n El pliego petitorio sólo fue atendido parcialmente
Resolver el conflicto sin dialogar con huelguistas, posición del CU
Hermann Bellinghausen n Una mezcla de victoria, derrota, desconfianza y, en los "perdedores", mal disimuladas ganas de revancha, permeó ayer la sesión extraordinaria del Consejo Universitario de la UNAM, casi tan larga como las del CGH estudiantil. Aunque más burocráticamente, aquí también la rifa el asambleísmo.
Si bien el pleno resolvió asuntos clave para el actual conflicto universitario, nadie salió satisfecho. Del lado estudiantil (minoritario pero significativo) dominó la certidumbre de que el rector Barnés dio marcha atrás en las cuotas sin mostrar aún ninguna disposición para el diálogo, de modo que el pliego petitorio de los huelguistas sólo fue atendido parcialmente, y no como tal.
En opinión de los sectores más duros de la burocracia universitaria, que hasta su Bronx tiene (y también su Núñez), y su frente de directores conservadores, el rector (y ellos) cedió demasiado.
Cuando se aprobaron en lo general, después de 25 oradores, los cambios al reglamento de pagos, que incluyó la desaparición del término "cuotas", a cambio de "aportaciones voluntarias", sobrevino un aplauso tibio, agridulce, insatisfecho.
Diversos asistentes, del bando de las autoridades y del bando en huelga, reconocieron que esta sesión hace dos meses, para decidir lo mismo, hubiera hecho un bien a la Universidad. O sea, se pagó un precio más alto para llegar a lo mismo.
El doctor Antonio Peña, ahora consejero en su carácter de director de Ciencias del Mar, pero tampoco nuevo en esta arena, reconoció con evidente irritación: "Dimos un paso en contra de nuestra voluntad de mayoría para cambiar nuestra decisión, a ver si esto se resuelve".
El mismo Peña previene al consejo del "Síndrome de Estocolmo" (que se aplica a los secuestrados que defienden o temen a sus secuestradores), y se burla de las precauciones con el casi innombrable CGH: "No provoquemos a nuestros captores". Para él, como dicen en los noticieros de la televisión, la UNAM esta "secuestrada", y sí, hubo que ceder en las cuotas, pero ahora se trata de exigir algo así como el inmediato levantamiento del paro.
Carlos Espinosa, consejero del STUNAM, reconoció "el esfuerzo de este consejo universitario", y dijo esperar "que sea correspondido por el CGH". No obstante este Consejo dejó montados mecanismos que no facilitan esta deseable correspondencia. Los propios trabajadores universitarios sufrieron un agravio aquí, cuando el pleno, de feo modo, le negó la palabra al secretario general del STUNAM. Intolerancia con sabor a fastidio.
Aunque el consejero Anaya, maestro de Economía, propuso la creación de una comisión especial de este consejo, opción bien prevista en la legislación, para atender un eventual diálogo con los estudiantes, el pleno asumió como suya la Comisión de Encuentro del rector, y mostró así una actitud inamovible.
Hubo voces, como la del doctor Berruecos, consejero maestro de Medicina, quien consideró que dicha comisión "había cumplido un paso en el proceso", y se manifestó por una alternativa "de reflexión y de propuestas, plural, para enviar señales" a los paristas. "Nadie quiere que siga el paro. Es una falsedad de los medios". Y expresó el deseo de un acercamiento respetuoso con los estudiantes.
No fue éste el espíritu que prevaleció, si bien resultó notable la disposición a bajarle que, inesperadamente, tuvo el rector Barnés. Para irritación de muchos directores, como los del CCH, Medicina, Derecho y otros más. Llegó el momento en que algunos se salieron para no seguir votando su derrota.
Todo quedó a medias. Un consejero estudiante mencionaba en corto el carácter pírrico de la victoria estudiantil. Se da marcha atrás en las cuotas, se extiende a los huelguistas una amnistía (o perdón), más reticente que generosa, y se propone un nuevo calendario escolar, pero no se dialoga con los paristas. No existen, no se ven, o no se lo merecen.
El túnel del tiempo
Fue, y no, como entrar en el túnel del tiempo. La cantidad de caras conocidas (claro, todos somos más viejos) me hizo pensar de pronto que 20 años no es nada. Empecé a escribir la lista de integrantes de este Consejo Universitario de otras épocas del mismo organismo. Llené una página de mi cuaderno, y me aburrí. Los directores, las autoridades centrales y la cúpula burocrática se compone, en términos generales, de las mismas personas.
Quizás sólo la Iglesia tiene menos movilidad que la burocracia universitaria. El que no fue ya director de instituto y consejero de una Facultad, fue abogado o secretario general y ahora administra algo. Muchos que están abajo en las butacas del auditorio de la Antigua Escuela de Medicina alguna vez se sentaron arriba, en el estrado, que hoy ocupan el rector Barnés en medio de la tormenta, su abogado general, un joven pero duro Gerardo Moctezuma Barragán (hermano de yasabenquién), y los coordinadores Humberto Muñoz, Francisco Bolívar Zapata y José de Santiago.
Varios de ellos también han estado abajo, participando como consejeros en el pleno. Otros ya se dieron su vuelta por el sector público, y volvieron.
Los consejeros estudiantes sí son todos nuevos, eso es inevitable, y también muchos de los maestros, aunque entre éstos no dejan de repetirse personajes. Ni el PRI es tan conspicuo.
De cientos de miles que son los universitarios, según repiten el rector Barnés, el doctor Cravioto y otros funcionarios, para que no se nos olvide, se ve que para manejar la institución se las han arreglado con unos cuantos.
También las caras nuevas tienen su historia. Como la flamante directora de investigaciones estéticas, María Teresa Urioste Castañeda de Labastida, quien nunca antes había sido consejera, así como tampoco había sido la esposa de un secretario de Gobernación, luego candidato presidencial del PRI, como lo es ahora.
Pero no se crea, este consejo tiene su alcurnia. Hay una consejera investigadora que es hija y nieta de rector, entre algunos otros casos de parentescos curiosos. También hay una madre investigadora y un hijo director, y en dos casos, un par de hermanos consejeros.
Este es el órgano deliberativo que trae una papa caliente entre las manos, y que podría no tener nombre si los consejeros estudiantes no reivindicarán una y otra vez su pertenencia al movimiento estudiantil, así como su defensa del pliego petitorio del Consejo General de Huelga.
Estos estudiantes quedan en sandwich entre las autoridades y el CGH. A riesgo de su pellejo, ganaron aquí detener el Reglamento General de Pagos, y hasta desaparecer del mapa la palabra maldita: cuotas.
Paradójicamente, eso no los hace héroes ante nadie, y lo saben. El consejero estudiantil de Ingeniería, quien también participa activamente en el CGH, repite en sus distintas intervenciones la expresión "tomar riesgos".
En otro sandwich aparece el propio rector Barnés, quien condujo la sesión dirigiéndose en todo momento a los consejeros estudiantes, y escuchándolos, pero atrapado en la estrategia de resolver sin dialogar, mientras sus propios duros lo querían rebasar por la derecha.
No está claro todavía quién gana y quién pierde, pero de momento, de seguro, la que todavía no gana es la UNAM. Hoy tendrá que echarse el CGH este trompo a la uña. Y nadie la ve fácil, la mera verdad.