n Culmina la fiesta que reproduce y fortalece la cultura de la región
Las Velas, simbiosis de fe católica
y prácticas ancestrales en Juchitán
n Se rigen por el principio de la cofradía que fue traída por los frailes dominicos en la Colonia
Guadalupe Ríos, corresponsal, Juchitán, Oax. n Mayo es un mes de fiesta en Juchitán. Con mucha anticipación, las mujeres preparan los trajes regionales, almidonan los blancos holanes que adornan las enaguas de terciopelo, de piel de ángel o raso, multicolores, de cadenilla, tejidas con seda o bordadas con hilo de algodón a fin de lucir, orgullosas, con sus más caras joyas en las Velas de Juchitán.
Nunca como en las Velas, las mujeres juchitecas se esmeran en su arreglo personal, dan brillo a ahogadores y brazaletes de oro armados con monedas de 50 centavos, dos pesos, dos cincuenta y hasta centenarios que penden de sus torsales o lazos, de sus aretes y anillos.
En las noches calurosas, una ligera brisa revolotea las amplias enaguas, y al compás de las notas de la Sandunga o La Llorona, que anuncia que el baile comienza, se dejan ver los refajos blancos, impecables de la mujer zapoteca.
Su baile es cadencioso, con gracia y donaire eleva la enagua y dibuja con los pies un semicírculo frente a su pareja que zapatea si es hombre o que con garbo se mueve si la pareja es mujer, pues en Juchitán, sin rubor alguno y con la más completa naturalidad es común que las mujeres bailen entre sí, mientras el hombre en la parte posterior del enlonado, bebe con profusión frías cervezas.
Noche ritual y de fiesta
Aquí es noche de rito y de fiesta, de conjugar viejas celebraciones de fe católica con prácticas ancestrales de adoración a los dioses prehispánicos. En Juchitán lo religioso pierde su sentido de solemnidad y seriedad para irradiar alegría y música al ritmo de los sones, del grito del šAy Sandunga, mamá por Dios! Y aplaudir con júbilo el estallar de cohetes en honor de San Vicente Ferrer, aquel santo traído de España que devino patrón de los juchitecos.
No obstante, aún conservan parte de sus tradiciones y por ello perviven la vela del Dios Lagarto (Guela Be'ñe), la fertilidad de la tierra (Vela Igú) y algunas que aluden a las actividades de la región, como los pescadores, alfareros y coheteros, entre otras.
En Juchitán se registran en mayo, oficialmente, 18 velas pero el número se duplica si se consideran las que se realizan durante todo el año.
Se incluye en la larga lista de celebraciones, aquellas velas de apellidos ''distinguidos" como López, Pineda, o bien, la Vela Agosto y el más burdo intento de una empresa cervecera por conquistar clientela, ''Vela Superior".
Un pretexto más de los maestros para suspender labores fue instaurar la ''Vela magisterial", que hace sonreír al recordar otra no menos ''brillante", la ''Vela del Alfabeto", creada en Ixtepec en 1998 con la participación del Instituto Nacional de Educación para los Adultos, y la sorprendente ''Vela de las Intrépidas", organizada desde hace 15 años por un grupo de homosexuales juchitecos, al igual que la de las ''Santísimas" taberneras, aquellas mujeres que no pueden dejar de estar presentes en la vida social del pueblo juchiteco.
Tanto las reconocidas en forma oficial, como otras de menor importancia por la escasa participación de la población y de la misma sociedad organizadora, todas las velas se rigen por el principio básico de las cofradías traídas por los frailes dominicos en la Colonia, del cual derivó la administración de los mayordomos.
Encargados de vigilar la correcta administración de los recursos de la sociedad, los mayordomos disponen de la música, organizan las actividades previas para recolectar el dinero para las fiesta y entregan a cada socio la comida correspondiente (tamales, mole, pan y atoles) como retribución por la ayuda económica que éste hace.
Gilberto Orozco narra en su libro Tradiciones y leyendas del istmo de Tehuantepec que en fechas previas a la celebración de la Vela, se preparan los enormes cirios que bellamente adornados se ofrecerán después en la iglesia, mientras jóvenes mujeres reparten leche en vasos acompañados de trozos de marquesote ''como un medio de procurarse fondos", pues quien lo reciba habrá de dar su aportación.
