Oaxaca y la bitácora de un repatriado

Marcelo Noguera

Hace casi un año escribí para este suplemento un artículo titulado "Gemelismo científico" (10 agosto de 1998), en el que se plasmaban los esfuerzos realizados por investigadores locales en la ciudad de Oaxaca, la Universidad de California en Irvine y el Instituto Nacional de Cáncer (NCI) en Estados Unidos. El proyecto original auspiciado financieramente por los participantes internacionales, colaboraba para resolver las necesidades estatales de un registro de cáncer. Aprovechando el know how del más grande experto en registros de cáncer en el mundo (NCI), se consolidaban las bases para los registros regionales y se creaba un acervo confiable en la entidad. De este "twinning" científico se obtenía una derrama de implementos como: programas de sistemas, computadoras y la creación de recursos humanos para la aplicación del registro. Una situación benéfica para los participantes en el proyecto.

oax-mujeres Entre las necesidades creadas por el concepto original de coparticipación internacional, pronto se requirió de la contratación de personal capacitado y que cumpliera con los estándares solicitados por las agencias que patrocinaron el proyecto. Buscando contratar médicos mexicanos que terminaban su entrenamiento en Estados Unidos, el hospital general de la capital oaxaqueña gestionó su ingreso al padrón de excelencia del Conacyt, un trámite por demás laberíntico, pero, al fin y al cabo, conveniente por sus implícitos beneficios de fondeo económico y de desarrollo académico. Mediante la aprobación del Conacyt a su padrón, se logró ingresar al programa de repatriaciones y/o retenciones de investigadores mexicanos en el extranjero. De ese programa mucho se ha dicho. Para fines prácticos es el único medio concreto que el gobierno mexicano tiene para atraer a investigadores nacionales que estén fuera del país.

Con este artículo se pretende dar seguimiento al anterior, ejemplificando los logros y las dificultades que investigadores mexicanos enfrentan día con día.

La doctora Ayala Barahona, especialista en salud reproductiva (ref. 970219 Conacyt), fue repatriada para desarrollar en el país las actividades del programa de cooperación. El Conacyt cumplía con su parte: absorbía los gastos del menaje de casa, el salario por 12 meses laborales y la celebración de un convenio en el que se otorgaba la basificación para dar continuidad al programa (convenio uniforme para todos los repatriados).

Como línea de trabajo derivada del concepto original sobre registros de cáncer, emergió un proyecto para acrecentar la capacidad diagnóstica de cáncer cervicouterino. Este fue designado como de "visita única" y consistía en hacer eficientes las tomas de citologías cervicovaginales ųen la técnica y en la calidez de la atenciónų e interpretarlas inmediatamente, para de esa manera obtener resultados sin posibilidad de extravío de las muestras, a fin de que las mujeres pudieran regresar a sus comunidades con un diagnóstico definitivo.

Es necesario recordar que desafortudamente Oaxaca se levanta con el nada prestigioso primer lugar en incidencia y mortalidad por cáncer cervicouterino, además de la tampoco meritoria hazaña del extravío definitivo de por lo menos 6 mil laminillas de Papanicolau que en tiempos recientes ha requerido de la atención especial por Salud Reproductiva a nivel central.

Tristemente para el programa, la historia de las resurrecciones nacionales se repitió: el México mágico al que todos tememos, en el que el país renace cada cambio de gobierno y como Sísifo deja caer la piedra desde la cúspide para volverla a empujar hacia la cima alcanzada. El programa de "visita única" pasó a la historia en el hospital de Oaxaca, ya que de un plumazo fue cancelado por el nuevo secretario de salud de Oaxaca, Héctor Matus Martínez, quien desconoció todo lo anterior y como tlatoani recién entronado dio por terminados los compromisos binacionales y los adquiridos con el Conacyt. Ese programa, desafortunadamente efímero, había logrado en sus diez únicos meses cuadruplicar los estudios que se tomaban, quintuplicar la asistencia por resultados de los estudios tomados y, lo más importante: diagnosticar cinco cánceres en etapas curables pero, sobre todo, había logrado cumplir con sus objetivos originales.

La explicación de la cancelación, por demás inadmisible, fue que el impacto logrado no era el requerido para la entidad y que los insumos que se gastaban, al revisar el mismo día las laminillas, eran erogaciones "superfluas" y "dispendiosas". Si es que ésta es la verdadera razón, la labor de los repatriados y los compromisos de gemelismo científico en nuestro país no sólo están a expensas de la temporalidad política, sino también de la estulticia de nuestros funcionarios. La seriedad que reviste el caso no sólo se refiere a la incapacidad de nuestras políticas para sobrevivir al cambio transexenal, sino a la incapacidad en la comprensión básica de cooperación y desarrollo científico, en este caso protagonizada por la actitud de Héctor Matus Martínez.

ƑQueremos más Méxicos mágicos?

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