Esta semana marcará una nueva etapa en la relación entre la nación mexicana y los millones de ciudadanos que emigran al norte.
Durante estos días, la más grande e importante delegación de migrantes que se haya organizado hasta la fecha llegará al Distrito Federal. El objetivo fundamental es intensificar el cabildeo para que el Senado ratifique una reforma electoral que reglamenta el voto de los mexicanos en el extranjero en futuras elecciones presidenciales. La reforma, que agrega un noveno libro al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), fue aprobada en la Cámara de Diputados por los partidos de oposición.
El único obstáculo para que los migrantes finalmente sean reconocidos como ciudadanos mexicanos es la falta de voluntad de parte de la fracción priísta en el Senado. Los senadores del PRI son mayoría y pueden echar abajo una demanda popular que surgió en 1929, justo cuando el partido de Estado fue creado.
El reciente endurecimiento de la posición priísta, reflejada en las declaraciones de dirigentes como Eduardo Andrade, invita al pesimismo y la desilusión. ¿Algo más natural o predecible que el PRI de nuevo decepcione a la sociedad y subordine el bien de la nación a mezquinos intereses partidistas?
Sin embargo, entre los activistas migrantes hay optimismo y entusiasmo, y con buena razón. Un breve repaso a la historia reciente comprueba que una gran parte de la batalla ya se ha ganado.
En 1996 el Congreso reconoció el derecho de los migrantes a votar en elecciones presidenciales. La reforma fue integrada al Cofipe en noviembre de ese año. Desde entonces a la fecha, los problemas a resolver han sido dos: la fecha en que se iniciaría el ejercicio del voto migrante (2000 o 2006) y la modalidad o modalidades de dicho voto.
En 1998 la Comisión de Especialistas del Instituto Federal Electoral (IFE) terminó un importante estudio donde se asegura que `` es viable llevar a cabo la elección presidencial del 2000 con la participación de los votantes mexicanos en el exterior y que para ello es posible acudir a diversas modalidades para la emisión del voto... que cumplen con la racionalidad jurídica del sistema electoral mexicano''. Según la comisión, el universo potencial del voto migrante ascendería en el año 2000 a 10.787 millones de mexicanos.
En el mismo estudio el IFE comprobó lo que los activistas siempre han afirmado: el derecho al voto es una demanda generalizada entre los migrantes. De acuerdo al informe, 83 por ciento de los mexicanos en Estados Unidos desean votar si se les permitiera.
Hace mes y medio los diputados de oposición aprobaron el proyecto de ley, preparado conjuntamente por el PAN y el PRD, que agrega un noveno libro al Cofipe y reglamenta el voto migrante en la elección del 2000. La reforma propone el voto en casillas y por correo. Según los autores de la reforma, ``consideramos ya impostergable dar cauce legal expedito a los justos reclamos de los ciudadanos mexicanos residentes en el extranjero por participar en la toma de decisiones que tengan que ver con la buena marcha de nuestro país''.
Pero lo más importante de todo es lo que han hecho los migrantes mismos. Desde febrero de 1998 a la fecha es cada día más evidente que la participación política de los migrantes ha llegado para quedarse, independien- temente de lo que decidan los senadores del PRI.
En poco tiempo, los activistas, con todo y sus raquíticos recursos, han logrado desarrollar un admirable y creciente movimiento binacional a favor de los derechos migrantes. La lucha por el voto ha permitido el surgimiento y consolidación de un nuevo y eficiente movimiento social, caracterizado por formas organizativas y programas de trabajo enfocados en el activismo transnacional.
Hoy en día, los cónsules mexicanos en Estados Unidos, partidos políticos mexicanos, legisladores, consejeros electorales, medios de comunicación, precandidatos presidenciales, y la misma Presidencia de la República saben que las comunidades migrantes no están dispuestas a tolerar las violaciones a sus derechos civiles, empezando con el derecho a sufragar. Al analizar el desenlace de la lucha por el voto es claro que los migrantes han aprendido a defenderse.
La importancia del factor migrante incrementará notablemente de aquí en adelante. Con o sin el voto, participarán activamente en la elección presidencial del próximo año, apoyando a fuerzas y candidatos afines, y castigando a los enemigos que se han encontrado en el camino.
Por lo tanto, no es de extrañar que otro de los principales objetivos de la delegación que arriba a la vieja Tenochtitlán sea consolidar viejas alianzas y establecer nuevas relaciones con precandidatos presidenciales, partidos políticos, fracciones parlamentarias, y las más destacadas ONG del país.
La nueva etapa en la historia de la migración mexicana comenzó el lunes 7 de junio con la inaguración del Foro Binacional de Organismos Ciudadanos ``Reglamentación del Voto Mexicano en el Extranjero''.
Todos los amigos de los migrantes y la democracia están invitados a participar.
* Miembro de la Coalición de Mexi-canos en el Exterior Nuestro Voto en el 2000