La Jornada martes 15 de junio de 1999

Carlos Monsiváis
''Esta no es su casa y deje de venderla''

Mientras no haya sentencia judicial en contrario, Carlos Salinas de Gortari, en uso de su derecho constitucional, puede venir a México cuando quiera y ųsi así lo considera prudenteų pasearse solo por donde le dé la gana. Los amplios sectores que repudian su presencia ejercen sus derechos constitucionales, entre otras cosas porque no va a ser fácil que lo difamen. La sociedad que lo condena, sin el contrapunto de una sociedad que lo elogie, estrena lentamente la ciudadanía y se irrita por el tamaño de la burla y de la condición indemne. Y Salinas, el mexicano más comentado de los años recientes, es un político al que no caracterizan los amigos sino los cómplices (en un grupo en donde el afecto se mide por el tanto por ciento), y es el autoexiliado que, en su rol de Ministerio Público, da fe de cómo el éxito gubernamental desapareció al salir él de la Presidencia.

 

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ƑA qué vino Salinas? Al no ser experto en conjeturas, me acerco a las intenciones a través de algunas consecuencias de su visita:

ųexacerbó la irritación de quienes se consideran saqueados por el sistema de gobierno que lleva su apellido y sus técnicas, y les ratificó una vez más el tamaño de su impotencia y las ventajas psíquicas de seguir afirmando su protesta.

ųle dio oportunidad al presidente Zedillo de una derrota por omisión, que el rumor transforma en un hecho absurdo: la nación ocupada por la ofensiva de un solo hombre.

ųle facilitó a los medios la exhibición de su presteza en el culto de alabanza o diatriba a la fama autoritaria.

ųseñaló la manera en que un hecho de simbolismo muy menor (una visita de ''propósitos familiares'') se vuelve una incursión guerrillera de la impunidad, según unos, y el circo de la jactancia según todos.

ųle ayudó a la delegada de Coyoacán Laura Itzel Castillo a proclamar su desconocimiento de las funciones de gobierno: ''Nuestro compromiso es y será resguardar la seguridad e integridad de la ciudadanía y no así la de Carlos Salinas de Gortari''. El compromiso del resguardo es en primer lugar del gobierno entero y no puede ni debe conocer excepciones. (Es tan obvio lo anterior que da pena consignarlo).

ųafirmó en Salinas una de sus vertientes primordiales desde diciembre de 1994: ser el ex presidente que ha emitido más Post-Informes Presidenciales, ajustados al tamaño de entrevistas, artículos, declaraciones, rectificaciones y meros saludos ocasionales. Salinas no vive, le informa a la nación de los progresos realizados desde la ocasión anterior en que se vieron.

ųle hizo soportar a los mexicanos una vez más lo que casi todos califican de ''mentiras descaradas'', sin respuesta posible, porque en las entrevistas la contrarréplica se proscribió por entero.

ųnos recordó que a la atención unánime de una política la ayudan la gana social de asociar el protagonismo (ansiedad escénica) con la fuerza política (casi siempre lo opuesto). Salinas es protagónico y tiene a su favor a un sector empresarial, pero en rigor nunca fue el centro del país durante su periodo. Ese siempre fue el proyecto neoliberal.

ųle concedió espacio al don de cubrir con bloques verbales cualquier respuesta. Al ''ƑQué opina de la presencia de Salinas?'', el líder del PRI José Antonio González Fernández afirmó: ''La visita no desestabiliza el proceso interno para elegir candidato a la Presidencia de la República'', como si tamaña capacidad le fuese atribuible: el dirigente del PAN Luis Felipe Bravo Mena aseguró: ''El retorno es un síntoma de que los pleitos internos en el PRI están acrecentándose'', como si efectivamente el presidencialismo se hubiese acabado; Jesús Martínez Zepeda, obispo auxiliar de la ciudad de México, alucinó una escena de contrición no previsible en los siguientes cuarenta años: ''Esa debe ser nuestra actitud: estar con los brazos abiertos a quien en un momento dado reconoce su falta o quiere volver al Padre, y eso es lo que nos toca hacer'', y así por el estilo.

ųle concedió a Salinas la oportunidad de llamarse a martirio (''Yo he padecido los efectos de una venganza''), a modestia (''En mi caso sólo como un ciudadano más''), a esperanza de prófugo que se siente ''con necesidad de aprender más, de reflexionar sobre un término que está creo que en boca de todos, de qué pasó''.

