n La ciudad alberga seres con sus historias a cuestas
Bestiario Contemporáneo condensa caóticos laberintos del DF
n Gómez convocó a 80 artistas para integrar esa antología
Mónica Mateos n La ciudad de México es el hogar de princesas magas, zorros desamparados, serpientes callejeras, garrapatas con anteojos, cisnes malvados y toda clase de seres que van y vienen con sus historias a cuestas. También existen poetas extravagantes que se dedican a cazar esas palabras e imágenes que la fauna citadina va derramando a su paso. Uno de ellos es Juan Manuel Gómez, quien se transformó en compilador de un Bestiario Contemporáneo que condensa los caóticos laberintos de esta tierra de fantásticas especies.
Un grupo heterogéneo de 80 artistas acudió al llamado de Gómez: se les invitó a escribir, a manera de fábula, y de dibujar, fotografiar, grabar o esculpir, a manera de retrato, acerca de las bestias que se esconden o se exhiben en los rincones y demás espacios de la ciudad.
El lector debe transitar a solas
En las 192 páginas del libro, que contó con el apoyo económico del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, quedó el plano de un territorio accidentado pero con sitios de interés dignos de recorrerse, como los escritos de José Emilio Pacheco (titulado Duendes mexicanos), Bárbara Jacobs (El perro), José de la Colina (El fantasma del correo), José Joaquín Blanco (Fábulas de hoy), Verónica Volkow (El gran Bricoleur), Jorge Santana (8:00 AM) o los poemas Encuentro con la bestia, de David Huerta, y Un hombre, de Eusebio Ruvalcaba, entre otros.
Las historias de los seres que integran el Bestiario fueron organizadas de acuerdo con el temperamento de sus personajes, según los cuatro elementos de la naturaleza. Las bestias incluidas en el apartado de La tierra ''no cuentan con una inteligencia viva y locuaz, su desempeño es cerebral, matemático y calculador".
Las bestias de El agua son la melancolía. Las de El aire son de carácter ligero. En El fuego hay elementos eróticos. Un quinto apartado lleva el título Animales que vienen de lejos, ''y en él se incluyen propiamente animales que no tienen nada que ver con la ciudad de México, pero que representan el alma de este Bestiario", señala Gómez en la presentación de su antología.
La mayoría de las obras plásticas y los textos que integran el libro fueron hechos ex profeso para el bestiario contemporáneo, ya sea en su primera versión, publicada en noviembre de 1996 en la revista Casa del Tiempo de la Universidad Autónoma Metropolitana, o en la que se presentó la noche del jueves en el ex templo de Santo Domingo, ahora convertido en la Biblioteca Nacional de Educación.
Rafael Pérez Gay consideró en dicho acto que para acercarse al Bestiario Contemporáneo es recomendable ''que el lector transite a solas por la ruta que prefiera", pues este libro-laberinto ''esboza otra ventaja: que se puede leer sin mapas, con ojo de buen buscador".
Participaron también dos de los escritores antologados: Guillermo J. Fadanelli y José Joaquín Blanco, este último recordó que la fábula es la materia prima del comic de nuestro siglo y es ''más serio, más intelectual que la simple narrativa", de ahí que resulte ''más difícil inventar una buena fábula que una novela".
Urbe que anula la imaginación
En su turno y acerca de la petición de Gómez de escribir en torno del bestiario citadino con el que se convive diariamente, Fadanelli habló de la dificultad que tal acción tiene, pues en la ciudad de México, la realidad supera la ficción: ''Nadie puede imaginar lo que en la realidad ocurre. La imaginación es sustituida por la descripción. La ciudad ha acabado con la imaginación".
Entre los asistentes deambularon dos mujeres, convertidos sus cuerpos desnudos en multicolor piel de felinos mutantes. Cuando los presentadores concluyeron con sus opiniones acerca de la antología, se proyectó el video El arcángel mudo, de David Lascari, que mostró otra especie de seres que cohabitan con las bestias urbanas: los ángeles.
En particular, la poesía visual de la citada proyección esparció entre los espectadores una caricia de ángel acongojado, materializada en inquietudes acerca de la identidad, el erotismo y el amor, que acompañaron la partida hacia sus respectivas madrigueras de las princesas, los zorros, las serpientes, las garrapatas y un pequeño cisne.