n Elías Trabulse presenta una nueva visión sobre los últimos cinco años de la poetisa


Sor Juana murió en pie de guerra contra los cánones que la satanizaron

n Fue una monja mundana como otra cualquiera, que murió de una enfermedad, dice el historiador

sor juana Rocha Mónica Mateos n El rostro de santidad de Sor Juana Inés de la Cruz se destiñe, el verdadero resplandece. Luego de tres siglos, hoy se reconoce que fue una mujer que no abjuró de las letras, que murió en pie de guerra contra los cánones que la satanizaron por "haber osado" ser poeta y librepensadora, que no fue una santa ni el mito que pretendieron sus primeros biógrafos hagiográficos, sino una monja "mundana", como cualquier otra, que murió simple y sencillamente de una enfermedad.

El historiador Elías Trabulse ha sacado a flote los pasajes desdeñados por los relatos primitivos de los últimos días de Sor Juana, "que fueron concebidos como la culminación de su proceso de santificación", y nos descubre a una Juana de Asbaje más cercana, más humana.

El libro La muerte de Sor Juana, editado por el Centro de Estudios de Historia de México Condumex, es la penúltima pieza de un rompecabezas que le ha llevado al investigador 15 años conseguir y armar, y que hace ver de una manera distinta los últimos cinco años de la vida de una de las máximas figuras literarias de México.

Luego de analizar el Sermón del Mandato, del padre Antonio Vieyra (predicado entre 1642 y 1652 en la Capilla Real de Lisboa); la Carta Atenagórica de Sor Juana (1690); la Carta de Sor Filotea, escrita por el entonces obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz; la Carta de Serafina de Cristo (también de Sor Juana, fechada el primero de febrero de 1961 y hallada recientemente por Trabulse); la Respuesta a Sor Filotea; los "muy beligerantes" Villancicos de Santa Catarina (1691); el segundo tomo de las obras de Sor Juana (publicado en aquellos turbulentos días); los documentos de su proceso episcopal (que en realidad fueron una censura general contra ella, organizada por la jerarquía católica), y su Protesta de fe (rubricada con su sangre el 5 de marzo de 1694), Elías Trabulse presenta en su reciente libro el inventario de los objetos que estaban en la celda de la monja jerónima en el momento de su muerte: "(...) un estante con ciento ochenta volúmenes de obras selectas, (...y...) quince legajos de escritos, versos místicos y mundanos", entre otras cosas.

A partir de ahí, el historiador reconstruye los últimos días de la vida de la poeta, devastados por la fiebre pestilencial, y renombra a una Sor Juana distinta de esa imagen religiosa, clerical y confesional que buscaba en ella la santidad y el arrepentimiento final.

"No hubo tal. Tampoco la sumisión. Después del proceso en su contra ella rehizo su biblioteca, siguió escribiendo. Fue una mujer rebelde hasta la médula, profundamente convencida de su valer y que cedió ante el poder del arzobispo. Pero solamente la venció la muerte. Ella se rindió ante la enfermedad y eso no lo habían dicho sus biógrafos. En este libro no di la visión santificadora, tampoco es la visión contraria. Sor Juana era una monja devota, muy cuidadosa en sus deberes religiosos, pero también consciente de su valor como mujer, como escritora. Sólo la vencen las bacterias, los microbios, los gérmenes", explicó Trabulse en entrevista con La Jornada.

ųNi se rindió ni siguió con su rebeldía a ultranza.

ųExacto. Ella fue una monja que cuidó a sus hermanas durante la epidemia. Fue proclive al tifo, porque ya le había dado, es decir, no fue vencida por las circunstancias sociales e históricas. Sencillamente fue vencida por una enfermedad. Pero a partir de este hecho sus biógrafos primitivos edificaron todo un monumento a su santidad, a su "arrepentimiento", al abandono de las letras. Pero ella nunca abandonó su vocación literaria; jamás abjuró ni abdicó de ella. La Sor Juana santa que nos han dado no es real.

"ƑCómo surge esta imagen? Todas las épocas tienen que volver a escribir la historia en respuesta a las preguntas propias del momento. Los documentos que han aparecido en torno a Sor Juana revelan una época que requiere una reinterpretación, una lectura distinta. La historia del pasado muchas veces no da respuestas satisfactorias.

