n Balzac, una vida verdadera n

n Napoleón Rodríguez n

Al seguir la máxima de Francis Bacon, cuando expresó que ''la literatura trata de la vida", Honoré de Balzac se erigió en el interlocutor de la vida de su época.

El autor del libro Eugenia Grandet tendió ese puente por medio de la palabra escrita en el cual sus personajes devinieron actores que transitaron de su imaginación a la realidad.

La palabra se engrandeció con ese hombre de las letras universales. Su cuerpo enorme siempre se mostraba atado por firme voluntad a su sillón. Su mente se cobijaba en el silencio de la noche y, en el yunque pausado de la idea, forjaba almas invadidas de eterno dramatismo.

Balzac fue llevando a los lectores el testimonio de su drama personal, que viviera en su infancia. El personaje que más se acomodaba para identificarse en este desafortunado periodo fue Luis Lambert. La Comedia Humana es el fiel registro de multitud de personajes cuya larga lista a veces se equiparaba a algún archivo del registro civil. Su pluma no tenía reposo y rasgaba el silencio de la noche que marcaba los instantes precisos de su fructífero trabajo en las lides novelescas.

Además de reflejar su propio drama, Balzac se adentraba en los laberintos de sus personajes porque estaba dotado de una cultura profusa, producto de sus lecturas cuando cursó sus primeros estudios en el colegio de los Oratorianos de Vendome, localidad cercana a su lugar de nacimiento en Tours.

El fantasma de Vendome

Durante su estancia en el colegio, un acontecimiento trágico marcó de por vida al narrador, cuando le fue arrebatado un escrito en el que daba a conocer sus primicias literarias. El documento Tratado de la voluntad fue arrojado al fuego por su preceptor. La causa que se esgrimió fue baladí, porque en el reglamento de todo colegio de corte confesional se prohibía que los escolares ejercitasen la facultad de pensar.

Este trance doloroso dejó una profunda huella de frustración en Balzac. De allí en adelante lo invadió la melancolía y sus compañeros predilectos de juego fueron los libros.

Además lo abatió una rara enfermedad, un desánimo de los sentidos. Su figura aparecía sonambulesca. No escuchaba la mayoría de las preguntas que se le hacían y no sabía qué responder cuando se le preguntaba bruscamente.

Durante todo este lapso se abandonó a sus meros instintos. Felizmente, el escritor logró salir de este trance cuando regresó a Tours y luego fue a París, en donde emprendió sus estudios de derecho.

Sin embargo, su firme voluntad lo condujo a la carrera de las letras. En Vendome se puede consultar su ficha de inscripción. En el registro de alumnos se asentó, en la página siete, de un volumen encuadernado en pergamino. La ficha señala el número 460: Honoré Balzac, edad 8 años cinco meses. Tuvo viruela, carácter sanguíneo, sujeto a fiebres; entró a la pensión el 22 de junio de 1807 y salió el 22 de agosto de 1813. ''Dirigirse al señor Balzac, su padre en Tours".

El fantasma de Vendome lo siguió eternamente y para compensar tal desgracia se entregó de lleno a ejercitar su afán escritural. Llevó una vida de grandes altibajos y murió dotado de plena fortaleza. Solía conversar con sus personajes en el lecho de muerte, presa de la fiebre que consumió su cuerpo.

Sus restos descansan en el cementerio parisiense de Pére Lachaise, junto a los de otros grandes hombres: Musset, Moliére, La Fontaine... Alguien señaló que París puede ser un desierto para el corazón, pero en ciertos momentos, desde las alturas del Pére Lachaise sopla un viento revolucionario que de pronto llena este desierto con banderas y glorias caídas.

Exposición en Casa Balzac por el bicentenario del escritor

Afp, París, 20 de mayo n Para celebrar el bicentenario del nacimiento del escritor francés Honoré de Balzac, la casa que lleva su nombre ha organizado del 22 de mayo al 5 de septiembre una exposición titulada El artista según Balzac: entre el orgullo del sabio y el vértigo del loco.

La Casa Balzac es un museo instalado dentro de una mansión del siglo XVIII, habitada durante siete años por el novelista.

En esta oportunidad, los organizadores de la muestra quieren atraer a un público distinto de los que visitan habitualmente el recinto.