La Jornada jueves 10 de junio de 1999

Octavio Rodríguez Araujo
La UNAM al futuro

Las cuotas de colegiatura en la UNAM ahora son voluntarias. En otros términos, la UNAM es gratuita desde la reunión del Consejo Universitario del 7 de junio pasado. Sin embargo, la discusión sobre la gratuidad de la educación media superior y superior en las universidades públicas (no particulares o privadas) sigue vigente, pues las interpretaciones constitucionales al respecto no han podido conciliarse a la fecha.

En mi interpretación, las universidades públicas, tanto las que son organismos descentralizados del Estado como las que dependen de instancias de los gobiernos federal, estatal o municipal, deberían ser gratuitas, pues así lo establece la Constitución Política de la nación. Por ahora sólo la UNAM será gratuita, y las cuotas serán potestativas para quien quiera pagarlas. Esta es una victoria del movimiento generado por el rector Barnés, y no, por cierto, una victoria pequeña. Por lo mismo, los estudiantes en huelga deberían suspenderla y darnos a todos la oportunidad de enseñar, aprender, investigar y difundir la cultura, como es nuestra obligación de universitarios; pero también la oportunidad de discutir en nuestros centros de trabajo otros temas relacionados con el presente y el futuro de la UNAM y de otras universidades de características semejantes.

Entre los temas que debemos discutir resalta la autonomía de la Universidad Nacional. Esta, como decía el maestro Silva Herzog en sus reflexiones sobre la Ley Orgánica de 1929, es en realidad semiautónoma, y lo estamos viendo en varios aspectos que deberán ser revisados y, en su caso, desterrados de la UNAM por atentar contra su autonomía: la imposición del Ceneval y la orientación de nuevos planes de estudio, para sólo poner dos ejemplos.

La autonomía de la Universidad Nacional fue concebida, al principio y por largo tiempo, como privatización. En 1914, Félix Palavicini, funcionario de la Secretaría de Instrucción Pública, proponía que la universidad fuera pública mientras no lograra su autosuficiencia basada en el pago de los alumnos por su instrucción. Más adelante, siendo Palavicini miembro del Congreso Constituyente (1916), propuso ``Educación primaria laica, obligatoria y municipalizada; educación superior al margen del Estado'', según cita Juan Molinar en un estudio sobre el tema. En los años 20 y 30, hubo quienes, incluido Cárdenas como Presidente, concibieron la autonomía como privatización, pero a diferencia de aquellos años en que los liberales lucharon por la no intervención del gobierno estatista y ``socializante'' en la Universidad Nacional, y contra la imposición del pensamiento único de entonces en la orientación de la enseñanza y de la investigación, ahora se lucha, desde la izquierda, desde el lado de las fuerzas antineoliberales, en contra del proyecto subordinado del gobierno neoliberal y tecnocrático (subordinado al Banco Mundial) para las universidades públicas, por la gratuidad de éstas, por la libertad de cátedra e investigación, por el autogobierno en la UNAM y porque el Estado financie total y cabalmente la educación pública del nivel que sea. Es decir, la misma lucha, pero de distinto signo. Esto es, la defensa de la autonomía de la Universidad Nacional, pero no en sentido de privatización de ésta, sino como una entidad pública al servicio del pueblo y de la nación.

El RGP, que aumentaba las cuotas por colegiatura, motivó la huelga. El nuevo RGP hace de la UNAM una universidad gratuita. Razonablemente, la huelga ya no es necesaria. En la normalidad de las actividades universitarias tendremos mejores condiciones para discutir lo que sigue, que no es poco.

P.S.: Al margen de lo anterior, una aclaración. Hay quienes han dicho que el Consejo Técnico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales se reunió el domingo pasado y que tuvo carácter resolutivo (Reforma mencionó algo de esto en su edición del 7 de junio). Esto es falso. Hubo, sí, una reunión en una casa particular, pero era informal, de reflexión colectiva, y estuvieron algunos consejeros técnicos y algunos profesores. Comentamos nuestras perspectivas sobre el movimiento de la UNAM, pero no hubo, ni podía haber, ninguna resolución.