Francisco Labastida Ochoa no lo pensó mucho. Ayer mismo confirmó que participará en el proceso para elegir candidato presidencial del PRI. De inmediato, el aún secretario de Gobernación se convirtió en el favorito de muchos, fuera y dentro de su partido.
Esa es su gran fortaleza, pero también su debilidad, pues desde antes de anunciar su decisión se le consideraba el candidato del presidente Ernesto Zedillo. El ser aspirante oficial le acarrea de inmediato la cargada de quienes siempre están a la espera de la línea, pero también le concita el antagonismo de quienes dentro y fuera de su instituto político desean ver erradicada definitivamente la forma autoritaria de designar candidato. Esto no es ninguna sorpresa para Labastida. Seguramente en las consultas con sus cercanos ya tenía previsto este panorama, pues ya antes de manifestar su decisión se le empezó a criticar y a tratar de descalificar al señalarlo como producto del dedazo.
Por fortuna para Labastida y para su partido, en amplios sectores de la clase política nacional, así como también en el extranjero, el acuerdo del Consejo Político Nacional priísta fue recibido como un prueba evidente del avance democrático de la que es todavía la principal fuerza política nacional.
Junto con Labastida, el ex gobernador de Puebla Manuel Bartlett también calificó de positivo el acuerdo de su partido y confirmó que mantendrá su precandidatura hasta el fin del proceso.
En iguales condiciones está el todavía gobernador de Tabasco Roberto Madrazo Pintado, quien hasta ahora no ha dado señales de desfallecimiento a pesar del continuo acoso en su contra.
Nada está escrito... todavía
En Veracruz se esperaba también ayer mismo que el gobernador Miguel Alemán Velasco manifestara su postura. Los conocedores aseguraban que sería en sentido negativo. Es decir, que desistiría de contender en la carrera presidencial, para cumplir su mandato en el palacio de gobierno de Jalapa.
Sea cual sea la decisión de Alemán, el panorama no cambiará: serán los precandidatos que se inscriban los responsables de dar validez al proceso y confirmar si es efectivamente un avance democrático y no una mascarada para encubrir una decisión unipersonal. Sobre todo, esa responsabilidad recaerá en quienes resulten perdedores. Desde ahora están comprometidos a aceptar los resultados, sea quien sea el ganador, pero mucho más si lo fuera Labastida. Actuar de otra manera sería incurrir en las prácticas que tanto han criticado a la oposición de que habla de democracia cuando gana y denuncia fraudes cuando pierde.
Quienes dan por segura la victoria de Labastida recibieron ayer mismo un desmentido de parte de una fuente imparcial, la empresa especializada en encuestas Indemerc Louis Harris, que coincidentemente dio a conocer los resultados de su más reciente encuesta, según la cual el tabasqueño Roberto Madrazo es, entre los priístas, quien puede derrotar a los más probables candidatos de PRD y PAN, Cuauhtémoc Cárdenas y Vicente Fox, respectivamente.
Según este sondeo, sin considerar a ningún candidato en particular, el PRI aventaja con cinco puntos porcentuales al PAN y el PRD se ubica en tercer sitio, con sólo 21 puntos. Si los candidatos fueran, respectivamente, Madrazo, Fox y Cárdenas, la ventaja del tricolor aumentaría dos puntos.