n La bala de Dantés n
n César Güemes n
1. Hoy se habría considerado, directa y legalmente, acoso sexual. Pero hace 162 años ese tipo de asuntos tenían una forma menos jurídica de resolverse. Mucho menos civilizada, si se quiere, pero eficaz siempre y cuando la parte ofendida supiera disparar un arma con un mínimo de puntería y no fuera un caballero.
2. La tarde del 27 de enero de 1837, con una temperatura que obligaría a cualquiera a quedarse en casa, la fortuna le dio la espalda por última vez a Alexander Pushkin. Pero la historia que llevó al prosista y poeta a verse frente a frente con un tipo que a la historia pasa con el simple nombre de Dantés, viene de 1835, cuando menos.
3. Bella, muy bella resultaba ante los ojos de Dantés la joven Natalia Gondarova, a la sazón esposa de Pushkin y hermana de la también simpática Ekaterina. Durante un par de años, incluso a sabiendas de la pública relación que mantenía la linda Natalia con el laborioso Alexander, Dantés buscó, afanoso, sus favores. Y hasta donde entendemos, no pudo tenerlos en ese lapso. Los rumores de la persecución en contra de su esposa, llegaron desde luego a oídos de Pushkin, quien ni tardo ni perezoso retó a duelo al seductor. En este punto, sin embargo, Dantés hizo una jugada maestra: enamorar a Ekaterina, la hermana de su pretendida.
4. Las dos ocasiones que Pushkin aplazó el duelo con Dantés, en parte debido a que al parecer el sujeto enfocaba sus baterías contra un frente distinto, acabaron cancelándolo casi para siempre cuando aquél y la hermana de su esposa, contrajeron nupcias. Todo estaba arreglado, digamos socialmente, aun con la oposición del escritor que no acababa de tragarse la píldora de las sanas intenciones de su ahora concuño.
5. Para su infortunio, tenía razón. No bien se vio casado, Dantés incrementó cuantitativa y cualitativamente el acoso sobre la bella persona de Natalia. No era nada nuevo. Era esperable. Una segunda jugada maestra de Dantés provocó la tragedia, sin embargo. Durante la tercera semana de enero de 1837 consiguió que Idalia Poleitka, amiga muy cercana de Natalia Pushkin, acudiera a un sitio donde él la esperaba. Idalia, entendida del juego, dejó sola a la pareja. Lo que sucedió o no en ese encuentro, es asunto que no concierne a estas notas. Lo que sí importa es que la noticia de la reunión ll egó veloz a oídos de Alexander y entonces de manera perentoria retó por última vez a duelo a Dantés.
6. No sería exagerado sospechar que era justo lo que el seductor aguardaba. Acudió con Ernest de Barante a solicitarle prestadas sus armas. Y con ellas en su estuche asistió puntual a la cita. Pushkin hizo otro tanto. Se encontraron, sin que se sepa que mediaran palabras. Se acordó la distancia a partir de la cual abrirían fuego y ambos se dispusieron a dar por terminado uno de los conflictos más enojosos y más repetidos en la historia de la humanidad.
7. Dantés no era tonto y tampoco era caballero. Pushkin fue uno de los talentos más queridos en las letras de su país y del resto del mundo en cuanto su obra fue conocida. El sí era un caballero. Vamos, acudió a la cita para defender esa extraña especie llamada dignidad. Dantés, no. El seductor iba, fría, objetiva y matemáticamente a matar al esposo de la mujer pretendida. Sin dignidad que poner a salvo, Dantés disparó primero con tan mala suerte para Pushkin que el tiro le pegó dejándolo vivo.
8. Quienes presenciaron la escena, coinciden en que Pushkin, ya en el suelo, disparó su pistola y la bala rozó apenas a Dantés sin causarle ningún daño que merezca mencionarse. Tuvieron que transcurrir 48 horas para que la muerte se apiadara del escritor y diera fin a su ya muy prolongada agonía.
9. Hoy el parque donde cayó herido letalmente el narrador tiene algunos árboles pelones y en el centro un obelisco que en su memoria se levantó. El dato vale, pero no demasiado.
10. Acaso, habría que preguntarse, 162 años después: Ƒqué sentido tiene ser caballero y disparar un segundo tarde, cuando ya todo se lo ha llevado el carajo?