La Jornada viernes 21 de mayo de 1999

José Steinsleger
Subasta

``¡Setenta, setenta, setenta... ¿quién da más? setenta, setenta...!''. Con las gafas colgadas a mitad de la nariz y la mirada atenta a la reacción del público, el rematador señaló una mano que se alzaba sin ganas y bajó el martillo para legalizar la oferta de un setentón envuelto en la melancolía. ``¡Vendido en setenta pesos el chaleco rojo sin mangas del general Perón!''.

La semana pasada, en una casa de remates de Buenos Aires, fueron subastados los últimos efectos personales de Juan Domingo Perón. Los objetos, donados por María Estela Martínez de Perón (alias ``Isabelita'') a la Fundación por la Paz y la Amistad entre los Pueblos, habían sido ofrecidos en venta a funcionarios del presidente Carlos Menem y autoridades nacionales y provinciales. Pero no hubo eco.

Al empezar la subasta, un grupo de achacosos militantes bloqueó la entrada del local con el propósito de impedir la entrada de los compradores. La policía se llevó detenido al grupo de revoltosos. Defendiéndose a bolsazos, una anciana vociferaba: ``¡ningún peronista comprará los zapatos de Perón!''.

La casa de remates, con sillas plegadizas, tenía el clima impersonal de una funeraria y la tristeza se acentuaba a medida que pasaban los objetos. Inquieto por la cantidad de curiosos y la escasa capacidad de oferta, el rematador prosiguió su tarea.

``Tomo la oferta... de lo que sea...'', dijo para animar a los asistentes. Muchos se llevaron un recuerdo por 50 o 100 dólares. Discos de Hugo del Carril, cantor ``oficial'' del peronismo, del grupo rockero Los Iracundos, de Astor Piazzolla, de Leonardo Favio, un reloj despertador de los años 60, un juego de peines finos, un cepillo para la ropa con canto de plata, un llavero...

Sin embargo, poco dinero se pagó por las cosas del general, en su mayoría regalos. Algunos de los autores recuperaron los libros con su dedicatoria. Por mil 310 dólares el Museo Histórico Nacional compró para la institución un pergamino dedicado al general por los trabajadores de la empresa FIAT, ``que representa bastante lo que el Movimiento Peronista fue en su momento'', según el director del Museo.

Otros documentos fueron la Carta de la Masonería Universal del Rito Escocés, solicitando la intervención de Perón ante las elecciones de 1958 en Italia y el ejemplar anotado y subrayado de la Carta sobre la independencia, de Jacques Maritain. Libros de autores nacionales y viejos discursos manuscritos llegaron a los 240 dólares. Entre los lotes mejor cotizados (470 dólares) estaban las hojas manuscritas que en orden alfabético contenían las palabras clave que Perón empleaba para comunicarse por carta durante su exilio porque la policía y el ejército interceptaban la correspondencia.

Por fin, aparecieron los famosos zapatos del general. El primero de los tres pares, de cuero negro, hecho por la casa suiza Bally, fue comprado por un médico en 250 dólares. Y los grabadores a los que el líder dictaba, desde el exilio, mensajes como el que decía ``el año 2000 nos encontrará unidos o dominados'', manteniendo en vilo toda una generación, tampoco encontraron comprador.