La Jornada miércoles 19 de mayo de 1999

UNAM: AVANCE DE LA IRRACIONALIDAD

SOL Conforme se desarrolla el conflicto universitario originado por la aprobación, por parte del Consejo Universitario, del Reglamento General de Pagos, las posiciones encontradas --la de Rectoría y la del Consejo General de Huelga (CGH)-- se polarizan hasta grados preocupantes y se profundiza el deterioro del clima necesario para impulsar el diálogo necesario.

Ejemplo de esa polarización, por el lado de las autoridades universitarias, es la insistencia del rector, Francisco Barnés de Castro, en poner en duda la veracidad de las denuncias de los huelguistas sobre las múltiples e inadmisibles agresiones de que han sido víctimas varios de sus líderes y activistas en días recientes, agresiones documentadas y denunciadas ante las autoridades competentes. Ahora se sugiere que quienes han sido golpeados, secuestrados y amenazados son, además, mentirosos. Cabría esperar, de la máxima autoridad de la UNAM, una actitud más responsable y comprometida en la defensa de la integridad física y las garantías individuales de los jóvenes universitarios, independientemente de sus posturas ante el conflicto.

Una actitud responsable cabe, también, demandar a los integrantes del CGH, cuya amenaza de desconocer a Barnés como interlocutor conduciría al propio movimiento estudiantil --y a la Máxima Casa de Estudios-- a un callejón sin salida. Tras sus descalificaciones al Consejo Universitario, a la Junta de Gobierno de la UNAM y a la Comisión de Encuentro nombrada por la Rectoría, los estudiantes se quedarían, por decisión propia, sin contraparte posible en el ámbito universitario.

Por si hiciera falta, la determinación de la asamblea estudiantil de impedir el ingreso de los medios a sus deliberaciones no sólo resulta contraria al derecho a la información, a la libertad de expresión y al espíritu de transparencia que debiera estar presente en su movimiento, sino que aísla al CGH de la opinión pública y facilita las distorsiones informativas que, ciertamente, han tenido lugar en torno a la huelga universitaria en curso.

El conflicto se desarrolla, además, en un ambiente cada vez más ominoso, confuso y descompuesto, en el que destacan, en primer lugar, las condenables agresiones perpetradas en los últimos días contra activistas y dirigentes estudiantiles, registradas en estas páginas y comentadas ayer en este espacio.

A ello debe agregarse, fuera del ámbito universitario, un conjunto de voces cada vez más destempladas en contra de una u otra de las posiciones. En días recientes, funcionarios del gobierno federal han emitido juicios improcedentes y persecutorios contra los estudiantes. Ayer el turno de los desfiguros correspondió a integrantes del gobierno capitalino: una funcionaria de la Procuraduría Social del Distrito Federal quien, en el marco de un acto público, dirigió al rector Barnés una interpelación por demás fuera de lugar, y el delegado en Tlalpan, quien externó el exceso verbal de que la UNAM estaría ''secuestrada por el grupo gangsteril'' del ex rector José Sarukhán.

En este contexto resulta necesario apelar a las partes directamente involucradas en el conflicto para que recurran a la sensatez y a la voluntad de diálogo, y al conjunto de la clase política a expresarse con moderación y serenidad en torno a la crisis por la que atraviesa la UNAM.