El tiempo pasa, y el periodo extraordinario de sesiones del Congreso de la Unión no avanza. La determinación original de tratar el asunto de la reforma del sector eléctrico parece desvanecerse, aunque muchos legisladores -diputados y senadores- todavía consideran probable que el gobierno impulse un acuerdo de última hora entre las fracciones parlamentarias de los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) para dar un albazo y aprobar los cambios a los artículos 26 y 27 de la Constitución que permiten la privatización de la industria eléctrica nacional. Sin embargo, nada hay seguro todavía, aunque advierten algunos legisladores que el albazo se puede concretar de un momento a otro, como lo espera el secretario de Energía, Luis Téllez, quien estas semanas ha preferido pensar un poco más en el petróleo, dado que el precio del energético ha reaccionado favorablemente en el mercado ante la retracción de la producción acordada por los miembros de la OPEP y por algunos productores no miembros del cártel, como México. En este terreno, Luis Téllez ha tenido más éxitos al apoyar esa medida internacional, aunque hay analistas que insisten en señalar que más que una reducción real, lo que Téllez ha hecho es evitar que se sostuviera un incremento en este aspecto, impulsado por México, a partir de enero de 1998. La prueba de ello es que el nivel de exportaciones de 1998 prácticamente coincidió con el de 1997. Le quedan sólo unas cuantas semanas a Téllez para sacar adelante su experimento Frankenstein -caracterizado así por algunos trabajadores electricistas-, luego de que se han empezado a conocer algunas de las características del proyecto que negocia el secretario, por tender lazos de negociación con el PAN, con el Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM) y con los empresarios -nacionales y extranjeros- quienes siguen mostrando su interés en una de las industrias que, a decir de especialistas financieros, hoy por hoy viene a ser una de las más rentables en el mundo. Se asegura, entonces, que las negociaciones han convertido el proyecto original de Téllez en un monstruo sin cabeza y sin pies. Los del PAN quieren, incluso, una privatización de proporciones mayores de la que incluso inicialmente ofreció el secretario Téllez. Los del SUTERM no quieren que desaparezcan sus espacios de poder y, por una curiosa mezcla de intereses mezquinos, corporativos y políticos con intereses genuinos, defienden la existencia de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Y los empresarios nacionales y extranjeros (sobre todo estos últimos) esperan el cumplimiento de lo que, según algunos, era promesa firme del secretario Téllez: la salida del gobierno de la industria; su determinación de sólo ser regulador, y consecuentemente, la venta de los activos nacionales, al menos de los de CFE que es la que más vale, por un monto que oscilaba entre 35 y 45 mil millones de dólares. Un corredor estadunidense comentó a esta columna que no hace más de año y medio o dos se escuchaba en las agencias de colocaciones de bonos gubernamentales y de venta de activos públicos de las economías latinoamericanas el ofrecimiento de los activos de CFE, valuados en ese momento en cerca de 40 mil millones de dólares. ¿Qué le parece a usted, que de un día para otro, como sucedió en Teléfonos de México, CFE se vendiera? Bueno, hay quienes aseguran que esa era la idea original de este gobierno. Por eso, aún para los mismos empresarios es poco creíble que salga un buen proyecto final con un albazo. Pero tiempo, hace falta un poco de tiempo para ver los resultados. Para lo que no hace falta tiempo es para ver las sanciones que empieza a impartir la Güera Rodríguez en el SUTERM. Cesar de sus funciones sindicales a una delegada de apellido Navarreta por haber asistido a la marcha de hace varias semanas en la que casi cuatro mil trabajadores electricistas volvieron a desfilar por Reforma, como lo hicieron hace muchos años con la corriente de Galván, es extralimitarse en sus funciones sindicales. También es excederse castigar a un trabajador del área financiera por manifestar su opinión contra la privatización. Se han levantado actas administrativas en las que se le acusa de sacar fotocopias con propaganda en contra de la iniciativa y otras acusaciones absurdas son las que el Comité Ejecutivo Nacional de Rodríguez Alcaine formula contra ese trabajador de oficinas nacionales, área en la que quieren sembrar miedo y hasta terror: que nadie se mueva, dice Rodríguez Alcaine, aquí yo digo qué van a hacer los electricistas en el caso de la privatización, que -agrega- no es tal, sino sólo permiso de concesionar los activos públicos... Valientes cosas son las que se ven atrás de este sindicato, dicen muchos de sus agremiados quienes, por cierto, no piensan en quitar a la Güera, sino en solicitarle que encabece la lucha contra dicho proceso, como bien lo señalaron los secretarios de las secciones de Oaxaca, Hermosillo, Tuxpan y otras que frente al Palacio de Minería -ese sábado de las marcha de electricistas- aseguraron no estar en contra de Rodríguez Alcaine, de la productividad ni de la modernización, sino sólo en contra de la privatización.
Melée
En la CFE no se ve rumbo. Ni antes, porque Gasca Neri (indudablemente, hombre del presidente), finalmente se opuso a la privatización impulsada por Téllez, ni ahora, porque Tito Elías no ve claro hacia dónde debe dirigir sus esfuerzos, por más que lo pusieron para que vendiera esa empresa; ya se dio cuenta que no es lo mismo un aeropuerto que un planta de generación de electricidad.