Suponiendo que creemos en la finta de Jorge Castañeda y aceptemos sin conceder que la confesión del dedazo por los ex presidentes Echeverría, López Portillo, De la Madrid y el usurpador Salinas es el fin de esa práctica. Hagamos como que creemos que las reglas de la sucesión priísta quedaron atrás y no hay más miradas intensas, ni conversaciones a solas donde un soplo de palabras crea un poder absoluto y al juez de todas las contradicciones; supongamos que ya no hay engaños de lealtad absoluta antes de "chocar para estabilizar"; creamos pues, que el "fiel de la balanza" y las reflexiones de nuestros dioses presidenciales, no existen más, porque a los candidatos del PRI, ahora los eligen los mortales. ƑPodemos suponer que la confesión de parte y el relevo de pruebas de 70 años de dictadura en relevos, acabará también con la cultura que integraba el perfil del candidato?
El consenso de los ex presidentes ha manifestado que el elegido no provenía sólo de la voluntad del presidente, sino de las circunstancias y las necesidades del país. De esta manera afirman todos que si el problema era político y de seguridad sería tal, si era económico y financiero, entonces el otro y así sucesivamente. De esta manera, Echeverría fue la continuidad de la política hacia el movimiento estudiantil de 1968, López Portillo a la devaluación y las primeras cartas de intención con el FMI, De la Madrid las condiciones para la renegociación de la deuda externa y someter al país a los planes de ajuste, Salinas que vino desde arriba y el exterior para acabar con la soberanía y Zedillo para garantizar la obra del anterior. De acuerdo con esta cultura de la sucesión, la pregunta es ƑCuál es el perfil de candidato que necesita ahora la oligarquía?
Según el testimonio de los ex presidentes, elevado a la calidad de "herencias" ahora deberíamos preguntarnos si Francisco Labastida será el ungido si logra crear un conflicto en el Distrito Federal y la UNAM, que fuere más grande que la perspectiva de un nuevo desastre económico; o será Miguel Alemán, porque están pensando en administrar la abundancia y necesitan a alguien que sepa vincular la politiquería y los negocios; o necesitarán alguien inescrupuloso como Manuel Bartlett para organizar un mega fraude; o quizás un cínico con bisoñé como Roberto Madrazo, dispuesto a defender el "presidencialismo-presidencialista" a base de gastar el presupuesto público en pura imagen. No, tal vez nos equivoquemos todos y necesiten solamente hacernos señas obscenas y entonces sea Roque Villanueva, que por ahora esconde sus posibilidades reales en el papel de patiño de Bartlett.
A falta de identidad, ahora que los ex presidentes han revelado lo que ya todo el país sabía (pero hasta ahora estábamos preparados para entenderles), el PRI y el PAN han acudido a la cultura estadunidense de la sucesión, tratando de mexicanizar y legitimar que los Presidentes son en realidad la representación de bloques económicos y que parte de la herencia, es la obra de Og Mandino El vendedor más grande del mundo. La vetusta oligarquía de banqueros y empresarios ineptos, siente que entró a la modernidad, reconociendo alegremente que compran parte de lo que queda de la institución presidencial y lo que fue una anécdota en el salinismo, ahora se convierte en la imitación de los lobbys gringos que hacen de los Presidentes, el representante de las compañías y los negocios.
Tanto Los amigos de Fox, como los de los precandidatos priístas, constituyen el problema central del país, porque pretenden sustituir las razones del dedazo presidencialista, por otro motivado en los negocios bajo amparo del Estado. ƑQuién asegura que tras los apoyos ocultos, no está el negocio del lavado de dinero, el narcotráfico y el crimen organizado? ƑQué será del Poder Ejecutivo y las leyes, una vez de que los gobernantes son simple extensión de los poderes económicos?
La pregunta que el país debe hacerse es lo que pasará si alguno de los mencionados llega a la Presidencia de la República como resultado de esta transformación de la herencia de la sucesión, en un simple corte de caja de las inversiones, pues según se afirma, estos políticos buscan un voto de los ciudadanos, mientras que los que les apoyan, buscan más dinero de los ciudadanos a costa de estrechar más las condiciones de vida y de trabajo.
En esta sucesión, hay cambios, es cierto, pero no todos son para hacernos un país democrático e integrado, sino para hacernos regresar a los formas más primitivas de las oligarquías, una vez que logran por decadencia, unir y decidir la política en la misma oficina donde hacen sus negocios.
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