Algunos técnicos y académicos especializados han compartido conmigo algunas experiencias y reflexiones sobre la reforma de la industria eléctrica. Vale la pena comentarlas. El primero, con más de treinta años en la observación del comportamiento de la industria, cuidadoso como pocos en descubrir las tendencias regionales de la demanda (electricidad necesaria por región, hora y estación; niveles de la demanda máxima; razones que la explican; días y horas en que se registra; necesidades de capacidad para atenderla; posibilidades de transmisión para compartir capacidad entre regiones; entre otros aspectos), asegura que es inadmisible que el gobierno presente una visión catastrófica de nuestra industria eléctrica, por más que sea su obligación advertir permanentemente sobre las condiciones en las que ésta se encuentra. Además, asegura que por la continua retracción de la inversión ųde la que el mismo gobierno es responsable y causanteų, actualmente se experimenta mayor estrechez de la reserva de capacidad que otros años, lo que obliga a ser extremadamente cuidadoso con el cumplimiento de los programas de obras y mantenimientos del sector eléctrico nacional (capacidades de generación, transmisión y distribución), para, precisamente, mantener los márgenes de reserva y los niveles de confiabilidad en los estándares internacionales, como hasta hoy se ha hecho. Un segundo comentario proviene de un académico especializado en estudiar las diversas formas que se utilizan internacionalmente para atender de manera óptima las interrogantes cotidianas del llamado despecho eléctrico: ƑQué plantas deben funcionar en cada región para atender las necesidades de energía durante el día? ƑCuáles equipos deben satisfacerse los momentos de demanda máxima que se registran, normalmente, en las noches de verano? ƑCuál debe ser el costo marcador de cada hora de atención de la demanda? ƑCuál, por consiguiente, el ordenamiento de las centrales eléctricas para servir adecuadamente a los usuarios con calidad, confiabilidad y precio óptimos por hora día, estación del año o región? Luego de varios viajes a Inglaterra en los que ha tratado de observar de cerca el "experimento inglés", asegura que, en el intercambio con técnicos ingleses de diversas áreas, entre ellas la del despacho eléctrico, resulta manifiesto que aunque es verdad que técnicamente funciona el famoso Pool inglés ųforma en la que actualmente se articulan y organizan los envíos de electricidad a los usuarios no calificados (los menos), y del que tanto orgullo sienten los ideólogos del experimento inglés, y cuya mala copia, a decir de ellos mismos, se practica en Argentinaų, es falso que el nivel del precio se fije en el mercado, como dice el manual, sino que ųaquí lo más importanteų, éste resulta de acuerdos continuos entre productores y gobierno. Parecen confirmarse las múltiples y agudas observaciones críticas del primer regulador inglés (Mr. Littlechild), quien continuamente señaló los riesgos de la actuación monopólica en el mercado inglés, resultado de la creciente asociación de generadores ųtambién propietarios de la redų y distribuidores. Un tercer comentario lo fórmula un técnico con más de veinticinco años de experiencia en la operación de plantas y del sistema eléctrico en su conjunto, quien afirma que el rechazo de una iniciativa gubernamental esquemática y poco reflexionada, no debe ser ni circunstancia ni razón para negarse a reformar en serio la industria eléctrica mexicana. Asimismo, asegura que a partir de muchas bondades actuales, globales y regionales, se puede avanzar en esa reforma, incluso sin entrar al compulsivo esquema privatizador que, como única alternativa, ofrece el gobierno actual. Finalmente, señala la necesidad de asumir con precaución pero con solidez nuestra inevitable relación con Estados Unidos, que en el caso de las industrias eléctrica, petrolera y del gas natural, es ineludible, sobre todo para las regiones eléctricas de Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas ƑCómo enfrentarla con soberanía y autodeterminación?, se pregunta. La cuarta observación puede resultar paradójica: En Chile, país rey de las privatizaciones para quien hace el comentario, se defiende el carácter estatal de la Empresa Metropolitana de Obras Sanitarias (EMOS), que con eficiencia y calidad produce y abastece 500 millones de metros cúbicos de agua al año ųasegura el diputado presidente de la Comisión de Obras Públicasų a cinco millones y medio de chilenos, a través de un millón 200 mil tomas domiciliarias, teniendo la capacidad para incorporar 40 mil más al año a su red. Ahí, justamente frente a una empresa exitosa (CFE lo es, sin duda), se preguntan los diputados chilenos por qué se impulsa su privatización; y le reclaman al gobierno la necesidad de que, en ese caso ųagua potableų no se repitan las negativas experiencias sufridas con las empresas eléctricas. Una última observación alude al sorpresivo nivel que ha alcanzado ya la recuperación de los precios del petróleo, asunto que, dada la tremenda caída, reafirma la alta volatilidad del mercado. Justamente, frente a esta realidad, surge una drástica interrogante: ƑPor qué en México, si el petróleo y la electricidad son estatales, no se ha impulsado una mayor integración entre estas dos industrias, menos con el ánimo de regresar a esas absurdas épocas de subsidios indiscriminados, que favorecieron un costoso derroche energético, y más con la intención de lograr una explotación óptima de ambos casos? Atrás de todas estas preguntas, observaciones y reflexiones de estos técnicos y académicos ųlo aseguroų, hay un ánimo por tener un país y una nación mejor, más libre, más independiente.