El Album blanco, arte individual; fin de un largo camino
Javier Molina n En noviembre de 1968 aparece el disco blanco de Los Beatles, un memorable álbum doble, considerado una obra de arte, que incluye en dos discos 30 canciones, las cuales se grabaron y mezclaron en cinco meses, un verdadero récord de trabajo. También un ejemplo de diversidad individual en el que cada uno de los integrantes controla su propia composición.
El Album blanco es el fin de un largo camino iniciado a principios de los sesenta: She loves you y el grito liberador de toda una generación: šYeah, yeah, yeah! En el disco blanco ya no escuchamos la unidad indisoluble del grupo, las cuatro partes de un todo. Ignacio Juliá, en su libro John Lennon, considera que la grabación es quizá la más influyente en el ámbito musical para las nuevas generaciones, y también que "la personalidad musical de Lennon resplandece a lo largo de las cuatro caras del álbum".
Glass onion, contra la utopía hippie, a fines de los sesenta, cuando el sueño ha terminado. "Te hablé de campos de fresas,/ ya sabes, el lugar donde nada es real".
Revolution, el ritmo del puro rock and roll, contra la violencia y la destrucción, pero en favor del cambio. "Dices que quieres una revolución./ Bueno, ya sabes,/ todos queremos cambiar el mundo./ Pero cuando hablas de destrucción,/ más vale que no cuentas conmigo,/ no sabes si resultará bien".
"El camino del cinismo derrotista a la protesta directa y la denuncia social fue rápidamente recorrido por un Lennon que parecía dejar atrás los sueños, alucinados o esperanzados", señala Juliá.
Eduardo Milán, en un artículo sobre el poeta John Lennon (El ángel, suplemento cultural de Reforma, noviembre de 1994), afirma: "Había sido escritor siempre, aunque no necesariamente original. Estaba muy influido por Joyce y por limmeriks songs, por la carga alterativa natural que tiene la lengua inglesa y su capacidad de prestarse a cualquier ambigüedad semántica. Es la alianza con la música la que da buenos frutos en el caso de Lennon. Es la 'palabra cantada' y no la palabra escrita la que definió su capacidad poética durante los años 'duros' de Los Beatles (Rubber soul), y luego como artista individual.
"Lennon no acostumbró utilizar el arte como vehículo de verdades trascendentes hasta la desintegración del grupo musical que lo hizo famoso... Los problemas raciales, el difícil lugar de la mujer, la situación de los obreros ocupan desde ahora en la mente lírica de Lennon el puesto reservado anteriormente a todo lo relacionado con la temática del rock de entonces: el amor adolescente y sus encantos y desencantos, y de vez en cuando el rock mismo tomado como tema.
"Lo que aquí se defiende --subraya Milán-- es la actitud, la posición humana y artística más allá de cualquier virtuosismo... La actitud de Lennon, una actitud frontal de hostigamiento constante a lo que lo molestaba, es lo que subyace en toda su manifestación creativa".
En el álbum doble de la portada blanca (sólo con el nombre The Beatles, en letra muy pequeñas) están, pues, los cuatro chavos célebres de Liverpool, cada uno en su camino. Imposible olvidar la dulce melodía de las canciones de McCartney. "Es un par de años han construido/ un hogar dulce hogar,/ con un par de críos que juegan en el patio/ de Desmond y Molly Jones./ Feliz por la marcha de su puesto en el mercado,/ Desmond deja que los niños le echen una mano./ Molly se está en casa cuidando su bonita cara/ y por la tarde aún canta con la banda" (Ob-la-di, ob-la-da).
Ringo y George
También está el acompañamiento preciso de Ringo y, finalmente, pero no al último, la poesía de la música de George Harrison, el más apartado del mundanal ruido, defensor de su mundo musical y de su vida privada. Aporta al álbum blanco nada menos que una mirada crítica a un mundo adormecido y manipulado, una canción que también es un encendido homenaje al instrumento musical rocanrolero por excelencia: la guitarra.
"Miro en todos ustedes y veo que el amor está/ adormecido/ mientras mi guitarra llora dulcemente./ Miro al suelo y veo que necesita una limpieza;/ todavía mi guitarra llora dulcemente./ No comprendo como nadie les enseñó a desplegar su amor./ No sé cómo los han manipulado,/ comprado y vendido./ Miro al mundo y lo siento girar/ mientras mi guitarra llora dulcemente./ Sin duda debemos aprender con cada error;/ todavía mi guitarra llora dulcemente./ No comprendo cómo se han desviado/ y echado a perder./ No comprendo su cambio:/ nadie los puso sobre aviso./ Miro en todos ustedes y veo que el amor está/ adormecido/ mientras mi guitarra llora dulcemente./ Los miro a todos/ y todavía mi guitarra llora dulcemente".