n Rocío Dúrcal no defraudó en el puerto


Lejano, un dueto como el que hice con Juanga

Arturo Cruz Bárcenas, enviado, Acapulco, Gro. n Rocío Dúrcal habló acalorada sobre los duetos que ha tenido y que vendrán pero, aseguró: "La mancuerna con Juan Gabriel fue muy especial; no, no sería igual, porque ese tipo de cosas no se dan siempre. Va a tardar para que se dé un dueto como el de Juan Gabriel y yo. El cantar con otros compañeros, aunque sean de mi tierra, no tiene nada que ver. Lo que es importante es el fenómeno que significa el dueto entre él y yo. Alejandro Sanz ya tiene una canción para mí; lo mismo hay con un tema de Joan Manuel Serrat... y Ricky Martin, que también estará (en un próximo disco). Las cosas serán, no sé, como vaya surgiendo todo".

Horas más tarde la bella se presentó en el escenario del Jardín Sur del Centro Acapulco. La hizo muy cansada para salir a cantar y el productor, Luis de Llano, mediante ademanes daba a entender que Rocío se estaba vistiendo. La espera valió la pena. Acompañada de una orquesta interpretó dos canciones que demostraron la experiencia de la estrella más bonita que ninguna. Cómo han pasado los años, introspección en el sentimiento acumulado, día a día, de la pareja que ve hacia atrás y refuerza su amor en todo lo que han hecho en común, venciendo obstáculos, el espacio y el tiempo. Apóstrofes-síntesis del talento de Rocío, las manos parlantes, expresivas, que escriben la letra de la canción en el aire. Amor en el aire. El público, ya en las manos de la española, escuchó la tonada-tema del último disco de la Dúrcal: Para toda la vida: "En la vida se puede llegar a vivir y morir (...) me puedo perder si no estoy a tu lado", segundo momento del amor que renuncia a estar solo, que busca su otra mitad platónica, la del mito de Diotima, cuyo ser incompleto busca su otra mitad luego de fallarle a los dioses. El amor es la búsqueda perpetua, escribiría el maestro Jaime Sabines.

Con garbo, elegante, cubierta con un hermoso vestido negro con refulgencias plateadas en la parte superior, las manos gráciles. Le dan la estrella de mar que se otorga por su participación en el festival, mientras un mariachi va tomando su sitio.

Las notas de Amor eterno, del maestro Juan Gabriel, hacen aflorar las ganas de aplaudir y de entregarse de manera colectiva. La dupla Rocío-Juan Gabriel es un caso único de éxito, de esos que se dan quién sabe cuándo y por qué. Sempiterno lo materno. El amor a la progenitora más allá de la tumba y la memoria más triste en la letra del vate de Juárez: "el recuerdo más triste de Acapulco".