n La empresa, responsable de los niños con plomo en la sangre: Azuela de la Cueva
En el caso Met Mex Peñoles "no buscamos culpables, sino cómo atender el problema"
n Antes de fin de año la calidad ambiental en Torreón será aceptable. afirma el procurador del ramo
Matilde Pérez U. n La clausura está prevista en la ley ambiental como una medida de seguridad, pero en el caso de Met Mex Peñoles lo urgente es limpiar las calles y bajar las emisiones, y por eso lo mejor es que la empresa siga trabajando con un plan de contingencia para controlar sus emisiones, aseveró el procurador de Protección al Medio Ambiente, Antonio Azuela de la Cueva.
La discusión ha girado demasiado en torno a si se clausura o no ese complejo metalúrgico no ferroso que se encuentra asentado en Torreón, Coahuila, pero de lo que se trata es de resolver el problema del espacio urbano con tareas de limpieza. Eso es lo principal, así como el control de las emisiones, agregó.
"No estamos buscando culpables, sino atender el problema", insistió el procurador ambiental, y aclaró que la responsabilidad de Met Mex Peñoles en el caso de los niños con plomo en la sangre es muy clara. Nadie puede negarlo.
Sin embargo, aseguró que con las medidas implantadas, antes de fin de año en la zona urbana de Torreón, particularmente en las once colonias aledañas a la empresa, habrá una calidad ambiental aceptable, y en materia de plomo "estaremos muy cerca de las normas".
Luego de afirmar que se han sostenido reuniones periódicas con el secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente, porque "hemos tomado como un ordenamiento lo que esa autoridad diga", Azuela de la Cueva afirmó que la salud y el beneficio de la población afectada por las emisiones de plomo son lo principal, por eso se insistió en la creación del fondo de 60 millones de pesos para la salud de los niños.
Aclaró que, de acuerdo con la ley, técnicamente esa situación no es una emergencia, "pero nos ha movilizado como si fuera tal". De allí la urgencia de limpiar el espacio urbano y habitacional.
Reiteró su llamado a la población de las once colonias afectadas para que se incorporen al programa de limpieza, abran sus casas a la compañía contratada con dicha finalidad y lean los folletos que se están distribuyendo, ya que ello es parte de la segunda fase de la estrategia para resolver el problema.
Si la gente acepta esas acciones de limpieza --de lo que se está hablando es de una acumulación por tiempo, y no de un problema crónico-- podrá percatarse de que los niveles de exposición y riesgo se reducen, y si a ello se agrega una dieta adecuada, habrá una significativa mejoría adicional.
Insistió en que la auditoría ambiental es una metodología empleada voluntariamente para precisar irregularidades en una instalación, y que el caso de Peñoles demostró que es necesario incorporar a este procedimiento el análisis de otros factores ambientales y de salud, esto es, ampliar el alcance de lo que hasta ahora es una auditoría ambiental, aunque no estaría de más analizar la posibilidad de la existencia de algunas normas, y que su aplicación se convierta en obligatoria en aquellas industrias que previamente ya las habían adoptado de manera voluntaria.
Respecto a los estudios de suelo, expuso que en este caso son sencillos, ya que "no estamos ante un caso de contaminación de suelo con derrames líquidos, sino de polvo", y el análisis de suelo en este caso específico será el testigo a futuro de lo que pase con la planta, porque este año los barrios estarán limpios.
Ese tipo de limpieza, según Azuela de la Cueva, habrá que hacerla periódicamente mientras esté esa planta allí; se encuentra o no en funcionamiento hay que monitorear su actividad para determinar el tiempo que tarda en acumularse una cantidad de material tóxico que ponga en riesgo a la población. Es sencillo una vez que se fija un parámetro de concentración, ya que antes de que se llegue a él, Peñoles tendrá que limpiar; dicho procedimiento, de acuerdo con el análisis de suelo realizado, podría repetirse dentro de 5 o 6 años, hasta que las emisiones sean tan bajas que las acumulaciones sean lentas y las limpiezas muy espaciadas.
La empresa, reiteró, no puede estar allí sin dañar a la gente, esa es nuestra premisa, y ese es el porqué de las 81 medidas emergentes. Por el momento no hay presiones de la empresa, a pesar de que la fase dos implica mantener su producción a un 50 por ciento.
Este es un mensaje para las empresas extranjeras en el sentido de que México no es un paraíso para ellas, y que deberán cumplir con las normas ambientales.