Los asesinatos del Periférico (7-VI-99) han puesto en evidencia el papel de los medios electrónicos en la lucha por el poder. También han demostrado que la televisión privada es de interés público, pero que, además, la información política que genera está integrada en un programa de propaganda del sistema presidencialista, orientado a destruir las posibilidades elec- torales de sus competidores. Es hora de que la sociedad civil, los partidos de oposición, la inteligencia y las corrientes democráticas digan šya basta! y propongan cambios que incluyan sanciones severas para la desinformación.
Resulta evidente que la campaña desencadenada a raíz de los asesinatos tuvo como blanco al jefe de Gobierno del DF. Los noticieros de las dos grandes estaciones de televisión, intentaron inculpar irracionalmente a las autoridades de la ciudad e incluso exigieron la renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas. No hay duda de que esta reacción es parte del plan para destruir la imagen política de un competidor. Es de una ingenuidad conmovedora pensar que Cuauhtémoc será el único blanco.
Cuando los que orquestan estas acciones estén seguros que desprestigiaron a Cárdenas van a orientar sus baterías contra Vicente Fox o contra cualquiera que pudiera poner en peligro el triunfo del PRI en las próximas elecciones de julio del 2000.
Lo significativo del incidente es que se ha puesto en relieve la importancia estratégica de los medios electrónicos para la lucha por el poder. Siempre han actuado como aliados y cómplices del sistema y lo seguirán haciendo mientras se den 3 condiciones: 1) Que sus noticieros logren producir una influencia en la mayor parte del electorado o al menos sobre un segmento decisivo; 2) Que el poder autoritario tenga elementos suficientes para controlar a los informadores, que los pueda amenazar con entorpecer o quitarles las concesiones; 3) Que los medios puedan abusar de su poder para desinformar de modo impune.
Mussolini, Hitler, Perón y Franco utilizaron con éxito la radio y el cine, y los regímenes dictatoriales y/o comunistas, la televisión. Intentaban exaltar personalidades carismáticas y tenían la certeza de que no podría circular otra versión. En México, las campañas de propaganda "informativa" de la televisión siempre están en contradicción con los espacios que van abriéndose en la propia televisión y en otros medios. El gobierno ha "permitido" una apertura moderada. Ha fluido gracias a ella una vitalidad crítica incontrolable. Por eso los crímenes del Periférico no pudieron ser utilizados eficazmente como proyectil político e incluso revirtieron el efecto contra los manipuladores.
Las contradicciones entre las versiones oficialistas y las opiniones libres pueden generar una enorme confusión y, por supuesto, contribuir a la polarización que ya se prevé y que puede volverse amenaza para la paz pública.
La solución estaría en una buena Ley de Medios de Comunicación que favoreciera no a un interés político determinado, sino a los ciudadanos, a los periodistas y a los medios. Casi se ha olvidado que esa iniciativa existe, que fue propiciada por el Partido Acción Nacional e impulsada por el diputado Javier Corral y apoyada por el PRD y el PT. La iniciativa no pudo prosperar porque los medios favorecidos por el régimen se lanzaron a condenarla como "ley mordaza". El proyecto de ley contiene avances decisivos: 1) La protección del secreto de los informadores; 2) Garantía del derecho de réplica ante los medios; 3) Un sistema de ética para el periodismo; 4) Derecho de la sociedad a recibir toda la información de interés público y la obligación correlativa de las entidades públicas a proporcionarla; 5) La eliminación de la publicidad oculta o semioculta que nutre el peor periodismo; 6) Transparencia del gasto en publicidad oficial, etcétera.
Hoy que sabemos el verdadero papel político que juegan los medios electrónicos, los partidos democráticos podrían reasumir la iniciativa con energía y poner en evidencia su carácter democrático y el intento antidemocrático y regresivo de quienes quieren garantizar el privilegio de calumniar a los adversarios del sistema y desinformar sistemáticamente al pueblo.