ƑDe dónde viene el nombre de ''velas"?, Ƒacaso del rito de entrega de unas velas en la catedral de San Vicente Ferrer durante la misa de acción de gracias?, o Ƒde la velada que representa permanecer en la fiesta desde las 21:00 horas hasta las 5:00 horas del día siguiente?
Las velas, se dice, tienen su origen en las llamadas ''envelats" o enlonados que se realizaban para las fiestas tradicionales de una población rural española y en cuyo centro ųigual que se hace en las Velas en Juchitánų se colocaba un mástil o palo mayor, sostenido por cuerdas que a la vez servirían para sostener el enlonado, quedando así dispuesta la pista de baile.
Cada vela dura tres días, pero su preparación se realiza hasta con medio año de anticipación por mayordomos, con el apoyo de la sociedad de la Vela.
El primer día, el principal del festejo, los integrantes de la sociedad, amigos y familiares levantan la gigantesca carpa o enlonado donde se colocan ordenadamente las sillas para los invitados en espacios asignados previamente a cada socio.
Al centro queda la pista de baile y, alrededor del telón, los puntales de apoyo que permanecen en círculo son cubiertos con guirnaldas de papel brillante o lienzos de manta alusivos a la celebración.
Una banda de música regional acompaña a los mayordomos desde su casa en el recorrido por las calles hasta arribar al lugar de la Vela, que puede hacerse en la calle, en una pista determinada para tal fin o en el atrio de la iglesia ųcomo en el caso de la Vela Angelical Pipi Lado Sur.
Las primeras notas son la señal para iniciar del baile, entre las 8 y 9 de la noche, fiesta que se prolongará con la alternancia de dos orquestas y una banda musical que entonan los típicos sones regionales para que las mujeres y los hombres bailen con soltura. šLas Velas han comenzado!
Corre la cerveza fría, sacada de las hieleras que se tratan de ocultar en la parte posterior de los ''puestos" en los que se ordenan las viandas y platillos que se repartirán entre los invitados: cacahuates, tacos, queso de chile, empanadas, camarones, tamalitos de cambray, hueva de lisa y, a pesar de la veda permanente y de las disposiciones federales, huevos de tortuga, como lo indica la tradición.
Llegan los invitados con el cartón al hombro, la limosna de las mujeres envuelta en una servilleta de tela o papel para corresponder al gasto efectuado por la anfitriona o socio que los atenderá toda la noche. Para los hombres, el traje de "etiqueta", pantalón negro y guayabera o camisa blanca, es requisito; para las mujeres, su traje regional.
Cambiar de mayordomía
Ha transcurrido la mayor parte de la alegre fiesta, los músicos entre nota y cerveza rompen ritmos, cambian acordes y algún aventado se lanza a hacer el anuncio esperado, el cambio de mayordomo. Los que hoy realizaron el gasto para embellecer la noche, dejarán el cargo a sus sucesores mediante una ceremonia sencilla.
Entre las dos y las tres de la mañana una nueva pareja recibe públicamente la mayordomía, que se realiza con la entrega de un ramo de flores de los mayordomos salientes a los entrantes (autonombrados en el momento). Con abrazos se sella el compromiso y los invitados lanzan vivas.
Se inicia el recorrido alrededor de la pista de baile, al frente la pareja de mayordomos, detrás toda la sociedad de la Vela camina al ritmo de La paloma, después habrán de bailar Lucero de la mañana, son que anuncia la culminación de la fiesta.
Una banda de músicos entona, como puede, los acordes de alguna alegre marcha y salen a la calle para acompañar al mayordomo hasta su casa. Atrás quedó el enlonado y una alfombra de botellas de cerveza vacías ųlos cuartitos de 190 mililitrosų cubren el área de los invitados. Celosas del registro de sus ventas, las empresas cerveceras se niegan a dar cifras de cuántos cartones se venden en cada vela. Apuntan: ''Depende de cada vela, en las pequeñas el consumo puede ser de 400 o 500 cartones, pero en las grandes se llega a los mil cartones", es decir, 20 mil cervezas se beben en una sola noche de Vela en Juchitán, que equivale a 55 mil pesos por vela... šsólo en bebida! Cifras moderadas.
En mayo, la fiesta mayor
La "fiesta mayor" de mayo se inicia partir de la segunda quincena de este mes y hasta el día último, en las que se realizan las más grandes y lucidas velas y también, por supuesto, las más grandes y bellas ''tiradas de frutas".