"La biografía de Sor Juana en este contexto, con los nuevos datos, ofrece un cuadro muy completo de la sociedad de su época, desde la salubridad ambiental hasta los efectos de la institución eclesiástica sobre la vida de las personas".

ųƑQué sentido tiene para nuestra época conocer el verdadero rostro de Sor Juana, saber que murió en pie de guerra?

ųNo es para convertir a la historia en una moraleja. Pero sí creo que es importante saber que la perseverancia, la constancia, el respeto a uno mismo y a la vocación que uno ha tenido durante toda su vida es un asunto vital para poder reconciliarnos con nosotros mismos. Y Sor Juana hizo eso. Ella no abdicó. Sabía que tenía la razón, sabía que había infringido ciertos cánones, porque ųdigámoslo con franquezaų era una mujer con su barniz de orgullo personal, sabía lo que valía. Creo que era muy bondadosa, pero eso no le impedía estar consciente de su propio valer. Lo que podemos leer entre líneas en este libro es que la perseverancia es la base de la comprensión. Es decir, hay que tener voluntad, constancia, y perseguir los fines que uno busca, hasta sus últimas consecuencias.

"A Sor Juana sólo la venció la muerte, que debió haber sido terrible; debió sufrir tremendos dolores; algo que nosotros no nos imaginamos debido a los recursos médicos actuales. Incluso dejé fuera muchas notas en torno a los momentos de su enfermedad, por no insistir en la parte negra del asunto. No quise seguir hurgando en la herida".

ųAl desmitificar a Sor Juana la humaniza tanto que la vuelve muy cercana al lector.

ųEs que así es. Sor Juana no fue un personaje mítico, de bronce, como una estatua. Fue una mujer como las mujeres con las que convivimos cotidianamente, como muchos hombres también, como alguien que lucha por mantener su vida, su presencia. En ese sentido es admirable, una de las grandísimas figuras de la historia universal, pues sabiendo el entorno social en el que vivía, la mentalidad de su época, la forma en la que luchó es de una inteligencia y una agudeza tales que impresiona su habilidad política.

"Pero hay que pensar que era como nosotros. Ella sufrió, se enfermó, cuidó a su gente, a sus hermanas en el claustro, que eran su verdadera familia. Debió de haber sufrido mucho cuando las vio enfermas, y cuando ella cayó debió de haber sentido que el final ya se acercaba. No se sabe con exactitud cuántos días estuvo en cama, pero por los síntomas de la fiebre pestilencial debieron de haber sido ocho o diez dÌas. Pero el final, los últimos tres días, debieron haber sido algo muy cercano al infierno: las hemorragias, la pérdida de conciencia, los estertores, los sudores agobiantes...

ųƑCuál es la pieza que falta en su extenso trabajo de investigación sobre los cinco últimos años de la vida de Sor Juana?

ųEs la interpretación de su actitud a partir de la Carta Atenagórica, a la luz de documentos que resultan importantes para abordar ese mismo texto: la Carta de Serafina de Cristo, los Enigmas, el tomo dos de su obra, y lo más importante, su proceso, es decir esa censura episcopal que está en el archivo del arzobispado. Este documento se conoció en el siglo pasado, pero ha sido realmente una labor desconcertante seguir la trayectoria de dichos textos, porque Sor Juana todavía despierta pasiones agudas. Todavía hasta el siglo pasado, los documentos que refutaban los puntos de vista de los investigadores se ocultaban. Sigue sucediendo.

"Octavio Paz tenía razón y mucha cuando decía que lo que falta de Sor Juana son los documentos. Pero existen, ahí están, lo que pasa es que no sabemos dónde están todos y la posibilidad de que, con los que hay, se arme el rompecabezas, es difícil. Son atisbos los textos que hemos encontrado y que rebelan que lo que se ha dicho en los últimos 300 años sobre ella requiere de una revisión, porque esa fue la historia oficial de aquel momento, y eso no es la historia. Hay muchos documentos que requieren una relectura o que por lo menos se den a conocer".

ųƑAhora ya se puede decir toda la verdad sobre Sor Juana?

