n Comienzan hoy las negociaciones en Madrid
Democracia y política arancelaria en México, a debate con la UE
De la corresponsalía, Madrid, 23 de mayo n El acuerdo que regulará las relaciones políticas, económicas y culturales entre la Unión Europea y México para el próximo milenio es cuestión de diálogo y matices. Entre los puntos neurálgicos de las negociaciones, que comienzan este lunes en Madrid, hay dos que son particularmente espinosos: la cláusula democrática exigida por Los Quince a México y la política arancelaria mexicana.
La Unión Europea exigió la cláusula democrática con base en informes de violación de derechos humanos y la estrategia del presidente Ernesto Zedillo frente al conflicto en Chiapas, cuestionada por la gran mayoría de la izquierda europea, mientras en el tema de la política arancelaria de México, las discusiones se centrarán, sobre todo, en lo relacionado con el incremento de 3 a 9 por ciento del impuesto que cualquier producto europeo debe pagar para penetrar en el mercado mexicano.
Ahora, con la presencia de tres secretarios de Estado, Rosario Green (Relaciones Exteriores), José Angel Gurría (Hacienda y Crédito Publico) y Herminio Blanco (Comercio y Fomento Industrial), México intentará marcar las pautas que regirán en los próximos años las relaciones comerciales entre Europa y este país.
La avidez en la relación entre Europa y México pretende erigirse como una de las aportaciones del régimen zedillista al libre mercado del mundo globalizado. Las negociaciones han sido un ejemplo pertinaz por parte de los dos frentes, pues los intereses en juego son muchos, sobre todo de cara al futuro más inmediato. Europa ve a México como la puerta de entrada a Estados Unidos, Canadá, mientras que México encuentra en Europa un grupo selecto de 15 países, con un alto nivel adquisitivo y un mercado de más de 400 millones de habitantes. Además, las sociedades europeas son las que cuentan con menor porcentaje de desempleo y marginalidad en el mundo entero.
México enfrenta estas negociaciones con dos puntos sensibles: la denominada cláusula democrática (inédita en acuerdos de este tipo) y el reciente incremento de los aranceles que la SHCP fijó para los productos europeos, pasando de 3 a 9 por ciento.
La primera cuestión es una exigencia de las fuerzas de la izquierda europea, sobre todo los republicanos y comunistas. Estas corrientes, fundamentales en las instituciones europeas, han visto en las políticas zedillistas relacionadas con el conflicto en Chiapas una "estrategia ambigua", según informes de los propios diputados europeos que han ido a la selva Lacandona.
La segunda cuestión es una exigencia de los compactos e influyentes empresarios europeos, que ven a México como una plataforma ideal para penetrar al ansiado y rico mercado estadunidense.
Esta cumbre Unión Europea-México comienza con la necesarísima aprobación del Parlamento Europeo, concretada el pasado día 6, una condición sine quanon para proseguir con las negociaciones entre los gobiernos implicados. Este lunes comenzará este diálogo, que se antoja fundamental, pero polémico.
Entre los asistentes se encuentran las cabezas pensantes y sonantes del pacto: Jaime Zabludovsky, embajador de México ante la Unión Europea; Rodrigo Rato, vicepresidente económico del gobierno español; Daniel Franklin, de The Economist Intelligence Unit, del Reino Unido; el presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, Manuel Robleda; José María Cuevas, presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE); Felipe González, 13 años presidente del gobierno de España y hoy líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y Daniel Vernet, director de relaciones internacionales de Francia, entre otros.
Este acuerdo, cualquiera que sea su resultado final tras estas negociaciones, regulará las relaciones comerciales entre México y la Unión Europea para el próximo milenio.