Arjona en concierto: dos horas de mensajes en el Metropólitan
Mariana Norandi n El cantautor guatemalteco Ricardo Arjona presentó el 15 y 16 de mayo --sus otras actuaciones serán hoy y el 22 y 23 de mayo-- un nuevo espectáculo en el teatro Metropólitan. Hacía diez meses que el cantante no actuaba en la ciudad de México, la última vez que lo hizo fue para presentar su más reciente trabajo, Sin daños a terceros, con el que consolidó su trayectoria musical.
En esta ocasión, el ladrón de historias no viene a estrenar disco, sino a presentar un nuevo y pretendidamente original espectáculo en el cual, a tr avés del escenario, nos traslada a la sala de un departamento donde nos espera Elizabeth Meza, corista del grupo. La joven cantante veracruzana, mientras espera a sus invitados para comenzar una fiesta, enciende la televisión y aparecen unas imágenes, un tanto egóticas, que muestran el supuesto nacimiento del guatemalteco, fotos de su infancia y juventud, así como de los inicios y el desarrollo musical de su carrera. Llegan los invitados a la fiesta, que nos son otros que los músicos que acompañan al cantante, y empiezan a tocar la canción El y ella, que continúa Arjona después de hacer su entrada en el escenario. A partir de aquí el espectáculo se transforma en una mezcla de interpretación musical y teatral enmarcada en un montaje audiovisual que ilustra las letras de las canciones.
Las canciones se van enlazando y en ellas se manifiestan las influencias de los cantantes hispanoamericanos que forjaron el estilo del cantautor guatemalteco; para ello cuenta con el apoyo de buenos músicos que, bajo la dirección musical del mexicano Víctor Patrón, le dan solidez y calidad al espectáculo. Entre ellos destacan la pianista argentina Laura Vázquez y el saxofonista cubano Rodrigo Acosta, los cuales, en canciones como Sin daños a terceros o Quién diría, elevan el tono del espectáculo despertando con su música el aplauso de los espectadores. El cantante utiliza, para introducir canciones como Mentiroso y Buenas noches D. David, el diálogo, que en la práctica no puede ser más que un monólogo con tintes filosóficos, a través del cual expone a sus seguidores las ideas en las que basa las letras de sus canciones. El recurso resulta fluido y el público agradece estos intermedios musicales puesto que, en definitiva, consiguen lo que pretenden: el acercamiento de la estrella a sus fans.
En dos horas de concierto pudimos ver a un Arjona maduro, seguro de sí mismo, con total confianza en la fuerza de sus canciones y convencido de la validez del mensaje que transmite.