La visita de Zedillo a California

Oportunidad para estrechar lazos

Antonio R. Villaraigosa y Raúl Hinojosa Ojeda*

El presidente mexicano Ernesto Zedillo acudirá este mes a California. Con el antecedente de la visita a México realizada por una delegación encabezada por el gobernador Gray Davis, este año también, la asistencia presidencial es otro importante paso hacia el lanzamiento de una nueva etapa en las relaciones entre California y México.

Está mucho en juego. Se presentan pronósticos inmejorables para generar objetivos de desarrollo sostenido y equitativo para California y México, en los cuales las mejores de las relaciones comerciales y de inversión se aunarán con temas amplios en torno a la educación, el medio ambiente y los derechos laborales. Por primera vez en años, estaremos en condiciones de tratar el polémico tema de la inmigración.

El anterior gobernador Pete Wilson desarrolló una política poco constructiva hacia México y los inmigrantes. Siguiendo el consejo de sus cínicos asesores políticos, Wilson los culpó por muchos de los males fiscales del estado durante la recesión. Su retórica se enfocaba en los indocumentados, pero el cuadro que pintó con brocha gorda afectó muchos temas más.

El contraste entre el comportamiento del ex gobernador Pete Wilson y el gobernador Gray Davis es sorprendente. Wilson nunca visitó México desde la firma Tratado de Libre Comercio, en 1992; mientras que el gobernador Davis ya se ha distanciado de hacer de los inmigrantes el blanco de debates sobre salarios. Incluso, encabezó la ya mencionada misión a México tan pronto como ocupó el cargo. Este gobernador ha aprendido del buen ejemplo del gobernador de Texas, George W. Bush, quien tiene buenas relaciones tanto con la población latina, como con el país al sur de la frontera.

El nuevo diálogo California-México debe reconocer nuestra responsabilidad por muchos problemas y desigualdades que se han presentado en nuestras relaciones. El Centro Norteamericano de Integración y Desarrollo de la UCLA ha señalado que California no ha alcanzado todo su potencial comercial en sus tratos con México. En 1997 California exportó a México sólo un tercio de lo que Texas exportó al país vecino, pese al hecho de que la economía californiana es mayor, al menos un tercio, que la de Texas. Aunque nuestras exportaciones a México van en aumento, aún están 15 por ciento atrás de nuestras importaciones provenientes del principal socio comercial del estado.

También debemos reconocer que California tiene una interdependencia con México en lo relativo a la fuerza de trabajo. La inmigración proveniente del sur de la frontera produjo el 20 por ciento de nuestro aumento de plazas de trabajo durante la pasada década, sobre todo en sectores cruciales como la agricultura, la manufactura básica y los servicios personales. Mientras que el TLC ha creado miles de empleos en el sector exportador de California, se requiere mayor capacitación y financiamiento de empleos destinados a los trabajadores de menores salarios y a comunidades que han sido las más afectadas por industrias que han cerrado, dado el aumento de las importaciones.

El extender los nexos comerciales y de negocios no debe incrementar la creciente brecha que existe entre los trabajadores de bajos y altos salarios, en una región económica que claramente trasciende la frontera internacionalmente reconocida. Los líderes de ambos países deben empezar a explorar estrategias a largo plazo en torno a las dinámicas del mercado laboral de la región y a combatir a las fuerzas que motivan la inmigración.

Líderes políticos en California y México deben trabajar para mejorar las condiciones económicas en comunidades mexicanas que constantemente pierden a trabajadores que se van hacia California. Es igualmente importante reducir el efecto imán provocado por la economía "de mano de obra barata" de California, con el decreto de leyes de derechos laborales y salariales.

California podría, por ejemplo, trabajar con los estados mexicanos que registran el mayor número de personas que transitan al Norte para financiar el desarrollo local. Florida se ha beneficiado al establecer una estrategia regional que prevé la promoción del desarrollo del Caribe. También podemos aprender de este buen ejemplo.

El lograr que una economía binacional ayude a las comunidades más necesitadas debe incluir esfuerzos para promover que dichas comunidades se desarrollen a partir de los seis mil millones de dólares que, se calcula, los inmigrantes envían a sus familias en México. Ya se han tomado medidas legales para una mejor regulación de las principales operaciones de transferencia de dinero. En muchas de esas operaciones se descontarán sumas que se emplearán para cubrir demandas en las que instituciones fueron acusadas de aprovechar los envíos para despojar a sus clientes. También hay propuestas prometedoras, que incluyen la utilización de tarjetas bancarias para los trabajadores inmigrados, y la promoción que éstos paguen pequeñas aportaciones para crear un sistema de pensiones.

El Centro Norteamericano de Integración y Desarrollo ha trabajado con universidades y gobiernos estatales en Zacatecas, Jalisco y Oaxaca en la búsqueda de nuevas formas de combinar los envíos familiares con fondos locales para mejorar las perspectivas de empleo en México. También hay planes de incrementar la cooperación entre escuelas y universidades de California y México. Esos esfuerzos pretenden construir sobre la base de la naturaleza a largo plazo de lo que compartimos en lo demográfico, cultural y social.

Nexos comerciales y de inversión más estrechos pueden mejorar en mucho las oportunidades económicas tanto en California como en México, pero el extender una política de cooperación puede también mejorar las condiciones sociales y políticas que desde hace mucho debieron ser objeto de atención.

 

Traducción: Gabriela Fonseca

 

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* Antonio R. Villaraigosa es integrante de la Asamblea Estatal de California y representante del 45 distrito.

Raúl Hinojosa Ojeda es director del Centro Norteamericano de Integración y Desarrollo, de la UCLA