Porque son ya la despedida del mes mayor de fiestas titulares en esta ciudad, no hay calle donde no se pueda observar el desfile de carros alegóricos en el centro de la ciudad, donde se rechace una cerveza fría en los ''puestos" a que se acude como invitados y en donde se bailen con mayor alegría los sones de la región istmeña.
Esta es, según evalúan los conocedores del tema, una de las fiestas más caras que en forma colectiva se realizan en el país y que constituyen parte de la identidad cultural de un pueblo. El día 22 de mayo se realiza la Vela Biadxi (ciruela), el 23 la Santa Cruz del Calvario, el 24 es el único día que se descansa y el 25 se reinicia con la Angélica Pipi (lado Norte y lado Sur), el 26 la Vela San Isidro Labrador, el 27 la Vela San Vicente Ferrer Huini (Chico), el 28 la Vela San Vicente Ferrer Gola (Grande) lado norte y sur y concluye con la Vela Cheguigo el día 29 de mayo.
Las diferencias entre grupos y sociedades de una vela no se han hecho esperar, las contradicciones tampoco y, por ello, existen velas que han recibido la distinción del Norte o Sur, para identificar a quienes participan en una u otra, las que se realizaban al norte de la ciudad y las que se realizaban al sur de la misma (aunque nunca pasaron de una cuadra al sur del palacio municipal).
Otra peculiaridad más fue diferenciar el festejo del santo patrón de Juchitán, San Vicente Ferrer, con San Vicente Grande y San Vicente Chico, pues aunque se trata de un mismo santo, alguna vez se adoró a una imagen de mayor tamaño, que el hermano del joven Porfirio Díaz hurtó de la ciudad y le quemó los pies en Tehuantepec. Después los juchitecos se hicieron de otra imagen del santo patrón pero de menor tamaño, a quien se le puso San Vicente Huini (chico).
Todo un año de ahorro para un día
''Juchitán está lleno de contradicciones, la búsqueda del paraíso perdido aquí, no tiene sentido", dice Cornelia Giebeler, sorprendida de la realidad del pueblo juchiteco y sobre todo de sus mujeres, que son capaces de ahorrar durante todo un año para gastarlo todo en un solo día, durante las fiestas titulares.
Desideria de Gyves es una mujer de unos 60 años de edad, viuda y de extracción humilde que elabora tortillas para sobrevivir. No tiene dinero, tampoco familia de recursos que la pueda respaldar y sin embargo, aceptó, hace un año, el reto de tomar la mayordomía de la Vela Angélica Pipi.
Con sus ahorros, con el respaldo de quienes saben que la reciprocidad en Juchitán es una de las bases en las que se sustenta la amistad próspera y fructífera, Desideria cumplió dignamente la labrada de cera, la repartición de la leche, la recolecta de apoyo de los socios integrantes y ha conseguido también el apoyo para dar la orquesta que la vela ųuna de las de mayor realce de Juchitánų merece.
Las mujeres en Juchitán están íntimamente ligadas a la reproducción y fortalecimiento de la cultura y tradición festiva. Las mujeres crían a sus hijos, ejercen su profesión o se desempeñan en la administración del hogar, son comerciantes y acuden sin falta a los compromisos sociales que son vida cotidiana en esa población.
''Asiste a las fiestas que ella misma organiza, protagoniza y que mantiene firmes las relaciones con el dinero que empezaron a ganar tan jóvenes y socialmente con los lazos que han establecido y cuidado a lo largo de toda su vida, con el mundo de relaciones que constituye su mayor riqueza".
Sólo así es posible realizar aquí las costosas fiestas denominadas Velas... al verlas cualquiera se sorprendería al pensar que quien las organiza se quedaría endeudado para siempre, pero no es uno, ni dos, no es la misma sociedad organizadora... es sobre todo, la reciprocidad, los lazos de cooperación y el alto sentido de compromiso de las mujeres zapotecas lo que las hace posibles.
Como dijera hace algún tiempo el cronista de Tehuantepec, César Rojas Petriz: ''En una vela recibimos a nuestros invitados con muestras de amistad, los atendemos con el corazón en la mano y los despedimos con el ruego de estar con nosotros en la próxima ocasión".