Más de 35 mil personas de todo el continente europeo participaron en la marcha realizada en Colonia, Alemania, el pasado 28 de mayo, mostrando la vitalidad con la que avanza la lucha contra el desempleo y la precarización de las condiciones de vida en aquella parte del mundo. Esta segunda marcha supera la realizada en Amsterdam en 1997 con el mismo motivo.
Esta importante convergencia del movimiento social europeo, en demandas y acciones políticas y de movilización, se da en el contexto de una guerra -producto del capitalismo salvaje, según denuncia reiterada, de las elecciones del Parlamento Europeo y de un ascenso en la lucha de los nuevos sectores sociales, como los desempleados, que se organizan de manera espontánea en los últimos años.
La consigna central de la movilización, coreada por miles, se dio contra la guerra en la ex Yugoslavia, ``decidida sin nosotros y en contra de nosotros, en la que serbios y kosovares son utilizados para justificar la guerra económica instrumentada por la OTAN''; y en la que ``el mundo del trabajo es el invitado a pagar la guerra y el rearme militar a través del Pacto por el Empleo, que anuncia un tipo de flexibilización y desregulación social y económica y de destrucción de las políticas sociales''.
Los objetivos de la marcha se concretaron en demandas específicas de cambio en las políticas económicas, reducción de la jornada de trabajo, mejoramiento de los programas sociales y defensa del empleo. En general, los reclamos de nuevas políticas a favor de la población fueron planteados desde los distintos sectores y contingentes de la manifestación.
``Por una Europa unida, socialista, democrática y multiétnica'', ``Por una Europa unida del oeste al este y de norte al sur'', rezaban las mantas que portaban los miles de sindicalistas, mujeres, jóvenes, miembros de las nuevas corrientes políticas de izquierda, anarquistas, desempleados y migrantes, quienes por más de tres horas recorrieron las calles de esta ciudad alemana, en medio de un gran operativo policiaco.
Al final de la movilización, una comisión fue recibida -por primera vez- por el ministro de Finanzas de la Comunidad Europea, a quien se entregó el documento que resumía las demandas principales planteadas al Grupo de los Siete, y al conjunto de los gobiernos que integran la Unión Europea.
Entre las demandas presentes en la movilización, destacó el planteamiento de las principales centrales sindicales europeas y dos confederaciones mundiales -la Confederación de Organizaciones Sindicales Libres (CIOLS), y la Confederación Mundial del Trabajo (CMT)-, de numerosos grupos ambientalistas y ONG de Desarrollo y de las Organizaciones de Derechos Humanos, que rechazan la ratificación, por parte del Parlamento Europeo, del Acuerdo entre México y la Unión Europea, por haber sido negociado sin la consulta a la sociedad, por carecer de mecanismos que garanticen derechos sociales y por repetir los vicios del TLC, al incorporar la agenda corporativa, la liberalización de inversiones y el desconocimiento de las asimetrías entre las economías. ``Mucha retórica sobre la naturaleza del acuerdo, dijeron, pero se trata de un Acuerdo Global que, aun cuando incluye una parte de Cooperación y Cláusula Democrática, no precisa las formas que garanticen los estándares laborales y ambientales o su mejoramiento, y la manera como se evaluará el cumplimiento de los derechos humanos universales por las dos partes''.
La presencia en la marcha de los representantes de seis organizaciones mexicanas -del sector indígena, campesino, sindical, pequeños empresarios, movimientos ciudadanos y los derechos humanos-, quienes han venido trabajando frente al acuerdo México-Unión Europea, permitió el encuentro con organizaciones europeas. Con ellas, se profundizó el alcance del impacto de este acuerdo, así como las alianzas y formas de incidencia en la negociación de esta herramienta de política económica, que puede ampliar el deterioro de los niveles de vida de los trabajadores y los pueblos en los dos continentes.