Charly Monttana, del barrio al escenario
Javier Hernández Chelico n Tu mamá no me quiere, Cayendo e Hipócrita son algunas de las rolas emblemáticas del cantante de rubia y despeinada cabellera; gritante, adorador, igual de un buen trago de Anís del Mono, que de uno de Jack Daniel's, pero, sobre todo, de las emociones nocturnas. Rolador del circuito roquero nacional y de algunos antros del gabacho, a donde ha llevado sus agudas y sus cínicas letras como tarjetas de presentación.
Charly Monttana inició su carrera en 1983 con un grupo llamado Vago, un par de años después se integró al entonces ya famoso grupo ondergraun Mara, asociación ésta que no progresó, ya que el menudo vocalista regresó a fines de los 80 al grupo Vago: al iniciar los noventa, para no variar, se re-integró a Mara. Al fin, hace cuatro años, Charly se decidió a ser lo que siempre quiso ser: solista.
Con 13 producciones de discos Denver, en su bagaje discográfico --cuatro como Charly Monttana-- este cantante invita a quien lo escucha cantar, a dar un paseo por el mundo habitado por los chavos (léase también chavas) más rolaqueros, marginados, pero muy rocanroleros; Charly nos describe cuadros --en sus canciones-- donde se observa cómo vive, goza y chupa una estrella de los llamados hoyos fonquis: caminando siempre por el rocanrol.../ todos estos años, tocando, rolando, chupando/ cantando (Todos estos años); asimismo, vemos-oímos la soledad autocontemplada de un chavo ante el amor que se fue: lo que hubiera dado p or ti/ si aún estuvieras aquí/ es terrible, yo tan solo/ ay, ay, ay amor (Mi terrible soledad)/; o el acelere del cuate que se aloca con el alcohol: todos piensan que estás loco.../ la boca te sabe amarga, tu mirada tan vidriosa/ cálmate, cálmate, relájate (Bomba de tiempo); conocemos de cerca el erotismo de la parejita buscadora de un refugio en un hotel de paso: del coctel al hotel.../ y mi boca busca tu piel/ tu brasier, buscando placer (Estoy ardiendo); escuchamos también una cursi confesión de amor; su nombre lo dice todo: hoy cruce el infierno, encontré un ángel, eres tú/ Ƒcómo quieres qué no lo diga? (Tocando el cielo). Eso sí, en ninguna narración faltan los gritos charlynescos acompañados por una buena banda de rock callejero, que lo mismo interpreta un hard-pop-metaloso (what?) que un rock básico.
Ahora que presenciar una tocada de Charly es visitar el barrio y saludar a toda una gama de personajes: a la espectacular grupie, a la chava discretamente cachonda, al vaquero rocanrolero (a ése que le gusta la onda grupera, pero no lo dice), al menor de edad sometido (pero que se escapa de casa para ir a la tocada), pero igual hace acto de presencia el gandalla; lo mismo que el que se motiva con la música y organiza el slam para olvidar que toda la semana le dio duro al trabajo. Todas estas figuras citadinas polulan en las canciones de Charly Monttana; me cai.