resaltó esa característica no sólo por la condición gratuita de la entrada, sino también por la posibilidad que tienen los visitantes de localizar algo más que lo anteriormente mencionado.

Esto es, no todo lo que se vende tiene que estar enfocado a la educación, a la cultura o a lo artístico. En los 7 mil metros cuadrados del inmueble también están presentes, por ejemplo, además de grabaciones de Mozart y Beethoven, las de Bronco y del príncipe de la canción; los libros de Homero, Cervantes, Shakespeare, Allan Poe, Octavio Paz, Carlos Fuentes, entre un sinfín de reconocidos autores, conviven con los de Miguel Angel Cornejo, y por supuesto no podía fallar el "escritor del momento", Carlos Cuauhtémoc Sánchez; el material didáctico compite con los diversos y atractivos souvenirs. En fin.

 

Preferencia por los best-sellers

 

Curioso resulta que los stands que mayor cantidad de público cautivan son aquellos en los que prevalecen la literatura de tipo esotérica o la de "superación personal", o los que expenden revistas de "cómo hacerlo usted mismo", "cocina fácil", "jardinería", entre una inmensa variedad de temas.

Más que comprar, las personas se detienen en dichos puestos para hojear y ojear aquel volumen en el que Olga Breeskin da los cuatro consejos para ser la mujer más bella, o esos otros en los que se dice cómo ser mejor en todos planos de la vida, tanto física como astral. Si alguien está interesado por acercarse a lo divino, existe Dios para principiantes, y para satisfacer la curiosidad teológica sobre los parajes oscuros de la vida del redentor habría que leer La vida secreta de Jesús.

Magia blanca, negra... de cualquier color también es fácil de localizar. Ni qué decir de aquellos textos sobre astrología (amigo de Aries, hoy te despertarás por la mañana y te dormirás por la noche) o de esos que ayudan a adivinar el futuro (veo que en el resto de tu vida habrá días y noches y que tendrás necesidades fisiológicas por satisfacer).

Justo es decir que el espacio de las editoriales de renombre ocupaba la atención de los concurrentes. Aunque sólo estuvieran en plan de mirones. Pero tal actitud es justificable, pues cuando alguien se encuentra en un lugar como ese, al querer casi todo resulta más sensato ser selectivo y comprar poco. La economía no da para más, ni modo.

Y así, la 28 Feria Metropolitana del Libro daría una inacabable cantidad de material para describir. Sólo hay que imaginarse las millones de historias que se podrían escribir de los 90 mil visitantes que la Caniem espera o de las decenas de actos artísticos, académicos y culturales que a diario se realizan. Qué decir de los libros y demás material que ahí se ofrecen.

Lo dicho, en un festival editorial el único límite existente es el que cada quien se impone.

(Las puertas de Exhibimex están abiertas de las 11:00 a las 20:00 horas).