 

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Estos son resultados iniciales de la visita. El fundamental, según creo, la índole de la atención concedida a una gira de promoción de vínculos familiares o de búsqueda de condiciones para volver. Lo medular está en otra parte, en la incapacidad del gobierno para establecer con claridad las zonas delictivas y los errores desproporcionados de su pasado inmediato: la falta de análisis riguroso del PAN y del PRD en torno al régimen de Salinas y al salinismo (algo parecido pero distinto, en un caso es el desastre de una administración, en otro es el intento de un grupo hegemónico que dure por lo menos 24 años); la ausencia de indagaciones sólidas sobre economía política, sociedad y cultura en el régimen de Salinas, la debilidad (por decir lo menos) del juicio administrativo al régimen pasado. No se avanzará sin autocrítica, sin reconocer que ante el saqueo frenético, la actitud pertinente es la documentación y la evaluación sistemática de los daños. La mera queja consolida a los responsables del desastre, porque los confronta con opiniones que ''ni leen ni oyen'', ni los obligan a defenderse ante la ley.

 

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Salinas no admite la menor autocrítica, algo entendible psicológicamente. ƑCómo él, el Giant-killer según los norteamericanos, la esperanza de Agualeguas, no puede andar en la calle sin un pequeño ejército que haga las veces del ''aplauso de la impunidad''? Para no responder seriamente a lo obvio (la causa principal de su fracaso es él mismo, su menosprecio por la legalidad y las fragilidades de una política económica basada en la entrega a los intereses de la oligarquía financiera de Estados Unidos y el enriquecimiento sin tregua del grupito), se embarca en el método de consolación y revalidación más usado por los gobernantes de este siglo: la Teoría de la Conjura: Salinas acusa a ''algunos medios'' de estimular y promover campañas de linchamiento en contra suya, se pasea por el anfiteatro de su inocencia (''Y he padecido los efectos de una venganza. No lo deseo para nadie''), asimila con maña el vigor del repudio (''Después de cuatro años de una campaña tenaz, con hechos distorsionados, presentándole a la gente filtraciones, tendiendo casi una cortina de humo sobre lo que sucedió durante mi responsabilidad como Presidente de la República, puedo entender este tipo de manifestaciones''), y espera que algún día los mexicanos aclaren su cerebro (''Estoy seguro que conforme se vaya clareando esta bruma que se ha soltado por encima de lo que realmente sucedió durante mi administración, la gente podrá realizar una evaluación más objetiva de ella'').

La Teoría de la Conjura en su esplendor. šAsí que la gente, ese conjunto de la necesidad de alfabetización política, ve entre brumas su propia experiencia! A la gente la pervirtió la nomenklatura, a la que Salinas describe con la precisión debida: ''Estos tradicionalistas, ubicados dentro del partido, de las esferas de decisión''. La gente se pierde en la niebla, en vez de orientarse por el ser excepcional que aun ahora, como si nada, les resuelve su futuro: ''Si la sociedad (civil) mantiene su movilización y su organización, como lo demuestra la experiencia histórica, sin lugar a dudas continuará el avance democrático tan importante que se ha observado''. Y lo dice el enemigo jurado de la sociedad civil durante su sexenio, el neoliberal que ahora, junto con Roberto Mangabeira, se da el lujo de censurar con tibieza al neoliberalismo. Al parecer, con tal de conducir el proceso nacional de amnesia, Salinas extravió su memoria. Hoy es el Apóstol de la Reflexión, el académico inspirado que contribuye con sus artículos ''a que el debate se haga a partir de la razón y no de la pasión''. Alabemos a la Conjura que se interpone entre los abrumados por la bruma y el Sexenio sin Culpa.

 

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Lo Problemático de la visita no es el ejercicio reiterado del cinismo ''como una de las bellas artes'', sino la indefensión de la sociedad mexicana. ƑCómo se defiende esta sociedad del triunfalismo de una persona a la que el gobierno protege, por más de que, para protegerse, ese régimen haya encarcelado a su hermano? Se desestimaron los cargos del PRD, las investigaciones han consistido en atropellos de la razón jurídica, el gobierno absolvió al gobierno de todos los actos de gobierno (la reiteración como orgasmo del poder), las concertacesiones redujeron al PAN a balbuceos querellosos cada dos meses, y el salinismo desemboca por lo visto en un museo del carnaval depredador. ƑY cómo resolverá la sociedad el significado de Salinas? Supongo que tomando en serio su capacidad de análisis, de documentación, de memoria histórica correctamente formulada. Con un puñado de pancartas ciertamente no, ni con explosiones de enojo, así sean inevitables y cuantiosísimas. La sociedad mexicana se defiende de Salinas evitando la repetición de sus procedimientos, y desmontando el mecanismo de su impunidad verbal y administrativa. Y esto, además, convertirá la irritación en ironía didáctica.