n Honoré de Balzac, conquistar con la pluma n
Alfredo C. Villeda n La fórmula de Jean Paul Sartre, ''el infierno son los otros", es sin duda el punto intermedio entre las dos máximas comedias de la literatura universal: la divina, de Dante Alighieri, y la humana, de Honoré de Balzac (1799-1850), novelista cuyo bicentenario se conmemora hoy en todo el mundo y más aún en Francia, su país, donde el mes ha sido dedicado por los medios culturales a homenajearlo.
Uno de estos trabajos destinados a recordar al creador de la novela realista es un largometraje escrito para televisión -será difundido en septiembre- por Didier Decoin y realizado por Josée Dayan, en el que Gérard Depardieu lleva el rol principal. Cuenta el guionista: ''Durante los funerales de Balzac, Victor Hugo llega con un poco de retraso a la iglesia para pronunciar su discurso fúnebre. El lugar está inundado de gente, y el doctor Nacquart dice al poeta: 'Sabía que Balzac era conocido, špero todo este mundo!' Y le responde Hugo: 'ƑPero es que usted no los reconoce? El judío Gobseck, Vautrin... šPor allá el pequeño Valentin! Todos los personajes de La Comedia Humana asisten a los funerales de su autor."
El cineasta y novelista Alexandre Austruc compara la obra de Balzac con la de Alighieri -''entre Dante y Balzac no hay más que el abismo de los siglos: divina o humana, la comedia es la misma"-, pero también considera al narrador francés cercano a William Shakespeare, por la explo ración que ambos hicieron de todas las emociones humanas. ''Balzac no es un autor realista, es un escritor metafísico, y en tanto creador sublime, termina por errar como el rey Lear sobre su tierra. Sí, es el Shakespeare francés", escribe en un ensayo en Magazine Littéraire de marzo de 99.
Buscar lo absoluto
Originario de Tours, rechazado dos veces su ingreso a la Academia pero celebrado por las máximas plumas francesas, Honoré de Balzac era un seguidor convencido de Napoléon. A los 20 años tenía una certeza que revelaría más tarde: ''Lo que el emperador emprendió con la espada, yo voy a consumarlo con la pluma". Así, en sólo tres décadas de producción se dio a la conquista. Y lo logró sin Waterloo de por medio.
Son 2 mil 500 los personajes del planeta Balzac, de ese gigantesco zoológico social, reunidos en tres apartados: ''Estudios de costumbres", ''Estudios filosóficos" y ''Estudios analíticos". El primero incluye 68 novelas (de 105 previstas), subdivididas en ''Escenas de la vida privada", ''Escenas de la vida en provincia", ''Escenas de la vida parisiense", ''Escenas de la vida política", ''Escenas de la vida militar" y ''Escenas de la vida en campaña".
Al final, una vez que la muerte lo sorprendió, a los 50 años, Balzac publicó 91 novelas, en las que 573 de sus personajes deambulan en más de uno de los libros y son poseedores de una biografía completa que puede consultarse, como recomienda Anne Brunswic en el dossier de la revista Lire, en El diccionario de personajes, tomo XII, de la edición de La Pléiade.
En esa búsqueda de lo absoluto, leyenda que acompaña a cada título de la obra balzaciana, sus personajes son ardientes de deseo o congelados de terror, pero jamás tibios. Marcel Proust, autor de otra saga universal -A la búsqueda del tiempo perdido-, recuerda una singular declaración de Oscar Wilde: ''ƑQue cuál es la mayor pena de mi existencia? La muerte de Lucien de Rubempré, en Esplendor y miseria de cortesanas". Vautrin, otro personaje de esta última obra de Balzac, ha sido considerado una de las más extraordinarias figuras de homosexuales de la literatura francesa, junto con el barón Charlus, precisamente creado por Proust.
Estadísticamente, apunta Didier Sénecal en el expediente de Lire, el banquero Nucingen es el personaje que domina La Comedia Humana con su presencia en una treintena de novelas, lo que fue interpretado como la prevalencia del dinero, la avaricia sórdida que aparece por todos lados, el amor al dinero que el narrador se esfuerza por mostrar como el peor enemigo del Amor. ''El oro representa todas las fuerzas humanas", dice Gobseck, una de sus figuras capitales, pero Balzac el narrador sostiene: ''Matar las pasiones significaría matar a la sociedad".
Joven provinciano, con exaltaciones oníricas de seducir a mujeres nobles y hacer fortuna, Balzac cumple sus objetivos con el poder de su pluma, pero no es sino en el ocaso, a los 50 años, cuando desposa a la condesa Eve Hanska, de quien estuvo enamorado 15 inviernos. Una vez que la trae de Ucrania se instalan en un suntuoso hotel particular, hecha la fortuna y con el mundo a sus pies, sólo para morir. Sus restos reposan en el cementerio Père-Lachaise, de París, frente a la tumba de Gérard de Nerval.
Ante la tumba del novelista *
n Victor Hugo n
Todos sus libros no forman más que un libro, libro viviente, luminoso, profundo, en el que se le ve ir y venir, y caminar y moverse, con no sé qué de azoro y de terrible mezclado con lo real, con toda nuestra civilización contemporánea, libro maravilloso que el poeta intituló Comedia y que habría podido llamarse Historia.
Libro que es la observación y que es la imaginación; que prodiga lo verdadero, lo íntimo, lo burgués, lo trivial, lo material y que, por momentos, a través de todas las realidades, brusca y largamente desgarradas, deja entrever de súbito el más sombrío y más trágico ideal.
Sin saberlo, lo quiera o no, lo consienta o no, el autor de esta obra inmensa y extraña es de la fuerte raza de escritores revolucionarios. Balzac va directo al objetivo. El sostiene el cuerpo de la sociedad moderna, arranca algo a todos: a unos la ilusión, a otros la esperanza, a éstos un grito, a aquéllos una máscara.
* Discurso pronunciado en
el cementerio Père-Lachaise, en
París, el 21 de agosto de 1850.
Traducción: Alfredo C. Villeda