En vez de mis impresiones profundas sobre Stratford on Avon, en mi Diario recogí la discusión que sostuve con no sé quiénes respecto al significado de la preposición past. Según varios londinenses, la Holy Trinity Church, en donde Shakespeare fue bautizado y enterrado, quedaba past el teatro, es decir, más allá del teatro; pero, para los amigos hispanos con quienes discutíamos, significara past lo que significara, la iglesia quedaba enfrente del teatro. Parece que la polémica se fue convirtiendo en absurdo, pues llegó el momento en que todo parecía indicar que, estuviera la iglesia en donde estuviera, past no quería decir más allá de, sino en frente.
Bueno, lo cierto es que a la mañana siguiente, nosotros tomamos el tren para Stratford on Avon, a unas dos horas y media al noroeste de Londres, y una vez en el sitio en el que nació Shakespeare fuimos visitando cuanto había que visitar. Primeramente, por supuesto, la casa natal en Henley Street que, reconstrucción de la época o genuina en todos sentidos, despierta la emoción. A mí, en especial la cuna, y la vista a un jardín inglés desde la ventana de la recámara paterna (ahora que lo pienso, no recuerdo nada del papá. Se visita Hall's Croft, donde vivió la hija del poeta y, en las afueras, la casa de soltera de Anne Hathaway, esposa de Shakespeare, mamá de Susan. También, la granja donde nació Mary Arden, mamá del poeta; pero, Ƒy el papá?).
En la ciudad, del siglo XV, hay un puente medieval y, por supuesto, un museo de cera y una biblioteca, shakespearianos ambos y, todo, encantador. Pero nuestro interés principal era ver los documentos que dan fe de la existencia de Shakespeare y ver su tumba, en la Holy Trinity Church, past el teatro, cosa que, en un día de verano como aquel jueves 30 de junio de 1977, hace veintidós años, fuimos haciendo placenteramente, no sin antes comernos una manzana, con todo y su corazón y semillas, sentados en una banca de madera, contra un muro de piedra, ante paseantes y gente local, hasta que, una vez visitada la Holy Trinity Church, más allá del teatro, nos pareció que iba siendo hora de regresar a Londres.
Es más, el último tren saldría en quince minutos. ƑCómo llegamos lo más rápidamente posible a la estación, por favor?, preguntamos apurados a un grupo de niños, dos de los cuales, un pie en el pedal, sostenían sus bicicletas con una mano en el manubrio. Pantalón corto, gorra azul marino, Ƒun listón verde alrededor de la camisa blanca? Nos indicaron el camino quitándose la palabra unos a otros. Debíamos correr. Nos pusimos en marcha a toda prisa, con la Guide Michelin de Londres, de 1975, que no incluía Stratford on Avon ni, tampoco, a William Shakespeare, de balde bajo el brazo.
Y no habíamos caminado la primera cuadra cuando uno de los niños nos alcanzó, jadeante. Nos tendió un pequeño trozo de papel, arrancado de una hoja cuadriculada de su cuaderno, con el trazo del mapa preciso de nuestra ubicación, a unos pasos de la Holy Trinity Church, con respecto a la estación de trenes, nombres de calles, flechas, claro y detallado, en tinta azul.
Fue tan conmovedor el gesto que, si llegamos a pensar que, de perder el último tren de regreso, podríamos muy bien pasar la noche en el Mesón Shakespeare, apretamos el paso para llegar a tiempo a la estación, sólo para no defraudar la expectativa de los niños de Stratford on Avon.
Pero decía, a mi Diario no registré casi nada de esto que recuerdo, sino apenas algunos datos de una discusión absurda sobre el significado de la preposición past o el sitio exacto de la iglesia en relación con el teatro. Asimismo, anoté mi malestar por haber hecho el ridículo en público, supongo que porque me dejé aplastar aunque yo hubiera estado en lo cierto, y temí que quienes presenciaron mi humillación en adelante me recordaran como una ignorante, para no decir como una idiota. Creo que todos habremos estado en circunstancias parecidas alguna vez. Ahora bien, hecha a un lado la pretensión de que me recordaran, Ƒpor qué me atormentaron personas que, por lo que puedo deducir, yo misma he olvidado? En mi Diario, ni siquiera registré sus nombres.
Digo que me atormentaron; pero, si he de decir la verdad, tendría que admitir que, a esta distancia, con toda la vaguedad del caso y lo absurdo del caso, me siguen atormentando. šY esto no debe seguir así! ƑQué hacer? ƑCómo aplacar una persecución que ha recorrido tanto tiempo, tanta distancia y tanta memoria? No se me ocurre nada más que insultarlos. ƑCómo? ƑLlamándolos escarabajos en lugar de colegas o escritores que sin duda es lo que eran?
En La mujer de la arena, Kôbô Abe asegura que en japonés una clase de estos insectos, de mandíbulas feroces y capaces de comerse unos a otros, tienen el elegante nombre de "portadores de letras", que a mí me suena a escritores, Ƒo no? ƑO es demasiado ruin la ocurrencia , cuando sabemos que los escarabajos se alimentan de estiércol, tienen la cabeza corta, y en sentido figurado el término se refiere a gente mal hecha, o a garrapatos, es decir, letras mal formadas?
Aunque, pensándolo bien, Ƒdesde cuándo es un insulto llamar las cosas por su nombre?