BINACIONAL: PERSPECTIVAS NECESARIAS
Las palabras de la canciller Rosario Green -al inaugurar la Comisión Binacional México-Estados Unidos- contra las acciones unilaterales y en favor de eliminar las asimetrías y promover los consensos, merecen ser destacadas, sobre todo porque fueron motivadas por la necesidad de resolver las diferencias en el tema referente a la migración.
Como se sabe, la situación de los trabajadores mexicanos que emigran a Estados Unidos en respuesta a la ley de la oferta y la demanda, es decir, a la demanda de trabajo esforzado y capaz por un mercado que paga salarios mejores que los que se obtienen en nuestro país, es injusta desde el punto de vista económico y social, y desde el de los derechos humanos. Económicamente, en efecto, mientras se proclama la necesidad de la libre circulación de mercancías, se impide con la policía fronteriza el ingreso de mexicanos y centroamericanos al mercado de trabajo, de cuyos envíos monetarios a sus familias dependen regiones enteras de sus respectivos países. Socialmente, las medidas restrictivas y racistas establecen distintas categorías de trabajadores en un mismo territorio, a pesar de que contribuyen a la prosperidad de la economía y de la sociedad que los utiliza. En cuanto a los derechos humanos, estos habitantes de Estados Unidos, privados de tales derechos y tratados con evidente injusticia y desigualdad, ven afectada su dignidad y amenazada su integridad física y moral, sin contar con que el desarraigo que resulta de su eventual expulsión les corta planes, proyectos, perspectivas de vida y sanciona también a sus familiares.
Por eso, es importante que, en una coyuntura en la que en Estados Unidos hay sobreoferta de trabajo (particularmente de las labores que los inmigrantes están obligados a aceptar), se aproveche para volver a discutir a fondo la cuestión de la mano de obra migratoria, y no sólo para realizar algunos ajustes cosméticos a la actual situación.
Si se habla de mercado común, éste debe abarcar a la fuerza de trabajo, para la cual se deben eliminar todas las restricciones políticas hoy existentes. Y si se habla de cooperación, ésta debiera ser desequilibrada en favor del más débil para que fuera realmente equitativa -como ha ocurrido y sigue ocurriendo en la Unión Europea-, a fin de reforzar el conjunto de la economía del bloque regional.