n Autor de Son de mar, que le valió el Premio Alfaguara de Novela 1999
Los diarios encarnan la expresión literaria del siglo XX: Vicent
n Maravilloso, que el periodismo nazca y muera todos los días, afirma el escritor español
César Güemes n Valenciano de nacimiento, escritor por oficio, periodista profesional, Manuel Vicent ganó hace un par de meses el Premio Alfaguara de Novela 1999 por su obra Son de mar. El libro se suma a una vasta producción que incluye, por ejemplo, No pongas tus sucias manos sobre Mozart, Contra Paraíso, Balada de Caín, Pascuas y naranjas, A favor del placer, Del café Gijón a Itaca, Crónicas urbanas, Jardín de Villa Valeria, Tranvía a la Malvarrosa y Las horas paganas. Pasa ahora por México a fin de celebrar la aparición de su libro aquí.
-ƑQué simboliza para un escritor un libro posible de título Manual de resurrección?
-La primera regla de ese posible manual consistiría en estar vivo, ya que de la muerte es de lo que más experiencia tenemos: lo que hemos vivido es la parte nuestra que ha muerto. De hecho, al ver una fotografía nuestra cuando íbamos saliendo del colegio acompañados de amigos, tanto uno como los demás están todos muertos.
Preservar la capacidad de emocionarse
-Quizá suceda lo mismo con lo escrito. ƑEl libro que se realizó hace 20 años es el de un muerto?
-Así es. Uno siempre escribe el mismo artículo, el mismo libro y con la misma mirada que va creciendo. La única forma para que eso escrito no sea literatura muerta es sorprenderte cada mañana porque la vida está ahí y no perder nunca la capacidad de emocionarse. Eso es resucitar cada día, que es lo que hacemos.
-Eso se parece al periodismo, que es otra de sus profesiones. En un diario un texto vive apenas.
-El hecho de que el periodismo muera y nazca todos los días es maravilloso. Luego, creo también que nada se entenderá de nuestro siglo sin leer los periódicos. Cada época ha tenido su expresión literaria, la nuestra está en los diarios. Nada se sabrá de nosotros sin acudir a las hemerotecas y sin ver el cine que veíamos. Y también hay que entender que en el futuro lejano será muy difícil discriminar qué era información y qué fantasmagoría. El hecho de que estemos escribiendo en los periódicos, de que la información sea instantánea y compulsiva, crea por su parte una gran ficción. Y el mundo no es así, aunque se diga que lo inaugura la CNN cada mañana. El mundo del siglo XX para la historia será la gran creación literaria en los diarios y en nuestras películas. Sólo así se sabrá cómo pensábamos, soñábamos y matábamos, además de la calidad de nuestros crímenes.
-En el momento de escribir artículos o novelas, Ƒencuentra diferencia?
-No, siempre he tratado de hacer un periodismo más bien literario. Para mí una buena crónica puede ser enteramente literatura o un artículo se puede convertir en ficción. Es decir, no encuentro diferencia. Lo dijo ya un escritor catalán: cualquier periodista que sentado en la redacción, mientras corrige un cable, duda un segundo en elegir un adjetivo u otro, ese periodista ya es un escritor. A lo cual yo añadiría: cualquier escritor de volúmenes gordos a quien le dé igual un adjetivo que otro, ha dejado de ser escritor.
-Lo más general, lo que se aprecia en una primera lectura de Son de mar, es la paráfrasis de personajes homéricos. ƑEso le creó algún prurito?
-Fue un naufragio personal que acepté. Cuando puse el nombre de Ulises no pensé en el héroe de Homero. Lo puse porque me gustaba, era eufónico y el mismo en todos los idiomas. Igual me sucedió con el nombre de Martina. A la hora de elegir la profesión del protagonista lo hice profesor de literatura clásica. Pude haberlo construido como maestro de ciencias exactas pero ese sería un terreno más peligroso para mí. Ya que era catedrático de letras, resultaba natural que hablara de Virgilio, Homero u Horacio. Claro, el hecho de que se llamara Ulises, además de que se trataba de un náufrago que volvía, fue algo que hizo que el mito se fuera apoderando de la obra. Desde luego no intenté de ningún modo recrear el mito de Ulises luego de que se ha puesto a un nivel altísimo. Bueno, el caso es que es una historia de amor, más que de muertos que resucitan. La pregunta que se hace la novela sería: Ƒel amor es suficiente para que los náufragos vuelvan?
