Obra de humor negro ad-hoc con los tiempos


Pop corn, sátira sobre la violencia en la televisión

Mariana Norandi n En el cine y la televisión "el sexo vende", pero si a una cinta así le añadimos violencia, entonces se convierte en todo un éxito, digna de aspirar a un Oscar en la ciudad de las estrellas. Y, es más, lo gana, al menos en el escenario del teatro Lídice, donde se representa la obra teatral Pop corn, de Ben Elton, que dirige Mario Espinosa.

La mansión del exitoso director hollywoodense Bruce Delamitri (Fernando Ciangherotti), que acaba de ganar un Oscar por una de sus películas, que contienen elevadas dosis de sexo y violencia, es asaltada e invadida por la famosa pareja de asesinos múltiples American Express (Juan Manuel Bernal y Cecilia Suárez), cuando este se encontraba acompañado por Brook Daniels (Arleta Jeziorska), conocida modelo porno. A partir de aquí, en una situación desesperada y de continuas amenazas de muerte, se desencadena una interesante y polémica sátira que critica la responsabilidad y las consecuencias de la violencia en televisión. Bruce, el galardonado director, defiende "su arte" alegando que es la sociedad la responsable de la violencia, y los asesinos argumentan que ellos son víctimas de los estímulos visuales que captan en la pantalla.

La trama se tensa y estalla en un trágico clímax, en el cual los asesinos matan a la esposa del director (Surya Macgrégor) delante de las cámaras de televisión, situación que es utilizada para transmitir una profunda crítica a "la muerte en directo", tan recurrida en la nota roja.

Con un buen elenco, una actuación histriónica, una puesta teatral que abre paso a la escena televisiva, un irónico humor y mucha intención, Espinosa logra abrir un debate candente y actual que gira alrededor de la violencia en televisión. Cuestiona de este medio la moral creadora, el periodismo amarillista, los intereses económicos que emergen de tales producciones e incluso el obsesivo y competitivo rating que arrastra a muchas televisoras a una exagerada morbosidad por aumentar audiencia.

La historia nos recuerda el guión que hizo Quentin Tarantino para la película Natural born killers. En ambas historias los protagonistas son una pareja de asesinos que acaban convocando a los medios para redimir y justificar sus delitos; las dos ut ilizan el recurso de la ironía y la farsa para exponernos sus críticas y, finalmente, ambas dejan en el espectador la sensación contradictoria de no saber quiénes son las víctimas y quiénes los culpables. Sensación ambigua que es un fiel reflejo del que se manifiesta constantemente en nuestra vida diaria.

Con Pop corn vemos, una vez más, la magnitud y el poder del teatro a la hora de transmitir, comunicar, crear debate, reflexionar y, por supuesto, de divertirse mucho.

Pop corn: producida por Argos-Becker-Jinich. Productor ejecutivo Enrique Singer. Se presenta en el teatro Lídice (antes San Jerónimo), Periférico Sur 3400. Jueves y viernes, 20:30 horas; sábados y domingos, 18:00 y 20:30. Localidad 120 pesos.