La respuesta fue terrible: Eloy Vallina juró en 1982 no volver a poseer un banco en México y acto seguido le apostó a la oposición. Nunca dijo nada de la tierra. Pasaron los años, Francisco Barrio llegó al Palacio de Gobierno de Chihuahua y, junto a su hermano Federico, se enfrentó al poderío de Jaime Bermúdez, su antiguo patrón.
Hoy todo es diferente, propietario de un banco en El Paso y otro en San Diego, Vallina compró, en 5 millones de dólares, 20 mil hectáreas circundantes al paso fronterizo de San Jerónimo-Santa Teresa. El notario que escrituró la operación de compra-venta es, ni más ni menos, que Eduardo Romero, el mismo que ha actuado como notario de todas las operaciones inmobiliarias de Federico Barrio, secretario de Gobierno de Francisco Barrio y ex precandidato a gobernador por el PAN.
Tal superficie equivale a toda la mancha urbana de Ciudad Juárez. Pingüe negocio, el metro cuadrado le costó al acaudalado chihuahuense ¡25 centavos de peso!
Sin distinciones partidarias, lo mismo bajo la administración del panista Francisco Barrio, o de los priístas Fernando Baeza y Patricio Martínez, los más ``visionarios'' empresarios aprovechan su contacto con el poder público para realizar suculentos negocios.
Iniciado el proyecto hace más de diez años, recibió un decidido impulso por parte de Carlos Salinas al acceder a la propuesta del senador de Nuevo México, Pete Domenici, de construir una carretera que uniera el cruce fronterizo con la carretera Juárez-Nuevo Casas Grandes, a cambio de 18 votos en el senado estadunidense a favor de la firma del TLC.
A pesar de las insistentes afirmaciones de los promotores del proyecto, éste fue concebido como un gran complejo maquilador en el que poderosos empresarios se beneficiarán de la infraestructura que construya el Estado mexicano. Aspiran a tener más mano de obra barata sin los problemas de Juárez. Así lo establece un estudio realizado por la Universidad de Harvard.
Puros nombres ilustres figuran en el proyecto binacional: Ross Perot (ex candidato presidencial de Estados Unidos), Eloy Vallina, Pedro Zaragoza, las familias Urías y Lugo, Jaime Bermúdez y, ¡oh, sorpresa!, el grupo Cementos de Chihuahua.
Hasta aquí iba todo muy bien para tan ambicioso proyecto, sólo faltaba un pequeño detalle: ¿y el agua? Poca cosa en Chihuahua, donde nos sobra hasta para emprender jugosos negocios para un selecto grupo de empresarios.
La creación del proyecto San Jerónimo-Santa Teresa prevé obtener el agua del Bolsón de la Mesilla, cuyas dos terceras partes están bajo suelo mexicano y es la reserva acuífera de Juárez que arrostra el peligro inminente del agotamiento del Bolsón del Hueco, una de las más importantes fuentes de abastecimiento.
Así, por encima de las siglas partidarias, los más poderosos hombres de negocios se ponen de acuerdo, dividen las áreas de influencia, aprovechan los recursos naturales y se apoderan de la riqueza nacional.
En esa orientación, desaparecen las fronteras y las ideologías partidarias. ¿Habrán llegado a acuerdos los dos principales grupos económicos enfrentados hace años en Juárez? ¿O simplemente se pusieron de acuerdo en la repartición del pastel los Barrio, los Terrazas, los Vallina, los Bermúdez y los Zaragoza?
No cabe duda, es el mismo proyecto, no importa que para concretarlo las fronteras se difuminen.