-Además hay otra similitud, acaso un poco más profunda: el lazo que une a los personajes de Homero con el mito católico de la resurrección de la carne.
-Es lo mismo. Cada cambio de estado en la vida de un ser humano está sellado por un sacramento: el nacimiento por el bautismo, que en todas las culturas ha tenido un rito, o el paso de la adolescencia a la edad adulta mediante un sacrificio. El viaje, por su lado, es el cambio de estado por excelencia. Los argonautas en busca del vellocino, Moisés subiendo a la cima del Sinaí, el profeta que se va al desierto cuarenta días o el dios que muere y luego resucita, todos ellos son viajes salvadores. El héroe se va, no se sabe a dónde, pero regresa a fin de solucionarle un problema a su gente. Ese es un mito que se reproduce en cualquier parte. Bien, en Son de mar sucede algo similar: hablamos de un marinero que se va y que vuelve de una manera distinta, vestido de esmoquin dispuesto a celebrar nupcias en otra parte. Ahí, claro, sucede algo opuesto al mito, porque el viaje es hacia la muerte.
-Con ello tenemos una paradoja similar a cierto hecho de la novela: una boda funeral.
-Lo que pasa es que en la novela se plantea primero si ese ser que vuelve, lo hace de verdad. Por otra parte, si es quien se supone ser. Existe el planteamiento del forense, que contrasta las huellas dactilares y dictamina que no corresponden al Ulises que se fue, y a la vez se celebra un funeral por aquel que se fue. Hay un problema de identidad doble: una dactilar y una social. ƑRealmente quiénes somos? ƑEse que dicen nuestras huellas o lo que los demás piensan que somos? Para mí tiene más fuerza la identidad social.
Vender para existir
-Aparece en las páginas Jorgito el Destripador, colorido personaje que sin embargo tiene apenas espacio para respirar. ƑQué tanto lo enamoran estos seres?, Ƒpór qué no dejarlos vivir un poco más?
-Esta es la primera novela de la cual tenía completa la historia, el resultado, a partir de la imagen plástica de dos náufragos, amantes, que salen muertos y vestidos de novios del mar. Sin embargo, uno se echa a andar. Después de ese primer capítulo me pregunté varias cosas: Ƒpor qué regresa el personaje si es que es él?, Ƒo por qué una mujer que había cambiado de vida ahora tiene que reconstruirse una vez más? En fin, a partir de ahí caminas y vas incorporando lo que te encuentras por el trayecto. Claro, a veces los personajes se apoderan de uno y lo conducen a un sitio que no se tenía planeado. Es el caso de Jorgito el Destripador, que pudo haber tomado más volumen y encontrar incluso su propia novela. A lo mejor el día de mañana lo retomo. Puede ser.
-Una metáfora narrativa es la del propio yate, bautizado como Son de mar, que de algún modo es testigo de la historia y sin embargo no hace sino desintegrarse.
-Pienso que representa a un mundo que se destruye, un sueño que se inmoviliza. Adquiere un deterioro y un anonimato ya que el puerto crece. Ese yate que antes era esplendoroso y muy visible, está en medio de una población de embarcaciones a cada día más envejecido. La nave equivale, digamos, a la destrucción de la pareja. Es por eso que el personaje femenino quiere renovar al Son de mar y navegar con él.
-ƑTiene ya asimilado el premio, Manuel? A partir de él ha tenido múltiples viajes, conversaciones, firma de ejemplares.
-Sucede que la promoción es necesaria. Hoy se escribe para que las máquinas no se paren. Antes alguien escribía un libro y las máquinas se echaban a andar a partir de ello. El peligro actual es escribir pensando en el éxito. Resulta que ya no tenemos escritores de culto; hoy si no vendes es como si no existieras. Eso es terrible. La segunda parte de la creación, que es la promoción, puede resultar creativa si el libro vale. Yo me asomo siempre debajo de las mesas de novedades en las librerías e invariablemente veo sangre. El caso es que no podemos mirar esto de una forma sólo comercial: si después del empuje inicial un libro se sigue leyendo, es que contaba con energía interna. Cualquier libro que quiera alcanzar un gran público, ha de gustarle mucho a las mujeres. Eso no tiene vuelta de hoja.