La polémica sobre la apertura del sector eléctrico al capital privado, a duras penas dio un primer paso. Tras haberse convertido en un tema nacional que compete a toda la sociedad civil, ahora precisa mantener la discusión sobre las situaciones que se han ido ventilando, tales como el crecimiento de la demanda eléctrica, la necesidad de modernizar la infraestructura, la promoción del ahorro y el uso eficiente de energía; también se tiene que abordar, imperiosamente, la necesidad de mantener nacionalizado un sector estratégico, como única garantía para alcanzar un crecimiento productivo independiente. Esto es lo que dice la gente común, y sobre lo evidente no hay ningún argumento. Si bien es cierto que la industria eléctrica requiere inversión, al igual que muchos sectores productivos, ya sea debido al olvido presupuestal o por corrupción financiera, la alternativa que ofrece la Propuesta de Cambio Estructural de la Industria Eléctrica en México, elaborada por la Secretaría de Energía, no es la más acertada para aumentar la capacidad de generación. Según los especialistas, si se desincorporaran los activos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), los posibles inversionistas privados, en primera instancia, orientarían sus recursos a la compra de las instalaciones existentes, sin agregar nada de capacidad de generación adicional. En tal caso, no tendría ningún sentido la intervención del capital privado, ya sea nacional o extranjero. Una alternativa con mayor eficacia, han apuntado algunos analistas, podría ser el diseño de una estructura tarifaria que permita a CFE y a Luz y Fuerza del Centro (LFC) obtener un rendimiento sobre su inversión. Con los recursos así obtenidos podría autofinanciarse el crecimiento del propio sector o usar ese excedente para la atención de otras prioridades sociales. Pero claro, para ello se requiere imaginación, sin otro interés o compromiso que servir al país, desechando posiciones ideológicas autoritarias e intransigentes. El tema de los subsidios es otro de los de mayor polémica y en el cual se percibe la posibilidad de obtener mayores ingresos. Según la propuesta oficial, se fijará una política de subsidios transparente y eficaz, y éstos se mantendrán a servicios residenciales, en el primer bloque del consumo, y a las tarifas agrícolas. Lo anterior bien se puede interpretarse como el hecho de que hasta hoy no se han otorgado subsidios a quienes realmente los necesitan, por lo que éstos también aparecen como un obstáculo por el que no se generan los ingresos que aseguren los niveles de cobertura y calidad del servicio. Habría que aprobar, antes que privatizar, una reforma al otorgamiento de subsidios, la cual se base en el beneficio a los sectores realmente necesitados, como el agrícola, en lugar de beneficiar a industrias fuertes que sí tienen capacidad de pago, como la automotriz, la siderúrgica, la cementera y la papelera, según han revelado los propios electricistas (La Jornada 28 de Febrero). Hoy existe la conciencia de la necesidad de modernizar y lograr la eficiencia de los recursos, pero también debe existir la capacidad e imaginación para salvar los recursos que nos otorgan el calificativo de nación independiente. Todavía estamos a tiempo, doctores; están a tiempo de escuchar a quien sí sabe de esto.
Melée
Las múltiples compras que el empresario Carlos Slim Helú ha realizado durante este mes, y que ascienden a cerca de 700 millones de dólares sólo responden a su perspectiva de crecimiento y a su visión estratégica como hombre de negocios, la cual parece apuntar a la dominación en el sector de las telecomunicaciones y su versatilidad en el comercial. El rally de compras de Slim inició con la adquisición de la firma telefónica Cellur Communications of Puerto Rico, a través de Telmex y en alianza con la empresa estadunidense SBC Communications Inc. Para ésta destinó aproximadamente 238 millones de dólares. Acto seguido, Telmex anunció la disolución de su asociación con Sprint Communications y la compra del 50 por ciento de participación en la empresa conjunta, a cambio de 80 millones de dólares. Para sorpresa del círculo empresarial de telecomunicaciones, días después Slim Helú adquirió el 24 por ciento de Televicentro, controladora de Televisa, la principal cadena de habla hispana en el mundo, por un monto de alrededor de 230 millones de dólares. A este efusividad se agregó la compra del 60 por ciento de la cadena de pastelerías El Globo, para la que Slim desembolsó 52 millones de dólares y mantuvo abierto el ofrecimiento de adquirir el resto. Las compras no se detuvieron ahí, el magnate dueño del Grupo Carso adquirió 5.3 por ciento del capital de la firma estadunidense Cdnow, dedicada a la venta de discos a través de Internet por unos 15 millones de dólares. Con estas inversiones Slim aseguró el ingreso y la expansión de sus negocios, que ahora van de la industria cigarrera a la televisiva, y respondió a la acertada previsión de la correduría Merrill Lynch, la cual observó que el crecimiento en los ingresos de Telmex tendrían que provenir de nuevos segmentos de negocios -como la transmisión de datos e Internet-, pues los ingresos de Telmex en telefonía doméstica de larga distancia caerían 10 por ciento este año. La participación en Cdnow es netamente estratégica, ya que el Grupo Carso también maneja en México las cadenas de tiendas de discos Mix Up, Discolandia y la Feria del Disco, además de ser socio mayoritario del provedor de Internet Prodigy Communications Corp; a esto también se agrega el crecimiento explosivo de la conexión a Internet vía Telmex. La compra de El Globo, por su parte, responde a los intereses del Grupo Sanborn's, propiedad de la familia Slim para mantener buenas sinergias y economías de escala en la manufactura de confitería y pastelerías. Sanborn's, agrupa toda la división comercial de Carso, que incluye a la cigarrera Cigatam, las mineras Frisco, Nacobre y Condumex, a la fabricante de recubrimientos Porcelanite y a las disqueras. A pesar de que estas adquisiciones ya han duplicado los montos ejercidos por Carso durante el año pasado, los especialistas estiman que la familia Slim aún cuenta con 760 millones de dólares listos para invertir.