Luis Echeverría Alvarez sigue sin decir nada. Alfonso Martínez Domínguez cree que la elección interna del PRI será un fracaso y el preámbulo de la derrota de ese partido en el 2000. Ambos circulan en la política nacional todavía. El primero era presidente de la República y el segundo regente de la capital cuando, el 10 de junio de 1971, los halcones -un grupo paramilitar entrenado por el gobierno- perpetraron una matanza en San Cosme, para romper una manifestación estudiantil.
De ese día, el fotógrafo Antonio Reyes Zurita -en un testimonio recogido por el también fotoperiodista Luis Humberto González- recordaba que casi todas las cámaras fueron destrozadas por los halcones.
``Casi a todos les rompieron sus cámaras y los golpearon, menos a tres. Jesús González no fue golpeado porque estaba trepado en una azotea; Armando Salgado porque andaba junto a los agentes; y yo porque corrí y me escondí en una tiendita.
``Hasta ahí llegaron los agentes armados y me empezaron a golpear. Luego se escuchó un grito: `¡Halcón dulce!'... Era la clave para que no me siguieran golpeando...''
Otro fotógrafo que estuvo ahí fue Enrique Bordes Mangel, quien narra:
``Antes de iniciar la marcha dieron la orden para reprimirla. Fue cuando se escuchó una voz: `¡A los fotógrafos! ¡A los fotógrafos!' Luego otra voz: `¡Los rollos! ¡Las cámaras!'
``Los halcones golpearon brutalmente a los fotógrafos. A la mayoría les quitaron sus cámaras. Algunas las destruyeron ahí mismo. A otras nomás les quitaron el rollo.
``Yo me escondí un rollo en el calcetín y corrí un rato hasta que me alcanzaron los halcones y me tundieron. Con los golpes que me dieron no supe ni quién me quitó una cámara.
``Creo que desde ese día, los aparatos de represión del Estado ya no respetan al fotógrafo de prensa, le impiden que cumpla con su trabajo profesional, lo reprimen''.
El aspirante del Partido del Trabajo renunció en protesta por la decisión de las fuerzas aliadas (PRD, PAN, PVEM y el propio PT) de aplicar una encuesta en lugar de realizar una elección primaria.
No es un escenario catastrofista elaborado por analistas del PAN, ni el peor sueño del senador petista Alberto Anaya.
Es lo que está pasando en Coahuila, con el último experimento de las oposiciones antes de la definición de la candidatura presidencial del 2000.
La historia es bastante familiar: las semanas y semanas de negociaciones no prosperaron.
El PRI coahuilense les ganó la iniciativa, convocó a una consulta y nominó a Enrique Martínez y Martínez.
Entonces el PT lanzó al ex priísta Atanasio González Martínez; el PRD a Ricardo García Berdeja; y el PAN al diputado Juan Antonio García Villa.
Pero los contactos entre los partidos no cesaron. Y la semana pasada firmaron el convenio de coalición que los unifica contra el PRI para los comicios de la última semana de septiembre.
Hasta allí todo iba bien. El problema era cómo elegir al candidato único. Los criterios elegidos son: los resultados electorales de cada partido en los últimos comicios, locales y federales; se contratará a una empresa para que levante una encuesta, y al final, se efectuarán cinco asambleas en las principales ciudades del estado, donde se votará abiertamente.
González Martínez, que inicialmente había aceptado la alianza, renunció a la candidatura del PT, porque la primaria se desechó como método directo de selección, y cuestionó el esquema ideado, pues ``claramente beneficia al PAN''.
Las directivas nacionales del PAN y del PRD están muy atentas al resultado final de la experiencia coahuilense. Aunque la creencia generalizada es que no podrán ponerse de acuerdo para armar una primaria en la que se enfrenten Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Vicente Fox, lo que pase en Coahuila puede hacer que renazca el ánimo.
Cuando iba a dar marcha atrás en el Reglamento General de Pagos, el rector Francisco Barnés corrió la cortesía al Colegio de Directores de la Universidad Nacional y, en una reunión, tuvo que sortear el enojo de los directores considerados duros. Hacia el final de la junta, todos voltearon hacia donde se alzaba una mano. Se hizo un silencio para escuchar la intervención: ``Yo sólo quiero saber si con todo esto va a haber vacaciones''.
Era María Teresa Ugarte, directora del Instituto de Investigaciones Estéticas, y esposa del aspirante a la candidatura del PRI a la Presidencia Francisco Labastida. Alguien justificó: en el calendario original, las vacaciones de la UNAM coincidían con la precampaña.
La joven militante perredista de Las Flores, en el municipio de Cárdenas, Tabasco, lanza la frase en voz alta:
``¡Pero si el ingeniero ya nos traicionó, ya se fue al PT!''
Se arma el barullo entre los cuarenta perredistas que rodean a Andrés Manuel López Obrador. Todos quieren hablar:
``Ya es de otro partido, ¿ahora quién va a ser nuestro candidato?''
``El licenciado Muñoz Ledo dice que Cárdenas ya no está en el prd. ¿Es cierto?''
Las preguntas van todas en el mismo sentido. Las dudas sobre la jugada cuauhtemista de postularse por el Partido del Trabajo -los ritmos y mecanismos de la candidatura- no sólo existen entre los dirigentes medios y altos del prd. Entre las bases, la confusión parece mayor.
López Obrador debe dedicar buena parte de sus intervenciones en cada comunidad -se propone visitar mil comunidades de Tabasco durante el año- a explicar que la postulación por el pt es una alianza y está sujeta a que Cárdenas sea el candidato del perredismo.
Luego de escuchar estos y otros argumentos de López Obrador, la gente parece quedar satisfecha. Pero, ¿qué sucede donde los perredistas no están bajando estas explicaciones a sus bases?