La Jornada martes 15 de junio de 1999

ASTILLERO &3164; Julio Hernández López

Para demostrarle a este columnista que en Chiapas no hay represión contra el ejercicio periodístico independiente, el diario de Tuxtla Gutiérrez, que normalmente reproducía Astillero, dejó de publicar la columna del pasado 8, en la que se criticaba al gobernador Roberto Albores Guillén.

Luego, el coordinador de prensa de este gobernador, y el director de un diario que se dice calumniado por las denuncias de periodistas, enviaron cartas por fax que aparentan haber salido de un mismo aparato, tanto por las características tipográficas disponibles, como por la diferencia de tiempo (tres minutos) en que se emitió cada cual de las presuntamente independientes misivas.

Una historia del sureste

El lunes 7 de junio este columnista acompañó a periodistas chiapanecos en una singular jornada de defensa de sus derechos y de denuncia de agravios.

Luego de una marcha por el centro de Tuxtla Gutiérrez, los periodistas se congregaron en la Plaza de la Libertad, donde fue develada una estatua de Belisario Domínguez que el gobierno de Patrocinio González Garrido había enviado, años atrás, a un punto periférico y que, ahora, con toda intención, se colocó a unos metros del edificio donde sesiona el Congreso local.

En ese acto cívico se hicieron denuncias públicas de diversos actos de intimidación y represión contra el ejercicio periodístico en la entidad gobernada por Roberto Albores Guillén.

En un discurso claro y sin dobleces, el profesor Víctor Manuel Cruz Roque, presidente de la Asociación de Periodistas Belisario Domínguez, hizo un recuento de agravios que esta columna reprodujo al otro día, el 8 de junio.

Entre quienes asistieron al acto estaban diputados locales, periodistas y el presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez. Este último fue enérgico en sus palabras, y en el señalamiento de la importancia de que la estatua de don Belisario estuviese en el camino de diputados y autoridades, para ver quiénes tendrían la conciencia limpia para ver de frente la estatua reinstalada.

En respuesta a la lista de agravios que reprodujo esta columna, y para demostrar justamente que no hay control del gobierno sobre los medios, la publicación que cotidianamente reproducía Astillero, el Diario de Chiapas, simple y sencillamente decidió no publicar la entrega en la que se hablaba de la política guerrera de Albores Guillén contra el periodismo de aquella latitud.

Si habla mal del gobernador, no se publica

Tan palmaria demostración de censura, y de control gubernamental sobre los medios llevó a Astillero a negar al citado Diario de Chiapas la facultad de que en adelante siguiese reproduciendo esta columna.

Pero, además de la censura inducida, luego llegaron dos peculiares cartas, de las cuales no se puede decir que salieron del mismo aparato de fax pero sí que tienen indicios en ese sentido.

En la parte superior de ambos textos, donde normalmente van las referencias "From" y "Phone No.", se evitó que quedaran inscritos los datos con que se identificaría el origen de los envíos. En un extremo, la fecha del primer fax dice "Jun. 08 1998 07:11 PM". En el segundo caso está exactamente la misma forma de escribir la fecha pero con horario de "07:14 PM".

Es decir, el fax de la queja gubernamental fue emitido exactamente cuando dejó de emitirse el del diario quejoso. Coincidencias increíbles de la vida, pero que no necesariamente demuestran que ambos textos hubiesen sido enviados de la misma oficina, acaso por la misma persona...

Un simple recuerdo

En el texto del coordinador de comunicación social del gobierno de Chiapas, el señor Leopoldo Borrás Sánchez, se comienza por deslizar una cuidada advertencia: en México hay derecho para decir lo que se quiera, pues hay libertad de prensa y expresión que, en ocasiones, como sucedería con Astillero, "traspasan los límites, digamos por ejemplo, de la vieja Ley de Imprenta aún vigente".

Pero de inmediato aleja el jefe de prensa del mariscal Albores Guillén la tentación de tratar a este columnista como municipio autónomo, y pasa a mejores consideraciones. "Julio ųdiceų ve en algunos periodistas chiapanecos a 'virtuales espías'. Eso se debe seguramente a que se quedó en los tiempos de aquellas historietas y películas de la 'guerra fría'".

Más explicaciones

Luego explica, con razón, que quienes interrogaron a dos periodistas de allá para saber si estaban vinculados con el Ejército Popular Revolucionario fueron agentes federales, como lo decía la propia columna pero el señor Borrás Sánchez se empeña en subrayar. De acuerdo: una parte de la represión contra periodistas en Chiapas proviene del aparato federal.

 

Respecto de un periodista demandado por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, por difamación, el vocero Borrás Sánchez explica que no fue una demanda institucional, sino a título personal, presentada por Roberto Ramos, director de promoción del citado consejo. Esclarece, además: "El mismo periodista se disculpó, pero no a satisfacción del demandante, por lo que el pleito legal continúa".

Se precisa enseguida que es falso que el periodista Héctor Monterrubio, del diario tuxtleco Nuevo Péndulo, hubiese sido despedido por andar de preguntón, pidiendo opiniones sobre la farsa de la entrega de presuntas armas zapatistas al gobernador Albores. "El dueño y director de ese diario, Noé Farrera, admite que eso es falso, en una carta que dio a conocer hoy, en la que explica las razones por las que prescindió de los servicios del columnista aludido". La carta es la que se recibió con tres minutos de diferencia respecto de la del gobierno chiapaneco. De cualquier manera, todos podemos dormir tranquilos, el acusado de represión "admite que eso es falso".

Hay otro caso en el que el vocero Borrás da clases de separación de poderes y de periodismo. Habla a nombre del presidente municipal de Palenque para asegurar que "no amenazó al director de la agencia estatal Asich", sino que le "advirtió que recurriría a lo establecido en la Ley de Imprenta. Cuando esto sucede, muchos perio- distas se dicen amenazados. Es la mala costumbre de querer ignorar que las leyes son para todos".

Menciona luego el coordinador de comunicación social que ciertamente el Diario de Chiapas "dejó de contar con la pluma de un columnista. La empresa habrá tenido sus razones", pero, dice a guisa de consolación, sigue publicando su columna en otro diario.

Otros dos párrafos se dedican a dar cuenta sobre el desenlace de protestas contra un subprocurador y de las investigaciones por los asesinatos cometidos contra dos periodistas, los cuales sucedieron muchos años antes de que Albores Guillén fuese gobernador.

La Nana Goya...

Termina la carta con el siguiente párrafo: "La libertad de expresión es muy amplia en Chiapas. Hay numerosos diarios en el estado. Periodistas también. Hay pluralismo. Hay diversidad. Se respetan las ideas de los demás; muchos coinciden y los hay que difieren, pero la relación del gobierno con la prensa es sana. Lo confirma Julio aunque la información que le proporcionaron algunos reporteros es parcial. Periodistas como Julio pueden, como ha sucedido, manifestar libremente sus ideas tanto escritas como en las conferencias que ha impartido aquí. Estar de acuerdo siempre con lo que dice, como dice la Nana Goya: 'es otra historia'".

Hasta allí la historia que se reproduce aquí con la esperanza de que los refranes de la Nana Goya no sean el preludio del enojo del Chilpayate Albores.

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