Muchos colegas lo han tratado, pero creo que vale la pena reiterarlo. Los medios de comunicación, en especial los electrónicos, tienen una responsabilidad especial por lo que dicen o lo que propagan. Sus directivos deberían saber a qué se atienen cuando difunden una noticia cargada de aseveraciones, opiniones particulares, condenas, acusaciones o exigencias que son sólo puntos de vista de los individuos a cargo de los cuales corre la transmisión de la información. Con la muy relativa excepción del pueblo sencillo y humilde que cree siempre en lo que ve o le dicen, la actitud de las dos más grandes televisoras del país a raíz del asesinato de Francisco Stanley fue repudiada, de hecho, por casi todos los demás medios informativos que no se sintieron involucrados tan directamente con esas dos televisoras, por la parcialidad de la información y la facciosidad de los comentarios.
Pasa que un Javier Alatorre, una Rosa María de Castro o un Abraham Zabludovsky, para mencionar sólo a unos cuantos entre los menores, se hayan descarrilado en comentarios estúpidos y en aún más estultas ocurrencias sobre el Gobierno del DF, pero me pareció increíble que la misma actitud haya adoptado un veterano tan experimentado de la comunicación como Jacobo Zabludovsky. Del Salinasnews, como llamó Julio Hernández López a un conocido diario detractor oficioso del gobierno de Cárdenas, no es de extrañar nada. La pregunta es: Ƒcómo se les ocurrió a esos comunicadores aprovechar tan tontamente el asesinato del animador de televisión para desencadenar, según ellos, una campaña en contra del actual gobierno del DF? Al día siguiente nadie les creía y las revelaciones de la Procuraduría General de Justicia del DF sobre las adicciones del conductor y sus líos con la Secretaría de Gobernación, que le extendió su charola, los dejaron en el más descobijado de los ridículos.
Ese mismo día siguiente del asesinato, todos echaron marcha atrás, Jacobo se hizo ojo de hormiga y su hijo empezó a sudar sangre. Tv Azteca se indignó por las revelaciones de la PGJDF y hasta consiguió una entrevista con un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, despistado como lo son casi todos ellos, que dijo que hacer públicos los hallazgos de las indagatorias no era correcto. Rosa María de Castro propuso que nadie hablara hasta que las autoridades hubiesen concluido sus investigaciones. Buen cambio de ritmo, pero tan tonto como el del día anterior. Fue casi como decir: "Por favor, no hagan más revelaciones". A Zabludovsky hijo le fue como en feria. El director de noticiarios de Tv Azteca, Raúl Sánchez Carrillo, tres días después, en un programa radiofónico le llamó "oceánico", y sugirió que el hijo de Zabludovsky se atendía de adicciones a la droga. Este contestó con una oleada de improperios, que sólo tenía problemas con su "modo de beber".
Yo siempre he pensado que reglamentar la garantía constitucional de libertad de expresión e información es peligrosísimo. Cualquier reglamentación al respecto no hará más que imponer límites a esa misma libertad, lo que me parece totalmente inadecuado. Pero algo se deberá hacer respecto de la función que los medios de información desempeñan en la vida social. Una cosa es la libertad de expresión y muy otra el abuso de una concesión federal para emitir, ya no información, sino juicios muy cuestionables que atacan otros ámbitos de la libertad de expresión y de información y a las instituciones. El pasado lunes, todo el gobierno del DF, y no sólo su titular, estuvo prácticamente bajo el fuego graneado de las televisoras. No bastó que, en la primera entrevista que concedió, a Jacobo precisamente, el procurador del DF, Samuel del Villar, pusiera el acento en el hecho de que el asesinato de Stanley no formaba parte de una delincuencia común y corriente, sino que se trataba de un homicidio a pedido, realizado por profesionales y con toda premeditación, lo que no sucede todos los días.
El vergonzoso ridículo que hicieron las dos televisoras no debería alegrar a nadie. La Secretaría de Gobernación, que tiene el control directo de esos medios, no dijo ni media palabra, cuando debió haber llamado de inmediato la atención a los comentarios imprudentes que se estaban produciendo, sobre todo, en relación con las imputaciones de muy mala leche que se hacían a una institución estatal como lo es el gobierno del DF. Al final, tuvieron que tragarse su vergüenza y asimilar el repudio que todo el mundo les demostró. La declaración de De la Barreda, ombudsman del DF, fue ejemplar y esclarecedora. Algo habrá que hacer con nuestros medios televisivos y sus increíbles abusos.