ųSí, ha cambiado un poco la visión maniquea de malos y buenos. Ya podemos decir que ella era un ser humano común y corriente, como nosotros. Genial, con un talento poético extraordinario, pero que tenía debilidades y virtudes. Podríamos platicar con ella con enorme gusto. Debió haber sido simpática, agradable, violenta, enojona, caritativa, orgullosa, a veces nos hubiera parecido petulante, pero un ser humano como cualquiera, con quien uno hubiera podido charlar hasta que la hiciéramos enojar o ella nos hiciera enojar. Es decir, ella no fue la imagen de los billetes de 200 pesos, que está ahí plasmada en forma hierática y un poco aterrorizante. Se murió de enfermedad, más humana no pudo haber sido.

ųEsos quince legajos de "poemas mundanos" que se encontraron en su celda cuando murió, Ƒestán desaparecidos?

ųSí. No se han localizado. He seguido algunas pistas, porque después de algún tiempo hay coleccionistas que adquirieron fragmentos de esos manuscritos. Eso quiere decir que cuando ella muere, esos papeles se dispersan. Pero he visto algunos que no pueden provenir más que de ese momento. Ya no podremos tener todos los legajos, pero sí podemos darnos una idea de qué camino siguieron. Muchos se destruyeron. Originales de Sor Juana, que yo conozca, no existen, son copias.

ųƑExiste la posibilidad real de algún día hallar manuscritos originales de Sor Juana?

ųSí, cómo no. Los que hemos visitado archivos y nos la vivimos temporalmente en ellos, sabemos lo difícil que es pasar horas ahí sin encontrar casi nada, y luego de repente encontrar un legajo donde está absolutamente todo, lo que busqué durante meses lo hallo en una tarde. Por esa experiencia yo sí creo que no hay ningún documento perdido para siempre. Si no nos toca a nosotros, hay que dejarles algo a los que siguen. La musa Clío es muy equitativa en su concesión de documentos a los historiadores.

ųEl esfuerzo es doble cuando se busca la historia de un convento, donde todo el ambiente fue cerrado y secreto.

ųPues sí. La historia archivo del Claustro de San Jerónimo hace palidecer a una novela policiaca, porque además es cierta. La destrucción que sufrieron esos papeles es insospechada; era un archivo riquísimo, lo tenían muy bien cuidado. Sor Juana misma fue archivista en alguna época.

ųƑLa familia de Sor Juana no se quedó con ninguna de sus posesiones?

ųEl efecto inmediato del proceso episcopal en su contra fue la anulación de su testamento, que era muy claro en las cosas que ella dejaba y a quienes. Ella perdió eso. El arzobispo le confiscó todo. Lo poco que juntó después de la censura, sus libros, manuscritos y su dinero, debieron de haber llegado a su sobrina, que estaba también en el convento.

ųƑQué Sor Juana le gusta más?

ųComo decía Alfonso Reyes, es imposible leerla sin enamorarse de ella. Y cada quien tiene su Sor Juana, y cada quien la defiende. A mí me gusta más ésta que la Sor Juana de altar, definitivamente. Esta es de carne y hueso. Si existe el paraíso, lo primero que voy a hacer llegando allá ųporque pienso irų es buscarla a ella y a Mozart, para platicar con ambos.

ųRespecto de ese documento de abjuración que firmó Sor Juana con su propia sangre, Ƒno tuvo otra alternativa?

ųNo. La ayuda de España, si es que le llegó, fue tarde. Lo único que pudo hacer fue que le permitieran reconstruir su biblioteca. Pero los documentos ya estaban hechos y la protesta de la fe firmada. El arzobispo ganó. Cuando llegó "la real protección de España" ya no había nada que hacer. Lo único que quedó hacer fue dejarla que sobreviviera y subsistiera haciéndose el arzobispo de la vista gorda cuando le decían que Sor Juana tenía otra vez libros. Al fin que ya había abjurado.

ųPero nunca dejó de escribir.

ųPuedo aventurar una hipótesis: creo que escribió poesía hasta que la tocó la enfermedad, como Mozart que se le cayó la pluma en el Requiem. No creo que haya abdicado de las letras. ƑUsted cree que ella no pensaba en verso? Como nosotros pensamos en prosa, yo creo que ella pensaba en verso y cómo iba a evitar hacer poesía. Era imposible.

(El libro La muerte de Sor Juana, de ElÌas Trabulse Atala, se presenta el martes 15 de junio en la capilla de la Universidad del Claustro de Sor Juana, Izazaga 92, Centro Histórico, a las 19:30 horas. Participan: Teresa Castelló, Josefina Muriel, Manuel Ramos Medina, Antonio Rubial y el autor).